jueves, 3 de febrero de 2022

 

De rutinas. (4) (Compartido)

Todo eso que nos afana de más, termina siendo lo de menos.MJ

 

Cuando de un solo día hablamos, todo parece irse tan rápido y a veces demasiado vertiginoso que resulta bueno en ese momento comprender que cada uno de nosotros somos quienes tenemos al tiempo asido por el cuello y no como a veces  llegamos a sentir y creer, que es el tiempo el que nos ordena y manda. Es un hecho contundente que estamos dentro de su dimensión, mas el orden que establecemos en ella lo damos cada uno. Sí es un hecho también, que gracias a la temporalidad nos ponemos en modalidad secuencia de hechos y esto nos permite gozar de cada acción como si fuera única, aun sabiendo que es parte de  ese todo encadenado (que a veces se manifiesta como más embrollado de lo que en realidad es) y que armamos como nuestra vida personal. Esta forma de un devenir constante no debe apremiarnos nunca. El tiempo que estaremos en esta tierra siempre será el suficiente y necesario para la misión encomendada, por lo que los afanes inquietantes salen sobrando.

Es en los lapsos  pequeños del tiempo del que disponemos, es decir los días,  en donde podremos disfrutar de los mejores momentos, cuando nos centramos y concentramos en los hechos más concretos. A veces la percepción es de que tenemos muchos de estos intervalos de veinticuatro horas, tanto es así que  llegamos a sentir que no tenemos el tiempo necesario para lo que hemos elegido en el momento exacto ya que siempre sabemos que tendremos un mañana, cuando la realidad es que como bien dice el dicho, hay que hacer lo que nos corresponde hoy, ya que la creatividad no solo es expresión física, también se refiere al modo de ver y sentir. En la jornada sencilla de un solo día, se puede congratular al alma desde el percibir con mas énfasis los olores de la casa, los sabores, haciendo de cada comida el equivalente a una comunión diaria y bien plantada (nunca debe de ser correteada)  y ni qué decir de los placeres que se pueden encontrar con tan solo disponer de nuestro entorno para relajarnos un rato y percibir el brillo de los colores que nos rodean, los pájaros que nos acompañan al amanecer y los modos específicos como se mueven las luces y las sombras.

Algo de lo que disfruto mucho y que por la pandemia se ha dejado de dar, es sentarme en alguna plaza comercial, elijo un asiento bien situado  y tan solo gozar el pasar de las personas se vuelve un deleite. Es maravilloso leer los gozos reflejados en las caras y ver cómo cada quien disfruta diferente, desde el compás que se lleva al caminar hasta el modo de ver.

En los ritmos de acción de cada día reside en mucho elegir con acierto el humor que nos permea y nos da fuerza para todo, percibir los tiempos es un arte que vale la pena practicar.

El valor de lo que sucede en un solo día parece que puede diluirse cuando equívocamente percibimos que es un tiempo muy corto y como que sentimos que siempre tendremos más de esos lapsos de veinticuatro horas (que en realidad no lo son totales a disponer, porque muchas las dormimos y otras las utilizamos en preparativos) mas cuando nos damos cuenta de qué tanto influye en todo lo que tenemos por delante, la atención se centra en los significados que hacen las diferencias. La primatóloga Jane Goodall tiene un postulado que se ha vuelto su slogan de vida y es comprender algo muy sencillo: -¿Cuál es la diferencia que tú puedes hacer para que este mundo sea un poco mejor?- y podremos añadir: para que cada día sea integro. Esta mujer que se topó de frente con la realidad de la vida amenazada de los chimpancés, dedicó toda su vida a lograr que sean respetados y dejen de ser amenazados por la especie homo sapiens. Una labor que vale mucho seguir y comprender.

Así también cada uno de nosotros tenemos entre manos saber cuál es la diferencia que podemos hacer con las actitudes, con las acciones más propositivas. Hasta la pluma con la que escribimos tiene variantes dependiendo de cómo se le desliza por el papel. En lo personal he probado plumas de tutti frutti, porque disfruto todo lo que sea para plasmar sobre papel y mi gran esparcimiento y gozo es pasearme con mucho tiempo y despacio por las áreas de estos menesteres en las papelerías, tengo la afición por las plumas de varios estilos y formatos.

Las plumas son una de mis debilidades, mi padre que siendo Ingeniero civil diseño como arquitecto en muchos momentos de su vida, me llevaba siempre que podía a comprar todos los instrumentos de utilidad para su taller. Extasiarme en las vitrinas es algo que guardo como uno de los mejores momentos y recuerdos de infancia, gozar la variedad de objetos para dibujo, hicieron de muchos momentos de mi niñez los más felices. Desde muy niña íbamos seguido a New Orleans La. mi padre ahí tenía un sitio preferido para aviarse. Siempre salía yo con algunas cosas para mi uso personal y lo recuerdo como algo muy gratificante. Aprendí que  la escritura a mano debe deslizarse con cuidado y con cierta inclinación. Siempre he preferido las plumas que tienen más peso físico y que dan más seguridad al deslizarlas para formar las letras con más cuidado. Ahora, en la recta final de mis días tengo la más bella y cómoda que hubiera podido haber deseado, pluma fuente que provino de un regalo de mi hijo y ni él mismo sabe la dimensión de esa felicidad. Poder rellenarla en automático sin cambio de cartuchos ni desperdicio de los mismos. Un gozo total.

Hay que cuidar en no caer en el área de las pamplinas y el pan pintado. Así se refería mi madre a los asuntos que percibía innecesarios y que solo causan apuros, cuando a veces uno llega a los agobios y pareciera que estamos perdiendo el tiempo. No hay tiempo perdido, este va y viene y siempre concreta para bien. Cuando parece que no alcanza el tiempo en los quehaceres y el diligenciar de la vida diaria, solo hay que hacer una pausa y refrendarnos que la vida ya en sí misma es completa y no admite reproches sin ton ni son.

 Sí hay tiempo para todo.

Que la rutina no nos coma el mandado, cuidar que no irrumpa con demandas que solo son de aire.

Las aguas son infalibles y siempre toman su nivel, así es que afanarnos de más puede ser algo innecesario.

 Si logramos ser apegados a nuestros propios derroteros se nos abrirán caminos de mucha más sensibilidad y lograremos que nada ni nadie nos saque del cauce elegido.

 Visualizar en la rutina todo un año que comienza, nos ayuda a tener más claro el cómo el cuándo y el porqué, pero asentar todo eso en los siete días semanales o en cada día escogido para acciones concretas es harina de otro costal.  La percepción de cada amanecer se merece toda nuestra atención, es verdad que los pájaros a diario cantan de igual manera que lo hicieron el día anterior, mas no se trata de calificar sus cantos, sino de que sean parte del humor que nos dará la energía en ese específico día. Al tener una visión general fácilmente se acepta el optar para sacar de la jugada lo que no es y no se nos confunda con lo que es más importante. Lo que importa nunca hace  ruido y fluye fácil, habremos de cuidar los espejismos.                      

Viento puro

Viento que es Dios

Ínfimos resquicios

Vacilantes momentos plenos

Coloridos elegidos

Día a día

Viento recio

Viento calmo

Gracia observante

Blancura del ojo que se escapa a la mirada

Colorido del iris y pupila

Un día a la vez

Un pensar a la vez. MJ

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

               

 

 

 

                         

 

 

 

                                    

 

 

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