D.L.V.D. Vivir como un mandala que fluye. (6)
Vivir con el sentido de alerta encendido, lograr que cada momento
sea digno, sea pleno, sea colorido. MJ
Parte del porqué de la necesidad de escribirse, y la práctica de esta
actividad personal a lo largo de la vida, es el hecho de que nos aporta
certidumbre y mucha plenitud al llegar al punto de revisión. Como un limo
formado por capas, todo se devela con su color, así como un mandala, cada etapa
de la vida es vivida con sus peculiares coloridos. Si sentimos serenidad en
cada etapa es claro que se afecta con bien la siguiente y nos va quedando claro
que no somos eternos en la tierra y que más nos valdría estar en paz cuando
soltemos el cuerpo.
La estratigrafía de nuestro ser que se va descubriendo
para nosotros mismos, es lo que nos hace comprender que la dignidad es
circular, es decir, su redondez redunda en todos los aspectos de nuestro ser,
mientras seamos capaces de percibirlo como un todo que nos clarifica lo que la
vida demanda. Cada imperativo vital, tiene sus porques, a veces nos es difícil
digerirlos, mas cuando esos asuntos se asientan las claridades nos acompañan.
Es un hecho que el devenir de las acciones que de pronto nos sobrecogen, en la
mayoría de los casos no las esperamos. ¿No es la vida misma el primer reducto
de asombros? La vida en si misma es un asombro perpetuo y más cuando vemos que
los años pasan y de pronto nos encontramos con que los años se han ido ¿Se nos
han escondido? ¿en qué parte de nosotros se han guardado?
Cuando escribí la libreta que hoy reviso, la numero 61(sesenta
y uno) terminaba el verano.
Ya tenía clara la decisión de dejar el taller de Arte que
venía impartiendo a niños, se cerraba un ciclo. Motivar a los peques en su
creatividad es algo muy pleno y satisfactorio, que se realiza con
responsabilidad para no crear el efecto contario. Todo lo que se les propone en la práctica con
niños es bueno, y ha de ser un gusto aunado a la diversión.
En los niños es
importante visualizar a largo plazo y así lo que se les propone en principio
solo como motivación, luego de frutos de sensibilidad.
Sabía, y tenía yo bastante claro que en lo futuro
volvería a la motivación de críos, como de hecho sucedió con nuevos tiempos y
espacios determinados. Hoy día ya con los mas peques he cerrado los ciclos.
En estos lares del
sureste mexicano no hay propiamente un invierno, al cerrar el verano, sabemos
que habremos de sacar dos o tres sweaters y percibir el fin de año un poco más
fresco, a muchos nos resulta grato. Lo hacemos con la ilusión de esa tregua
climática que sabemos llegará cuando los primeros Nortes se asoman y pintan los
vientos del sureste con la consabida heladez.
Me costó aceptar el cambio climático. Es un asunto un
tanto de: hasta no ver no creer. No ha sido fácil de comprender qué
tanto hemos afectado al planeta y como se está manifestando. Aceptarlo es mejor
y más si nos abrimos a entender sus efectos a largo plazo.
También estos días previos al frio, me producían un gozo
de recuerdos de infancia. Volver a percibir con la mente el olor y textura de
la franela, esa tela tan de una época de muchos niños de mi generación, con la
que se nos hacían los pijamas. De niños
comenzábamos a ir al cole con el sweater correspondiente desde principios de
septiembre. Ese sweater marcaba un tiempo nuevo, era un símbolo en color azul fuerte,
ese tono que conocemos como azul marino y que también en estos lares se le dice
azul pavo. Era muy querida esa prenda ya que tenía el escudo del colegio y producía
un orgullo especial, gran felicidad del paso por esas aulas conducidas por
monjas estadounidenses entregadas a su labor de enseñanza, que desde el kínder
nos motivaban a aprender su idioma de una manera natural. Para mi había también
otro motivo, mi padre había colaborado con la creatividad de su profesión en la
construcción del recinto y diseñado en la fachada del colegio un escudo enorme
a base de mosaicos pequeños.
