jueves, 31 de marzo de 2022

 De la vida diaria.

                          La temporalidad. (1) (Compartido)

                           A veces creemos que el tiempo es un gran enemigo, esto es porque no hemos comprendido su dimensión. MJ

 

La temporalidad siempre es una aliada del ser humano. Es el Cronos el que nos rige en el mundo a diferencia del Kairos que rige todo el infinito.La conjunción de ambos nos da la dimensión en movimiento de un tiempo total y único que nos permite valorar lo  que podemos ajustar y lo que podemos tan solo percibir como eterno.

Existe un ámbito/espacio en donde lo podemos comprender mejor cuando nos damos cuenta que hay mucho mas en esa dimensión temporal que nos rige y podemos observar en los hechos, tanto en los más relevantes como los que pareciera que pasan volando. Nunca se nos escapa y aunque  sentimos como si se nos fuera de las manos, no hay tal. En ese espacio que precede al sueño nocturno o en el ámbito del despertar por las mañanas es cuando podemos visualizar lo que es el tiempo en realidad, porque tenemos la calma para observarlo más cordial. