De
rutinas. (4) (Compartido)
Todo
eso que nos afana de más, termina siendo lo de menos.MJ
Cuando
de un solo día hablamos, todo parece irse tan rápido y a veces demasiado
vertiginoso que resulta bueno en ese momento comprender que cada uno de
nosotros somos quienes tenemos al tiempo asido
por el cuello y no como a veces llegamos a sentir y creer, que es el tiempo el
que nos ordena y manda. Es un hecho
contundente que estamos dentro de su dimensión, mas el orden que establecemos
en ella lo damos cada uno. Sí es un hecho también, que gracias a la
temporalidad nos ponemos en modalidad secuencia
de hechos y esto nos permite gozar de cada acción como si fuera única, aun
sabiendo que es parte de ese todo
encadenado (que a veces se manifiesta como más embrollado de lo que en realidad
es) y que armamos como nuestra vida personal. Esta forma de un devenir
constante no debe apremiarnos nunca. El tiempo que estaremos en esta tierra
siempre será el suficiente y necesario para la misión encomendada, por lo que
los afanes inquietantes salen sobrando.
Es en
los lapsos pequeños del tiempo del que
disponemos, es decir los días, en donde
podremos disfrutar de los mejores momentos, cuando nos centramos y concentramos
en los hechos más concretos. A veces la percepción es de que tenemos muchos de
estos intervalos de veinticuatro horas, tanto es así que llegamos a sentir que no tenemos el tiempo
necesario para lo que hemos elegido en el momento exacto ya que siempre sabemos
que tendremos un mañana, cuando la realidad es que como bien dice el dicho, hay
que hacer lo que nos corresponde hoy, ya que la creatividad no solo es
expresión física, también se refiere al modo de ver y sentir. En la jornada
sencilla de un solo día, se puede congratular al alma desde el percibir con mas
énfasis los olores de la casa, los sabores, haciendo de cada comida el
equivalente a una comunión diaria y bien plantada (nunca debe de ser
correteada) y ni qué decir de los
placeres que se pueden encontrar con tan solo disponer de nuestro entorno para
relajarnos un rato y percibir el brillo de los colores que nos rodean, los
pájaros que nos acompañan al amanecer y los modos específicos como se mueven
las luces y las sombras.
Algo
de lo que disfruto mucho y que por la pandemia se ha dejado de dar, es sentarme
en alguna plaza comercial, elijo un asiento bien situado y tan solo gozar el pasar de las personas se vuelve un deleite. Es maravilloso leer los gozos reflejados en las caras y
ver cómo cada quien disfruta diferente, desde el compás que se lleva al caminar
hasta el modo de ver.
En los
ritmos de acción de cada día reside en mucho elegir con acierto el humor que
nos permea y nos da fuerza para todo, percibir los tiempos es un arte que vale
la pena practicar.
El
valor de lo que sucede en un solo día parece que puede diluirse cuando
equívocamente percibimos que es un tiempo muy corto y como que sentimos que
siempre tendremos más de esos lapsos de veinticuatro horas (que en realidad no
lo son totales a disponer, porque muchas las dormimos y otras las utilizamos en
preparativos) mas cuando nos damos cuenta de qué tanto influye en todo lo que
tenemos por delante, la atención se centra en los significados que hacen las
diferencias. La primatóloga Jane Goodall tiene un postulado que se ha vuelto su
slogan de vida y es comprender algo
muy sencillo: -¿Cuál es la diferencia que tú puedes hacer para que este mundo
sea un poco mejor?- y podremos añadir: para que cada día sea integro. Esta
mujer que se topó de frente con la realidad de la vida amenazada de los
chimpancés, dedicó toda su vida a lograr que sean respetados y dejen de ser
amenazados por la especie homo sapiens. Una labor que vale mucho seguir y
comprender.
Así
también cada uno de nosotros tenemos entre manos saber cuál es la diferencia
que podemos hacer con las actitudes, con las acciones más propositivas. Hasta
la pluma con la que escribimos tiene variantes dependiendo de cómo se le
desliza por el papel. En lo personal he probado plumas de tutti frutti, porque disfruto todo lo que sea para plasmar sobre
papel y mi gran esparcimiento y gozo es pasearme con mucho tiempo y despacio
por las áreas de estos menesteres en las papelerías, tengo la afición por las
plumas de varios estilos y formatos.
Las
plumas son una de mis debilidades, mi padre que siendo Ingeniero civil diseño
como arquitecto en muchos momentos de su vida, me llevaba siempre que podía a
comprar todos los instrumentos de utilidad para su taller. Extasiarme en las
vitrinas es algo que guardo como uno de los mejores momentos y recuerdos de
infancia, gozar la variedad de objetos para dibujo, hicieron de muchos momentos
de mi niñez los más felices. Desde muy niña íbamos seguido a New Orleans La. mi
padre ahí tenía un sitio preferido para aviarse. Siempre salía yo con algunas
cosas para mi uso personal y lo recuerdo como algo muy gratificante. Aprendí
que la escritura a mano debe deslizarse
con cuidado y con cierta inclinación. Siempre he preferido las plumas que tienen
más peso físico y que dan más seguridad al deslizarlas para formar las letras
con más cuidado. Ahora, en la recta final de mis días tengo la más bella y
cómoda que hubiera podido haber deseado, pluma fuente que provino de un regalo
de mi hijo y ni él mismo sabe la dimensión de esa felicidad. Poder rellenarla
en automático sin cambio de cartuchos ni desperdicio de los mismos. Un gozo
total.
Hay
que cuidar en no caer en el área de las pamplinas
y el pan pintado. Así se refería mi madre a los asuntos que percibía
innecesarios y que solo causan apuros, cuando a veces uno llega a los agobios y
pareciera que estamos perdiendo el
tiempo. No hay tiempo perdido, este va y viene y siempre concreta para bien.
Cuando parece que no alcanza el tiempo en los quehaceres y el diligenciar de la vida diaria, solo hay
que hacer una pausa y refrendarnos que la vida ya en sí misma es completa y no
admite reproches sin ton ni son.
Sí hay tiempo para todo.
Que la
rutina no nos coma el mandado, cuidar
que no irrumpa con demandas que solo son de aire.
Las
aguas son infalibles y siempre toman su nivel, así es que afanarnos de más
puede ser algo innecesario.
Si logramos ser apegados a nuestros propios
derroteros se nos abrirán caminos de mucha más sensibilidad y lograremos que
nada ni nadie nos saque del cauce elegido.
Visualizar en la rutina todo un año que
comienza, nos ayuda a tener más claro el cómo el cuándo y el porqué, pero
asentar todo eso en los siete días semanales o en cada día escogido para
acciones concretas es harina de otro costal. La percepción de cada amanecer se merece toda
nuestra atención, es verdad que los pájaros a diario cantan de igual manera que
lo hicieron el día anterior, mas no se trata de calificar sus cantos, sino de
que sean parte del humor que nos dará la energía en ese específico día. Al
tener una visión general fácilmente se acepta el optar para sacar de la jugada
lo que no es y no se nos confunda con
lo que es más importante. Lo que importa nunca hace ruido y fluye fácil, habremos de cuidar los
espejismos.
Viento
puro
Viento
que es Dios
Ínfimos
resquicios
Vacilantes
momentos plenos
Coloridos
elegidos
Día a
día
Viento
recio
Viento
calmo
Gracia
observante
Blancura
del ojo que se escapa a la mirada
Colorido
del iris y pupila
Un día
a la vez
Un
pensar a la vez. MJ
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