Un día, una circularidad. (12)
Encontrar
la cuadratura al círculo, no es una necesidad real cuando vemos con
claridad. MJ
Cuantas veces habremos escuchado la frase: -La cuadratura del círculo-
sin darnos realmente cuenta de que nada se puede forzar cuando tenemos nítida
la realidad, mucho menos cuando estamos hablando de las acciones realizadas en
un solo día.
Cuando comprendemos que la realidad tiene dos dimensiones
básicas (mental y material) y que solo somos nosotros mismos quienes podemos
hacerlas concordantes, muchísimas cosas que vivimos se agilizan, y como se dice
hoy día: fluimos mejor. Ese aspecto del fluir, es uno de los aportes más
significativos de la psicología en últimos tiempos. Ver los círculos
concéntricos de las acciones como se abren y lo que queda pendiente para nuevos
momentos, lograrlo sin prisa. En tiempos pasados más bien se enmendaba la
acción y no se tenía tan en cuenta el valor del flujo. Por estar tratando de
poner la realidad a tono con ideas preestablecidas podía forzarse lo que
ya estaba dado con naturalidad. Este modo de pensar conlleva cierta normalidad
en algunos grupos y círculos sociales. Las virtudes no siempre se adecuan a los
valores de la época y nos olvidamos de que aquellas son más imperecederas que
lo que de pronto se valora, sea por costumbre o moda. Cuando las realidades no
corresponden con lo que llevamos en mente, se pierde la concordancia, ya que hay que
tomar en cuenta las dinámicas que la vida exige. El ser humano en el afán de vivir lo más adaptado
posible, se puede perder entre la exigencia y la realidad, y cada uno de
nosotros puede producir sus propios nubarrones. Existe una esencia dentro de
cada ser humano que rige desde el alma. La cultura es una combinación de la
condición socioeconómica, el hacer y vida real. Estos tres aspectos han de tener
un determinado ritmo acorde a los tiempos o la persona vive en empeños forzados.
En el caso de los críos aun teniendo en sus manos la circularidad natural (don
con el que se nace) a veces por ignorancia o más bien cerrazón mental del
educador, más pronto que tarde se deforma el pensamiento.
Las exigencias del
medio en el que vivimos las vamos conociendo desde la infancia y la
circularidad de cada día es la clave. Como olvidar cuando mi marido me decía no
querer ir a algún evento en donde no tenía claro todo lo que ahí iba a vivirse.
Cuidar el entorno de convivencia es importante. Aunque parezca extraño, el
convivir tiene todo que ver con la personalidad, unos son más cautos, otros
seres más abiertos y con la edad la forma personal se acentúa.
Lo que en la vida real del día a día se
empieza a dar en función a ese sentido distorsionado entre mente y realidad,
tambien puede afectar al sentido común. El ser humano con tal de encajar
en algún ambiente tiende a forzar vivencias y de creer que tiene que trabajar
la realidad mucho más allá de lo exactamente evidente. Es capaz de mover cielo
y tierra. Cuando lo terrenal está dado, solo hay que tener presente los cielos ficticios
que se crean en la mente, los que a veces producen esas demandas en las que nos
autoimplicamos y puede haber dolor. Todo lo distorsionado del mundo actual,
tiene sus bases en esas percepciones no entendidas a tiempo y que creemos muy
naturales en la vida, por lo que esa paz tan mentada puede alejarse. Las
cuadraturas no existen en el flujo realista del vivir. Solo la mente las crea
como trazos implícitos y ni que decir hoy día que vivimos las redes sociales
tan intensas y estamos a merced de los algoritmos. Todo es más complejo.
La complejidad no
debe producir confusión. El empeño de los logros en demasía es un hecho más
actual, que existe con mucha más demanda en este siglo, y eso nos hace estar en
mil cosas a la vez. El consumismo de cosas inútiles nos deja claro cómo tambien
se consume gente, en las dos acepciones del término: quienes se
desgastan mental y físicamente por creer que lo importante es estar en todo
lugar y quienes solo quieren estar cerca de las personas a las que podrán
utilizar, como si fueran objetos. Cuando
nos damos cuenta que estamos en el circulo que nos corresponde y que es lo que
forma nuestra naturaleza más original, se da una reciprocidad mental y hay más
armonía en todo. La vida en verdad puede
ser muy fluida y feliz, todo depende de los ingredientes que le pongamos. Todo
esto me ha venido a la mente con más claridad en la década del séptimo escalón
de vida.
