De la
vida diaria
De
rutinas (1)(Compartido)
La
rutina, ese espacio activo que nos ayuda a realizar los anhelos más claros y
serenos, bien programada es la menor aliada. MJ
Desde
mucho tiempo atrás mi interés en la temporalidad ha sido constante. De hecho
con suavidad y deslizándose en una creatividad como guardada por los años, mi
obra plástica en acrílicos ha ido tomando camino y está dedicada en su inmensa
mayoría a este tema: El Tiempo y sus variantes. Sentir la temporalidad como un
flujo a favor, es algo que se va logrando como uno de los regalos de la
madurez.
La
segmentación de lo temporal ha sido producto de la observación humana. Desde
que comenzaron los tiempos de nuestras observaciones como especie, tanto al
entorno y medio ambiente que nos rodea y
comprender como la tierra gira alrededor del sol (año) así como un mes es el
resultante de la vuelta de la luna alrededor de la tierra y de ahí derivar a la
concepción de semana con los gloriosos siete días que la componen, nos vino
bien segmentar.
El tiempo
(del latín tempos) es esa maravillosa dimensión que convertida en ciclos se
adentra en la universalidad. Su naturaleza es de un flujo constante, mas saber
de sus ritmos y segmentos es muy necesario.
Hoy
día con más tiempo para pensar en el
tiempo, trato de encontrar como cada
segmento que nos contiene puede hacerse más valioso, no con la idea de la
utilización ramplona de sus horas, sino más bien en una concepción mejor
lograda para que no se trastoque lo que sentimos como feliz, ya que cuando nos
apuramos en demasía es un hecho que perdemos la sensación de felicidad.
Visualizar todo lo que podría traer un año entero parecería muy ambicioso y
hasta arriesgado (y podría causar apuro en el humor) pero no lo es si nos damos
cuenta como durante el año las etapas se van sucediendo con ritmo positivo y si
hemos logrado de alguna manera que sean planeadas,
pues mejor aún. Me da la impresión de que a la idea de año le tememos un tanto porque cada que se cierra uno de esos
largos lapsos, tendemos a sentirnos un tanto más en desventaja, como si la edad
fuera una enemiga silenciosa, como si su paso nos comiera la esperanza a bocados
grandes y pareciésemos quedar como una fruta toda mordida. Desde Newton que
creó el pensamiento en relación de la gravitación y así lograr un
convencionalismo para nuestra percepción del tiempo (él lo concibió lineal: un
segmento de esa línea era igual a un lapso, así como un punto era lo mismo que
un segundo) esas mediciones nos han ayudado. Así también era justo y necesario
que los pensamientos de Einstein llegaran con su maravillosa idea de la
relatividad, y nos dio a todos el cambio radical en el pensar, y así percibir
que todo se establece en tres o cuatro dimensiones.
Uno de
los grandes momentos de cada ser humano es cuando lo que conoce le abre la
mente. Creo que todos sin temor a equivocarme hemos dado esos saltos gloriosos,
en mi caso personal saber que los husos horarios eran movibles me dio mucha
paz, dejé de preocuparme en demasía en entender algo que no se necesita
entender y tan solo hay que vivirlo como cada uno lo comprendemos y sentimos
dependiendo de donde vivimos.
Quiérase
o no, ahí en la vida de cada día se puede estar con buena disponibilidad, cuando se ha planteado todo lo que percibimos
en nuestro actuar anual (del latín anuus) el año visto primeramente como un
todo y equipado con los meses, semanas y días nos conduce con buen sentido mental. Es por mucho, en la
organización del ser humano, el lapso más extendido que cualquier otro. ¿Acaso
alguien programa acciones para un lustro? creo que no. Lo más increíble es que
su lapso de 365 días se pueda medir a tal precisión que los científicos nos
dicen que además hay que añadir 5 horas, 48 minutos y 46 segundos. Aunque a
nadie nos hace más o menos felices este hecho, nos ayuda a creer más en la
ciencia y ser más apegados a saber que sus postulados nos llevaran a los
mejores momentos de nuestra larga historia.
