jueves, 14 de marzo de 2024

 

D.L.V.D. Vivir como un mandala que fluye. (6)

 

                                                                      Vivir con el sentido de alerta encendido, lograr que cada momento sea digno, sea pleno, sea colorido. MJ

                              

                                                        Parte del porqué de la necesidad de escribirse, y la práctica de esta actividad personal a lo largo de la vida, es el hecho de que nos aporta certidumbre y mucha plenitud al llegar al punto de revisión. Como un limo formado por capas, todo se devela con su color, así como un mandala, cada etapa de la vida es vivida con sus peculiares coloridos. Si sentimos serenidad en cada etapa es claro que se afecta con bien la siguiente y nos va quedando claro que no somos eternos en la tierra y que más nos valdría estar en paz cuando soltemos el cuerpo.  

La estratigrafía de nuestro ser que se va descubriendo para nosotros mismos, es lo que nos hace comprender que la dignidad es circular, es decir, su redondez redunda en todos los aspectos de nuestro ser, mientras seamos capaces de percibirlo como un todo que nos clarifica lo que la vida demanda. Cada imperativo vital, tiene sus porques, a veces nos es difícil digerirlos, mas cuando esos asuntos se asientan las claridades nos acompañan. Es un hecho que el devenir de las acciones que de pronto nos sobrecogen, en la mayoría de los casos no las esperamos. ¿No es la vida misma el primer reducto de asombros? La vida en si misma es un asombro perpetuo y más cuando vemos que los años pasan y de pronto nos encontramos con que los años se han ido ¿Se nos han escondido? ¿en qué parte de nosotros se han guardado?

Cuando escribí la libreta que hoy reviso, la numero 61(sesenta y uno) terminaba el verano.

Ya tenía clara la decisión de dejar el taller de Arte que venía impartiendo a niños, se cerraba un ciclo. Motivar a los peques en su creatividad es algo muy pleno y satisfactorio, que se realiza con responsabilidad para no crear el efecto contario.  Todo lo que se les propone en la práctica con niños es bueno, y ha de ser un gusto aunado a la diversión.

 En los niños es importante visualizar a largo plazo y así lo que se les propone en principio solo como motivación, luego de frutos de sensibilidad.  

Sabía, y tenía yo bastante claro que en lo futuro volvería a la motivación de críos, como de hecho sucedió con nuevos tiempos y espacios determinados. Hoy día ya con los mas peques he cerrado los ciclos.

 En estos lares del sureste mexicano no hay propiamente un invierno, al cerrar el verano, sabemos que habremos de sacar dos o tres sweaters y percibir el fin de año un poco más fresco, a muchos nos resulta grato. Lo hacemos con la ilusión de esa tregua climática que sabemos llegará cuando los primeros Nortes se asoman y pintan los vientos del sureste con la consabida heladez.

Me costó aceptar el cambio climático. Es un asunto un tanto de: hasta no ver no creer. No ha sido fácil de comprender qué tanto hemos afectado al planeta y como se está manifestando. Aceptarlo es mejor y más si nos abrimos a entender sus efectos a largo plazo.

También estos días previos al frio, me producían un gozo de recuerdos de infancia. Volver a percibir con la mente el olor y textura de la franela, esa tela tan de una época de muchos niños de mi generación, con la que se nos hacían los pijamas.  De niños comenzábamos a ir al cole con el sweater correspondiente desde principios de septiembre. Ese sweater marcaba un tiempo nuevo, era un símbolo en color azul fuerte, ese tono que conocemos como azul marino y que también en estos lares se le dice azul pavo. Era muy querida esa prenda ya que tenía el escudo del colegio y producía un orgullo especial, gran felicidad del paso por esas aulas conducidas por monjas estadounidenses entregadas a su labor de enseñanza, que desde el kínder nos motivaban a aprender su idioma de una manera natural. Para mi había también otro motivo, mi padre había colaborado con la creatividad de su profesión en la construcción del recinto y diseñado en la fachada del colegio un escudo enorme a base de mosaicos pequeños.

