jueves, 7 de abril de 2022

 

De la vida diaria.

La temporalidad (2)(Compartido)

Es la temporalidad una dimensión que necesita certidumbre de la voluntad. MJ

 

No siempre se elige pensando con claridad, las certezas están, mas el camino para que sean parte nuestra necesita elegirse a voluntad, por lo que ésta, debe estar bien dispuesta. Muchas veces nos apremia tanto la vida que preferimos darle curso a lo demandante, permitiendo que lo emotivo nos arrase  y alejarnos de ese espacio/tiempo para ver mejor. Todo lo emocional es muy necesario para ser observado y darle el curso que se merece. En mis textos en busca de un equilibrio adecuado, siempre hice enlistados de todos mis pendientes y a fin de mes solo revisaba para darme cuenta que fue más fuerte lo imperativo que lo deseado, ya que aún no me quedaba claro que el deseo es mucho más falaz que la elección. Elegir de pronto se vuelve difícil porque se confunde con lo que exige el día a día.

El tiempo no es oro, es solo tiempo. Lo más importante es no olvidar que es nuestro. Me molesta que digan que el tiempo es oro, como si fuera un objeto que tuviésemos  que atesorar, cuando en realidad ni hay que atesorar oro y mucho menos tiempo. Saber fluir dentro de los linderos temporales es todo un don, y nada más divertido que tener claro que esa dimensión convenida, no nos gana la partida.

Cuidar que lo que define y centra nuestra vida no sea puro aire. Como hemos podido comentar, la concentración es básica para no perdernos en las falaces creencias de que el tiempo nos traga, y si así lo llegásemos a sentir, tendríamos que pensar que eso en su momento es bueno, he escuchado por ahí: Tiempo que se va rápido… tiempo que se ha vivido bien.

Todo lo escrito me beneficia y ayuda a aclarar mejor como los asuntos teóricos a fin de cuentas solo son importantes cuando nos permiten hacer las diferencias en la acción, y la acción que dentro de una temporalidad fluye con sentido, ya no tiene más objetivo que ser disfrutada, compartida y se convierte en la base de la tan mentada felicidad.  Los asuntos de pareja al involucrar a los dos que la componen, a la hora del crecimiento de los hijos hacen las diferencias, con el tiempo a favor se observan estos beneficios,  mis tiempos de activa madre fueron bien compartidos.  Al final aunque el amor que une a las parejas se encuentra basado en postulados románticos, estos quedan supeditados a acciones asertivas de la vida que se ha elegido en común.

                        Así pues me ocuparé un poco de compartir como la temporalidad bien entendida hace la diferencia en nuestras vidas.

Unos años después de pisar el siglo XXI, escribí:

Cada momento es único.

Sentía el devenir tan agitado por momentos, no cumplía aun el medio siglo de vida y por instantes pensaba que había vivido ya demasiado intensamente, me urgía saber que la fuerza y sentido de cada experiencia era valiosa, y así lo empecé a disfrutar y plasmar, lo que marcaba cada día era redactado con parsimonia y felicidad, tenía que decírmelo. Con los apremios que se viven en el crecimiento de los hijos a veces uno quisiera salir volando por la ventana. Muchas cosas se comparten muy diferente de lo que se pensó o de lo que se creyó, por lo que reajustar los puntos de vista requiere de un esfuerzo adicional, mismo que a veces molesta y cansa  ya que pareciera que al no estar en lo pensado de antemano, todo se podría convertir en desdicha.  Es otra falacia de la anti madurez: creer que lo que se piensa y sueña se vivirá tal cual.

Concentrados, la acción vital se aclara.

Es algo natural desconcentrarnos, se vuelve imperativo repensar de cuando en cuando, y aunque no se disponga de mayor tiempo de meditación, a veces esta llega en lo más candente e intrincado de los hechos reales y es ahí en donde podemos aprender a parar y observar, en lo personal he logrado tomar los momentos que a veces surgen entre una acción y otra y hacerlos parte de mi meditación, puede parecer entrecortada, pero no es así, la mente puede estar bien dispuesta a concatenar lo importante después. La claridad en la vida está en estar presentes en lo elegido, solo así se propicia lo que es realmente valioso que no es tanto mental sino más bien activo. Cuando la actividad es intensa parece que la claridad se opaca, la nitidez del quehacer suele nublarse y hasta la angustia puede tocar a la puerta, mas con los años he aprendido muy bien a tener el control mental para ocuparme de lo importante fluidamente aun cuando lo demandante pareciera que nos sujeta del cuello. Aún con dudas habremos de seguir adelante.