Ese emblema a diario sigue dando la bienvenida a los
alumnos hasta hoy. Amplios y frescos corredores conforman este recinto, que en
estos días de fin de año llenos de ventiscas inesperadas hacen apurar el paso.
Entre recuerdos de infancia me encontraba y a la vez percibía
cuan diferente era estar en el presente de mis propios críos y llevar los meses
de cierre de año con el mayor orden.
Encausar y motivar
a los hijos a disfrutar con el estudio, asunto que en casa se daba como algo
central.
San Juan de la Cruz
era parte de mis lecturas:
-Despojarnos de nosotros mismos-.
Cuando uno lo relee, vuelve la frase a resonar como si
fuera de la primera lectura. Nos preguntamos: ¿Cómo nos despojamos de nosotros
mismos?
Antes que nada, sabiendo quienes somos, ya que, sin esa
claridad, las cargas del ego se quedan a vivir en nosotros.
Porque, no nos
vaya a ocurrir que la vida pase sin pensar y no nos demos cuenta. John Lennon
dice:
-Porque la vida es eso que pasa mientras nosotros hacemos
otros planes-.
Parecerá ingenuo o poco relevante lo que voy a contarles:
en mis textos releídos encuentro como me preocupaba tener claros los cambios en
la dirección de mi letra manuscrita, que al fin recuperé en su versión original.
Los planes a veces son imperativos y los trae la vida misma. El asunto me
hablaba de no tener toda la tranquilidad que esperaba. Durante la adolescencia
mi letra sufrió cambios en la forma y modo de ser plasmada, porque una persona
muy querida con la mejor intención del mundo, me animó a cambiar la posición de
la mano y luego tuve necesidad de volver a lo original. Al fin la recuperé
totalmente. Me costó y valió la pena el tiempo que dediqué en volver con la
posición típica zurda.
En estos tiempos
parte de lo escrito me llevó a centrarme en la búsqueda de los puntos claves de
todo lo que la carrera de Antropología me había dado. La docencia me había
mantenido bastante al día, las lecturas al respecto nunca las abandoné. Entre otros
asuntos quería profundizar en los ejes que marcan el conocimiento del ser
humano. ¿Cómo evolucionamos?
¿Es la cultura la que nos hace crecer? ¿O no será más
bien que el cerebro evolucionado es el que nos propicia los cambios más
significativos? Pasaron muchos años y otros tantos libros, antes de que me
encontrara con el texto más certero. Hace
apenas unos días terminé de revisarlo, un texto en específico que me llevó por
caminos de comprender mejor al individuo y como afectamos a toda la especie. Leí
y saque algunos apuntes que aquí mismo compartiré.
Mucho de lo que a continuación voy a comentar proviene de
los estudios hechos por un pediatra español que además de su bien llevada práctica
profesional, se dedica a estudiar la evolución dentro de las propuestas y
pensamiento científico.
Ese porque al que
han llegado los estudiosos y que puede decir con más claridad el hecho que como
individuos somos los principales agentes de la evolución humana.
El título del ensayo del Dr. Del Cstillo puede parecer
desconcertante:
-Dios, Darwin y Freud nos han abandonado- Por: Fernando
del Castillo Martín.
Cuando mi esposo me regaló el libro del Dr. Del Castillo,
en verdad que me dieron ganas en ese preciso momento de sentarme en mi espacio
preferido y leerlo de cabo a rabo. He de volver a confesar que mi método
de lectura es así: Leer todo. Leo de un solo jalón y luego preciso regresar con
calma con el plumón de alerta.
Tenía claro que, como un buen trabajo de mandala no
habría que apresurarlo, sin ese orden y paciente lectura no me llevaría a los
resultados que hoy día obtuve y que me hace muy feliz poder compartir. Así pues,
me di tiempos y espacios para ir absorbiendo poco a poco todo lo que el Dr. Del
Castillo propone.