Entre otras cosas que trae la madurez es que vamos
cerrando etapas con más claridad y por naturaleza se nos da saber cómo son las
personas. Uno puede pasar más tiempo del necesario tratando de ajustar el
pensamiento con la mayoría de los mortales a los que se trata, con los que uno
convive, cuando lo único y más importante que hay que saber hacer (exacto como
lo hacen los niños) es fluir conjuntamente con quienes tratamos y lo más
importante que recordamos observando a los niños: saber estar presentes en la
realidad.
Somos nosotros los adultos los que nos empeñamos en
estacionarnos en etapas pasadas y cómo el circulo vital tendría que cambiar el
derrotero de sus líneas, antes de darnos cuenta cuan valiosa es saber fluir.
Me parece que, en
las décadas de este primer siglo (solo llevamos dos y media) estamos haciendo
que los críos tengan que responder en demasía a algunos asuntos más demandantes
que lo que eran en tiempo pasado. Es verdad que hay una prisa descomunal en la
vida de hoy.
Llueva, truene o relampaguee a veces se cree
que todas las actividades del universo han de caber en un solo día, sabiéndolas
acomodar… eso es falaz. Si les demandamos a los críos que todo el tiempo
estén ocupados ¿en dónde queda el momento de ocio para observar? aunque queramos
creer que la esencia humana es de andar con mil cosas a resolver en menor
tiempo y las prisas ni qué decir, la normatividad de nuestra esencia es de otra
índole, hemos venido al mundo a hacer la misión encomendada y seguro que esa misma
no es carrereada. Creo que propiciar
conversaciones con los más peques puede ser una buena respuesta para que en esa
comunicación se vaya depurando ese dinamismo que nos está arrasando en el siglo
XXI. Saber que la vida es dinámica eso es claro, tambien que tiene sus propios
tiempos nos lleva a la premisa Zen que debe acompañarnos: Hay tiempo para
todo… el asunto clave es saber ¿Cuál es el tono temporal para uno mismo? Afinar
ese tono es lo que nos habría de ocupar. Lo acabo de vivir con mi propio
nieto, apenas lleva un mes en el área de la Primaria y me fascino lo que me
dijo el otro día. -sabes, todo está mucho más fácil de lo que me imaginé-. Mas
elocuencia y concordancia con la realidad no puede haber en esa expresión.
Es lógico tener el pendiente de cómo será el futuro. Mas,
en casos de cambio de fondo: espacios nuevos, amigos nuevos, dinámicas nuevas…todo
será más claro hasta que no se tiene la realidad en la mano. No divagar futureando.
¿Qué necesidad hay de cuadrar y comer ansias
cuando lo que puede fluir en círculos concéntricos de vida, lo tenemos a la
mano y claro? es tan sencillo como que la vida es tal cual y nosotros nos
empeñemos en verla diferente. Un ejemplo es el de la puntualidad: Sabemos que
no solo depende de nosotros mismos el ser puntuales, a veces nos toca que hay
personas que creen que la gasolinera es su taller personal y le checan al
automóvil hasta lo más profundo del motor y otros seres humanos van por la calle
como si fuera toda de su propiedad y sin tener en cuenta el flujo. Mil acciones
y pretextos podremos encontrar antes de llegar a tiempo, mas quien es
consciente de esta acción como importante, lo puede lograr con orden y
diciplina y porque representa un valor no mutable.
La vida circular está ligada a visualizar lo más
importante. No tener todas las encomiendas en el mismo pandero, ni al
mismo tiempo. Las acciones se darán más fluidas si las hemos visualizado
en cierta manera de antemano, pues es seguro que se darán como nos es
conveniente. En lo personal, mi agenda no solo me sirve para programar el día,
sino para calcular tiempos y momentos.
Tendemos a creer que podremos con todo. Lo
importante es saber que ponemos en la canasta de ese todo personal,
para no vivir las acciones con atropello.
Aquí en casa hemos padecido migrañas hormonales desde mi abuela
materna. Supe que ella se hacía remojos de pies en agua caliente y se curaba
con homeopatía. Vi a mi madre padecerlas sin remedio, hasta que con la
menopausia cejaron. Mi hija me ha visto a mí misma y acudir al neurólogo en ese
momento. Ahora es ella misma la que está pasando ese curso hormonal hereditario,
lo maneja con respeto a tiempos y momentos. El ritmo obligatorio ha sido
reconocer esa condición: tiempo y cuidado necesario. Decía
una tía muy querida: -Cuidado con la
liga del accionar diario, que no se puede estirar más allá de lo que da, porque
se rompe-. La fuerza mental tambien puede agotarse y veremos la necesidad de
parar por la imperancia de la salud. El privilegio del adulto es cada día más,
saber elegir.