Ese emblema a diario sigue dando la bienvenida a los alumnos hasta hoy. Amplios y frescos corredores conforman este recinto, que en estos días de fin de año llenos de ventiscas inesperadas hacen apurar el paso.

Entre recuerdos de infancia me encontraba y a la vez percibía cuan diferente era estar en el presente de mis propios críos y llevar los meses de cierre de año con el mayor orden.

 Encausar y motivar a los hijos a disfrutar con el estudio, asunto que en casa se daba como algo central.

 San Juan de la Cruz era parte de mis lecturas:

-Despojarnos de nosotros mismos-.

Cuando uno lo relee, vuelve la frase a resonar como si fuera de la primera lectura. Nos preguntamos: ¿Cómo nos despojamos de nosotros mismos?

Antes que nada, sabiendo quienes somos, ya que, sin esa claridad, las cargas del ego se quedan a vivir en nosotros.

 Porque, no nos vaya a ocurrir que la vida pase sin pensar y no nos demos cuenta. John Lennon dice:

-Porque la vida es eso que pasa mientras nosotros hacemos otros planes-. 

Parecerá ingenuo o poco relevante lo que voy a contarles: en mis textos releídos encuentro como me preocupaba tener claros los cambios en la dirección de mi letra manuscrita, que al fin recuperé en su versión original. Los planes a veces son imperativos y los trae la vida misma. El asunto me hablaba de no tener toda la tranquilidad que esperaba. Durante la adolescencia mi letra sufrió cambios en la forma y modo de ser plasmada, porque una persona muy querida con la mejor intención del mundo, me animó a cambiar la posición de la mano y luego tuve necesidad de volver a lo original. Al fin la recuperé totalmente. Me costó y valió la pena el tiempo que dediqué en volver con la posición típica zurda.

 En estos tiempos parte de lo escrito me llevó a centrarme en la búsqueda de los puntos claves de todo lo que la carrera de Antropología me había dado. La docencia me había mantenido bastante al día, las lecturas al respecto nunca las abandoné. Entre otros asuntos quería profundizar en los ejes que marcan el conocimiento del ser humano. ¿Cómo evolucionamos?

¿Es la cultura la que nos hace crecer? ¿O no será más bien que el cerebro evolucionado es el que nos propicia los cambios más significativos? Pasaron muchos años y otros tantos libros, antes de que me encontrara con el texto más certero.  Hace apenas unos días terminé de revisarlo, un texto en específico que me llevó por caminos de comprender mejor al individuo y como afectamos a toda la especie. Leí y saque algunos apuntes que aquí mismo compartiré.

Mucho de lo que a continuación voy a comentar proviene de los estudios hechos por un pediatra español que además de su bien llevada práctica profesional, se dedica a estudiar la evolución dentro de las propuestas y pensamiento científico.

Ese porque al que han llegado los estudiosos y que puede decir con más claridad el hecho que como individuos somos los principales agentes de la evolución humana.

El título del ensayo del Dr. Del Cstillo puede parecer desconcertante:

-Dios, Darwin y Freud nos han abandonado- Por: Fernando del Castillo Martín.

Cuando mi esposo me regaló el libro del Dr. Del Castillo, en verdad que me dieron ganas en ese preciso momento de sentarme en mi espacio preferido y leerlo de cabo a rabo. He de volver a confesar que mi método de lectura es así: Leer todo. Leo de un solo jalón y luego preciso regresar con calma con el plumón de alerta.

Tenía claro que, como un buen trabajo de mandala no habría que apresurarlo, sin ese orden y paciente lectura no me llevaría a los resultados que hoy día obtuve y que me hace muy feliz poder compartir. Así pues, me di tiempos y espacios para ir absorbiendo poco a poco todo lo que el Dr. Del Castillo propone.

