miércoles, 26 de enero de 2022

 

De rutinas. (3) (compartido)

Las costumbres y tradiciones solo tienen sentido si sirven para hacernos más humanos.MJ

 

Las haciendas henequeneras en su tiempo de auge celebraban la bajada del Santo Patrono con la presencia activa y disfrutada por parte de los hacendados y en el caso particular de Chacmay esto era el día 13 de junio día de  San Antonio de Padua. Las festividades incluían la consabida corrida de toros con el tablado armado por los pobladores, mismo que se lograba con troncos delgados y ramas de huano. Siempre se escapaba algún toro creando tremenda  algarabía. El relato que a mí me tocó  escuchar recuerda que en una ocasión casi alcanza el toro a uno de los presentes que iban en el grupo de amigos de mi madre, mismo incidente que sirvió para que pasados los años esos que lo vivieron se carcajearan juntos una y otra vez y disfrutaran el recuerdo de tiempos de amistad juvenil.

Los vínculos de juventud siempre serán eternos, independientemente de los caminos que se tomen y de las mentalidades que se guarden, es verdad que no en todos los casos con la misma intensidad y frecuencia ya que  todos tenemos el deber de evolucionar nuestro camino y pensamiento, mas a unos les cuesta más que a otros y no siempre hay coincidencias y esto creo que sucede por esas ideas que estacionadas y provenientes de lugar seguro y antiguo, se perciben como eternas y mejores. Ninguna idea es mejor o peor que otra y nunca por ideologías se debe separar la gente que se tiene cariño añejo, lo que en realidad vale la pena revisar es que tanta vigencia tiene lo que creemos y si propone para que todos mejoremos o al menos nos cuestionemos. Entre amigos es maravillosa la diversidad porque es lo que enriquece al grupo.

La mayoría de los hacendados tenían una propiedad frente al mar. Algunos que eran parientes y amigos entre sí  construyeron lo que se conoció como los Corredores de Xculuquiá en el puerto de Progreso, en donde se podía ir de una casa a otra tan solo avanzando unos pasos de la propia. Todo  bajo un corredor techado continúo. Luego se les conoció con el sobrenombre  de La Ferretería, porque puro tubo: tuvieron, tuvieron muchos bienes materiales, mas por la falta de educación formal en relación a la cultura del trabajo, el devenir les atropello  y la escasa visión  de futuro  les hizo perderlo todo o casi.

El modo como nos organizamos durante cada semana en la vida diaria y cómo esas actividades que se repiten cada siete días nos son muy beneficiosas es algo muy positivo. Me acostumbré desde niña a tener una percepción especial en relación a cada día de la semana, sintiendo  que unos días me agradaban más que otros, luego se concretó mucho más cuando comencé a escribir las acciones realizadas, ya que me quedó claro que cada día tiene su secreto (Así se titula una novela bastante cursi que leí en mis juventudes) y  percibirlos con un color especial. El lunes, con su consabida fuerza de dar inicio a una semana nueva se me representa en tonos de un beige/mostaza que conlleva el color de la sabiduría, la luz. Si no lo  tomamos como el día clave para encausar a los demás, afectamos a  los seis días restantes. Comprendo a los albañiles que tienen fama de no tomarse en serio este día, siempre admiré muy de cerca el trabajo de los verdaderos héroes de la construcción, ya que me encantaba ver como todo iba tomando forma.  Para algunos de nosotros resulta muy pesado este día, ya que tiene sus volutas dimensionales muy  particulares, no sé si la mayoría de los ausentes en el trabajo de  los lunes se deba a los excesos del domingo o porque en realidad se toma como un día para encausar. Los martes ya son de otro movimiento y dinamismo, en lo personal me encantan para profundizar en mis proyectos personales, de tonos  marrón flotando en un espacio rosa /naranja. Ni que decir de los miércoles que con su centralidad ya los sentimos del todo activos, me encantan los miércoles, son como el vínculo central entre todos los demás,  como un mirador de cómo programamos, son de color verde vivo y luminoso, como el de las hojas de los arboles cuando nacen. Los jueves son verdes también, es ya más bien un tono terroso y realista, como que las acciones van aterrizando.  En el horizonte del cierre  de la semana vislumbro verdes muy oscuros para el viernes, esos verdes llenos de vida como un bosque de sorpresas agradables, cambiando la luz de los  verdes oscuros al tono esmeralda para el sábado, día alegre y que nos queda muy claro que todos disfrutamos especialmente. Algunas veces nos preguntamos porque hay  grupos en los que se considera al domingo como apertura y en otros como cierre. Es una cuestión de convencionalismos, porque a la semana civil y común se le da inicio el lunes ya que el domingo es de cerrar y descansar. En otros grupos el calendario litúrgico ha propiciado que el domingo sea de apertura, de inicio con sus consabidas ceremonias y rituales dando así encauce en este día de luz. Mis domingos son totalmente amarillos.