¿Qué hacer con el tiempo personal si de plano se sale del
círculo de sanidad activa? parar. Quien no es dueño del tiempo del que
dispone, cae en el absurdo de creer que puede con todo. Es muy diferente, MI
tiempo, al tiempo Del mundo y Los Tiempos de Dios que son los
más exactos, aunque no siempre nos encanten del todo. Me tomo la
libertad de escribir en mayúscula esa temporalidad divina, porque tengo clarísimo
que son los más importantes.
Los tiempos divinos vienen a actuar junto a nosotros en
el paquete de encomiendas que tenemos al entrar al mundo, éstas, como hemos
comentado, se van deformando por exigencias y ninguna exigencia es buena.
De pronto nos
resuena en la mente: -es que tengo que hacer esto-. -Es que tengo que
ir a tal o cual sitio-. -Es que tengo a fuerzas que vivir tal o cual
cosa-, porque si así lo hacemos, tal pareciera que no estamos viviendo la vida
plena. Comerse al mundo a bocanadas no es plenitud, se parece más a una
desesperanza absurda que puede cobrarnos tributo.
Las curvas vitales
(exacto como sucede en las vías terrestres) de pronto se aparecen y nos obligan
a bajar la velocidad. No es ni solamente
el medio socioeconómico el que debe mandar el juego, ni mucho menos
confundirnos con el sentido de cultura que tenemos. Se ha confundido a la
cultura con el saber más, así como con el asistir a mil eventos, creo que por
ahí la hemos errado.
De pronto notamos que hay aceleres y no nos damos cuenta cómo
nos invade una desesperanza sutil que desbalancea, el Fomo del que
hablan los jóvenes: fear of misssing out. Hacer al círculo vital deformarse a
tales grados que se nos pueden olvidar los porqués más obvios y en esos resquicios
es por donde se infiltra el stress. Me parece tremendo cuando en las vías
públicas hoy día, los conductores de automóviles son capaces de todo con tal de
sentir que pasaron primero que otros. Uno se pregunta ¿A dónde van con esa
prisa inaudita? pareciera como un logro de la conciencia tener esa inconciencia
de estar desesperados por pasar. Se rebasa por la derecha con toda impunidad,
porque aun estando libre el carril de rebasar, es tanta la desesperación por
pasar primero, que se pasa por donde no es el camino, con una desfachatez
tremenda.
Es en el orden vital de cada grupo familiar en donde se ponen
las bases para comprender lo absurdo de la impunidad. No creo que sea necesario
hacer que nuestra circularidad se cuadre. El niño, si aprende a
conocerse, a descubrir sus propias herramientas, será un ser afortunado y dueño
de sí mismo.
Hacer ver al crio que lo que se hace es parte de la
correspondencia. Es decir, lo que nos
corresponde como parte del momento vital y circular que vivimos. En la homilía
del domingo el presbítero dijo: -No se premia lo que es un deber- O lo que es
lo mismo: El niño tiene tareas que realizar y el primer favorecido es él mismo.
No se hace un favor a los padres cuando se cumple. Sentido del deber claro.
Es tan importante el valor de la estabilidad interna, que
se vuelve un objetivo claro y sereno, cuando se descubre como parte del flujo
natural.
Cuando observamos cómo se comportan los pájaros en las
ramas de los árboles, y en general el mundo animal, nos damos cuenta como la
dinámica vital lleva sus propias dignificaciones y momentos y no se vive a
empujones ni a sombrerazos. Se dice que quien convive con un gato, ya tiene al
mejor maestro de las parsimonias adecuadas. En casa el gato pide salir… y uno
le abre la puerta y éste se toma un buen tiempo para dar los pasos más allá de
la puerta, jamás he visto a mi gato salir a cajas destempladas. Hoy día estamos
viviendo cómo las chachalacas se quedan en los jardines en grupos, ¡pájaros muy
ruidosos! Ese piar puede hablar de felicidad.
Claro que lo de afuera no nos define y tampoco es tal cual lo imaginamos.
Cuidar lo que escuchamos en los medios, porque nunca es completo el mensaje.
La total objetividad no existe. En la ciencia si existe
la rigurosidad del experimento para poder obtener conclusiones, mas en la vida
de cada día lo que más nos viene bien es ser observadores y pausados.
Cuando sentimos al alma personal como si estuviese retrancada,
es porque algunas incongruencias están presentes. La pauta más realista es
bajar los ritmos y saber que hay cosas que se aceptan con las reservas del caso
y uno sigue adelante para mejorar el flujo, eso es respetar la circularidad que
hay. (Continuará).
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