De entrada, lo que el autor nos plantea es que los conceptos que nos mueven y hacen evolucionar a toda la especie, los tenemos que revisar teniendo en cuenta las actualizaciones. Ninguno de esos estudiosos del pasado nos ha abandonado, solo que, en parte, sus conocimientos se han superado.

En la contraportada nos dice textual: -La evolución alcanza el estadío humano y lo que antes era evolución de la especie, ahora es evolución del individuo gracias a la adquisición de la inteligencia que permite a la persona ser cada vez más independiente-. Así pues, es la inteligencia bien conducida, educada e independiente lo que permite cambios de fondo.

Si los primeros pensamientos se apostaron en que el medio ambiente era determinante para los cambios evolutivos de las especies, y lo mismo se pensó del ser humano, hoy ya sabemos que es el cerebro y sus virtudes lo que cuenta.   

-El progreso material de la humanidad en los últimos siglos ha sido asombroso-. Nos dice el autor, y no se ha asentado con las mejores propuestas para mejorar a toda la especie.

Antes del siglo XVIII todo se respondía más fácil, al mismo individuo no se le había investigado a profundidad, nunca Darwin nos habló de quienes fuimos y somos.

La época de la ilustración nos convierte en el centro de la escena, del interés por saber más de nosotros mismos, y aun con ese interés estos estudios han tomado su tiempo. Ese yo único que nos ira definiendo aun no acaba de ser comprendido del todo.

Los campos de estudio van dando cuenta de los movimientos de los grupos, y se detecta que en los individuos hay un vació existencial, empiezan a surgir colectivos con carga ideológica que creen que eso mismo los define, una ideología. Surgen grupos que van cambiando su percepción del Dios que les había dado sentido y se crean nuevas maneras de pensar, necesarias, y que responden a los asuntos grupales. Así se mueve el pensamiento, va respondiendo a las necesidades y a veces se dan retrocesos como para tomar aliento y la fuerza justa y así puedan surgir los nuevos paradigmas.

Es en la segunda mitad del siglo XX, cuando se ahonda la soledad del ser. El individuo no se tiene del todo a sí mismo y tampoco está de acuerdo a todo lo que la sociedad le propone para estar en paz. Pareciera contradictorio, pero los adelantos en la técnica y en lo material muchas veces confunden y sus aportes no son comprendidos en la medida que inciden para nuestra evolución.

Dice el autor: -perdida la batalla de la utopía colectivista, el individuo vuelve a encontrarse en soledad…su única alternativa ideológica es el yo liberal-.

 Se cree que lo único que resta en la vida es disfrutar de lo material obtenido. Como si solo la vida material diera el sentido.

Entramos al gran equivoco. Hemos de aceptar que en mucho nos hemos equivocado y el camino son las herramientas educativas.  Es en el siglo XX cuando la vida se empieza a sentir más distorsionada, hay perdida de objetividad en los grupos.

El mundo dividido hace de la posesión material su Dios. Por otro lado, gran parte de la especie humana desarrolla un ansia de espiritualidad, esa urgencia que se crea con los vacíos existenciales.

La charlatanería de grupos oportunistas se instala. ¿A quién seguir? ¿A los que nos enseñan a hacernos más ricos en lo material a como dé lugar? ¿O más bien a quienes nos conducen a la plenitud espiritual? ¿Existe un justo medio entre ambas posturas?

Algunas personas obtienen su seguridad por el hecho mismo de creer por creer sin entender. No hay motivación para revisar y observar. Cuando es muy fuerte la creencia de que solo somos el cuerpo y que en cuanto se vaya de nosotros ya no seremos nada, nos produce temor una nada sin sentido. Cada que tenemos una crisis, el mundo nos está dando la oportunidad de crecer y cuando no lo entendemos así, nos aferramos con fuerza a lo único que conocemos, a veces irracionalmente. (Continuará)

 

 

 

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