Nunca hay esfuerzo inútil.

El control que nos esforzamos en tener pensando que con ello saldrán mejor las cosas,  no es tan necesario. Ante los miedos de no cumplir con lo elegido nos esforzamos de más y queremos tener todo en las manos y peor aún en la mente. Al  vivir los asuntos importantes y querer tener todo bajo control (que no es lo mismo que agendado y en espera) puede resultar más estresante y lejos de ayudar puede perjudicar. Si estamos haciendo lo que corresponde al momento de vida, nada tendremos que controlar, porque si hay necesidad de cambiar o soltar algo, la vida se encarga de dar las pautas. 

Cuando damos el justo valor a lo que es de nuestra incumbencia y lo que tiene que ver con la mano de Dios, todo va quedando más claro en la medida que pasa el tiempo y a fin de cuentas una dupla maravillosa nos habita: Lo que elegimos casi siempre va con la voluntad del ser supremo,  la realidad es la combinación de lo que se elige y lo  que es cierto. Lo más sagrado que hay es el lugar de nuestro tiempo perdido, porque aunque parezca que se perdió, en realidad se ganó mucho ya que la remembranza  da a todo su justo lugar. Para mí, ha sido sagrado el tiempo que he dedicado a asuntos que he elegido. Cuando por la noche cansada, antes de irme a la cama me sentaba frente a mi secreter y vertía todo lo vivido con sus pausas y con sus misterios en mis sencillas pero muy apreciadas libretas, hoy veo reflejado hasta la rapidez y cambios  en mi letra manuscrita (he sido obsesiva en lograrla lo más acorde a mí misma, he tenido varias formas de letra a lo largo de mi vida, hasta que hoy día he perfeccionado la que aprendí en los primeros años) y a veces  se me cerraban los ojos. Hoy lo estoy disfrutando y aprendiendo de eso. Lo sigo haciendo, mas ahora escribo por las mañanas temprano, me doy tiempo parsimoniosamente cuando se puede y lograr  gozar desde la forma e intensidad de cómo caen los rayos del sol mañanero en mi mesa de trabajo, hasta permitirme abstraerme en el ventanal y contemplar por algunos minutos un frondoso tulipán africano que está en la casa de mi vecino de enfrente, su fronda amplia llega con mejor posición a mi ventana y a mi vista ya que desde un segundo piso el ángulo es diferente, los rojos/naranjas de sus flores se  llenan de brillo especial.

¿Por qué me he ocupado y me ocupo de plasmar tan asiduamente  lo vivido? Nunca me han significado de más las fechas y eso de llevar con demasiado ahínco los hechos fechados no es lo mío, mas hoy me queda claro que dentro de todo estoy bordando fino en el manto de mi paz con esa estructura de los días y su tiempo marcado. En esos momentos que hoy releo, era la vida de la familia nuclear lo que nos impulsaba. No había descubierto aún que maravilloso es sentir la paz activa, esa que sabemos que no es quietud y aun en el fragor vital nos da serenidad. 

Hay momentos en los que creemos que la paz se nos pierde, se nos esconde. Como que el tiempo se la traga de pronto con su enorme negrura de los momentos idos y creemos que estamos a la deriva. Nunca es así. 

A veces se nos presenta la paz más clásica, cuando estamos quietos. En la templanza se deja ver y creemos que la hemos asido tan bien que da visos de que será nuestra por mucho tiempo, y volvemos al centro.  Cuando conocí los valores de observar un mandala, supe que es una manera de saber que aunque a veces sintamos que nos desgajamos y nos dispersamos el centro siempre está esperando.  Ayer mi nieto cumplió años, recibió de mi parte un mandala que le tejí y le puse la cara   de “Lago Tranquilo” un panda que es el personaje de unos cuentos (muy recomendables para los críos) que ya existe en dibujos animados. Al recibir al panda solo dijo: ¡Un mandala!, y se dio un instante redondo. Continuará.

 

 

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