Así
pues, aunque la rutina propiamente se da en el día a día, se gesta desde lo que
esperamos durante los doce meses que nos ven de frente apenas pisamos el primer
día del año y aunque a veces aparezca el pensar en la rutina como algo de
connotación negativa (pensado como que nos obliga y limita) desdeñarla puede ser un absurdo, cuando en realidad ser
ordenados es mucho más liberador. Es ruta a seguir, base de donde partir, aires
de gozo si así lo decidimos. Las rutas a veces se bifurcan o toman nuevas
direcciones y he ahí el detalle de saber romper la rutina con acierto.
En
todas mis libretas revisadas siempre hay esa necesidad de afinar las acciones en la temporalidad, y al volver y
revisar me percato que solo fueron las necesarias alternativas para saber por
dónde conducir, aunque no se haya logrado a pie
juntillas lo programado. Nunca se
realizan las acciones tal como fueron planeadas porque la rigidez es como
ponemos la soga al cuello de la más refinada de las neurosis.
Desde lo que se ha planteado para realizar
durante todo el año (que generalmente se visualiza durante el mes de enero)
hasta lo que se puede esperar del día a día para ir organizando la agenda con
sus horas concretas, vale la pena todo lo que se pueda prever.
Cuando
mis hijos eran chicos y había que dejarlos en casa de los padres de mi marido
yo me esmeraba en hacer una lista de lo que correspondía para cada actividad y
sus horas, mi marido me veía de reojo y solo me decía: -No te esmeres tanto ni
hagas tanto énfasis en eso, mi madre terminará haciendo todo cuando y como ella
quiera y decida.- Bueno, pensaba yo, al menos me esmeré en dar algunas pautas,
mismas que luego descubrí eran totalmente omitidas a la hora de la hora. El
modo de cada quien es sagrado.
Mentalmente
hace bien estructurarnos. Eso mismo hacen los Mándalas cuando las personas
están pasando épocas críticas y los colorean: La mente se reubica, se centra y
adquiere una visión tranquilizadora. Pensar en todo el año como un mándala
totalmente concreto y redondo puede hacernos mucho bien.
Tener
dentro del planteamiento general del año algunas actividades creativas es muy
necesario. A veces percibimos esos entretiempos
como un factor que crea un tanto de vacío y como que no es tan necesario (y
que si nos descuidamos pueden hasta generar cierta angustia) es ahí en donde
podemos añadir al día a día la actividad creativa que más nos guste y
entretenga. El entretiempo es un
lapso maravilloso, a veces da nuevas oportunidades de ver diferente. Aunque el
mundo de la música no es mi mundo, aprecio mucho lo que a ese respecto (y sin
saber casi nada de las teorías) he aprendido a sentir, he escuchado mucho lo
importante que es saber apreciar los intersticios de los ritmos, los silencios entre sonidos y
los lapsos largos de una sola tonalidad. El colorear mándalas se ha puesto muy
de moda, porque se ha descubierto ya el beneficio tan grande que aportan al
cerebro. Son como pequeños periodos vacacionales durante el año, como los
lapsos de silencio en la música, podremos darnos ese regalo de quietud y hacer
algo que nos guste mucho bajando el ritmo de lo frenético y dejando un
verdadero descanso a la mente.
Dentro
de cualquier actividad creativa el color juega un papel preponderante. Se puede
planear colorear un mándala por mes, con los tonos de un solo color, ese mismo
color que nos represente el mes en el que estamos. (Mas adelante hablare de los
colores de cada mes en mí sentir personal).
Planear
pero sin rigor.
Hay épocas del año en las que la rutina toma
visos diferentes cuando las temperaturas cambian. Hoy día casi todos los días
son más cálidos aquí en nuestras tierras que lo que vivíamos antaño, mas no por
eso debe verse afectado el ánimo. Yo soy mucho más proclive a los días de frio,
así es que cuando los hay los disfruto mucho más.
Cuando
la rutina cambia y entramos a una nueva etapa del año, es un buen momento para recargar
las pilas anímicas. (Continuará)
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