Somos seres duales, tenemos esas dos vertientes en nuestro ser y hay que lograr equilibrar armonías.

Lo dual

Uno se tiene, uno no se tiene.

Uno está, uno no está.

Uno piensa, uno despiensa.

Uno valora, uno revalora.

Uno quiere, uno no quiere.

Uno es, uno no es.

La dualidad de la vida  cuando es mal entendida, es la causa de muchos pesares y dolores. Todo es dual, es algo en lo que no siempre nos detenemos a pensar y que cuando no se establecen claros los derroteros, este asunto juega con nosotros, se puede apoderar de la mente y volvernos frágiles.

Hay que tener mucho cuidado con esas dualidades, todos los momentos son a la vez efímeros y constantes,  instantáneos y eternos, fuertes y suaves.

Vivamos la intuición activa.

Un momento a la vez, una acción a la vez, aun sabiendo que todos los momentos están concatenados.

Y, si en nuestro día a día aparece la enfermedad (en uno mismo o en alguien de nuestro entorno) habremos de saber que ese motivo para bajar el ritmo de la rutina será muy beneficioso. Siempre la mente juega un clave papel en la mejoría del cuerpo. En lo personal admiro profundamente la obra de Virginia Woolf  y lo que otros han escrito sobre ella, los periodos de su estarse en reclusión o peor aún en cama, (tuvo problemas mentales que no se diagnosticaron del todo bien) le ayudaron a crear nuevos enfoques, no solo a su propia vida sino en sus maravillosos textos.

Existe una cita muy clara pronunciada por Miss Thomas, la mujer que muchas veces le acompañó en momentos clave de salud: -Uno no podía dejar de tomarse su bienestar como cosa propia-.

Alguna vez se le preguntó a la Antropóloga Margaret Mead que era para ella la civilización. Los cuestionantes   esperaban respuestas referentes a los avances tecnológicos o de otra índole más de materia palpable o física. Y ella los dejó perplejos cuando respondió que la civilización había hecho su presencia contante y sonante en el momento en que un grupo se dio el tiempo para curar y acompañar a uno de ellos que se había lastimado una pierna. En la vida de las primeras tribus quien se lastimaba era abandonado, dejado a su suerte y obviamente fenecía. Es verdad que hoy día ya sabemos muy bien cuidar de nosotros mismos, mas el gesto de acompañar a alguien que pasa por un momento difícil tal vez se logre con un sencillo mensaje, y hacer una diferencia para una mejor recuperación.

Proust nos dijo:

"La enfermedad es el médico al que hacemos más caso; a la amabilidad, a los conocimientos, solo hacemos promesas; a la enfermedad le obedecemos sin rechistar”.

En los flujos rutinarios siempre debe estar presente el sentimiento de la esperanza. Aunque como solía decir mi abuelo materno (a quien no conocí, pero si escuche de mi madre hablar de él) generalmente Nadie se rasca para afuera. (Continuará)

 

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