De entrada, lo que el autor nos plantea es que los
conceptos que nos mueven y hacen evolucionar a toda la especie, los tenemos que
revisar teniendo en cuenta las actualizaciones. Ninguno de esos estudiosos del
pasado nos ha abandonado, solo que, en parte, sus conocimientos se han
superado.
En la contraportada nos dice textual: -La evolución
alcanza el estadío humano y lo que antes era evolución de la especie, ahora es evolución
del individuo gracias a la adquisición de la inteligencia que permite a
la persona ser cada vez más independiente-. Así pues, es la inteligencia bien
conducida, educada e independiente lo que permite cambios de fondo.
Si los primeros pensamientos se apostaron en que el medio
ambiente era determinante para los cambios evolutivos de las especies, y lo
mismo se pensó del ser humano, hoy ya sabemos que es el cerebro y sus virtudes
lo que cuenta.
-El progreso material de la humanidad en los últimos
siglos ha sido asombroso-. Nos dice el autor, y no se ha asentado con las
mejores propuestas para mejorar a toda la especie.
Antes del siglo XVIII todo se respondía más fácil, al
mismo individuo no se le había investigado a profundidad, nunca Darwin nos habló
de quienes fuimos y somos.
La época de la ilustración nos convierte en el centro de
la escena, del interés por saber más de nosotros mismos, y aun con ese interés
estos estudios han tomado su tiempo. Ese yo único que nos ira definiendo aun no
acaba de ser comprendido del todo.
Los campos de estudio van dando cuenta de los movimientos
de los grupos, y se detecta que en los individuos hay un vació existencial,
empiezan a surgir colectivos con carga ideológica que creen que eso mismo los define,
una ideología. Surgen grupos que van cambiando su percepción del Dios que les
había dado sentido y se crean nuevas maneras de pensar, necesarias, y que
responden a los asuntos grupales. Así se mueve el pensamiento, va respondiendo
a las necesidades y a veces se dan retrocesos como para tomar aliento y la
fuerza justa y así puedan surgir los nuevos paradigmas.
Es en la segunda mitad del siglo XX, cuando se ahonda la
soledad del ser. El individuo no se tiene del todo a sí mismo y tampoco está de
acuerdo a todo lo que la sociedad le propone para estar en paz. Pareciera
contradictorio, pero los adelantos en la técnica y en lo material muchas veces
confunden y sus aportes no son comprendidos en la medida que inciden para
nuestra evolución.
Dice el autor: -perdida la batalla de la utopía
colectivista, el individuo vuelve a encontrarse en soledad…su única alternativa
ideológica es el yo liberal-.
Se cree que lo
único que resta en la vida es disfrutar de lo material obtenido. Como si solo
la vida material diera el sentido.
Entramos al gran equivoco. Hemos de aceptar que en mucho
nos hemos equivocado y el camino son las herramientas educativas. Es en el siglo XX cuando la vida se empieza a
sentir más distorsionada, hay perdida de objetividad en los grupos.
El mundo dividido hace de la posesión material su Dios. Por
otro lado, gran parte de la especie humana desarrolla un ansia de
espiritualidad, esa urgencia que se crea con los vacíos existenciales.
La charlatanería de grupos oportunistas se instala. ¿A
quién seguir? ¿A los que nos enseñan a hacernos más ricos en lo material a como
dé lugar? ¿O más bien a quienes nos conducen a la plenitud espiritual? ¿Existe
un justo medio entre ambas posturas?
Algunas personas obtienen su seguridad por el hecho mismo
de creer por creer sin entender. No hay motivación para revisar y
observar. Cuando es muy fuerte la creencia de que solo somos el cuerpo y que en
cuanto se vaya de nosotros ya no seremos nada, nos produce temor una nada sin
sentido. Cada que tenemos una crisis, el mundo nos está dando la oportunidad de
crecer y cuando no lo entendemos así, nos aferramos con fuerza a lo único que
conocemos, a veces irracionalmente. (Continuará)
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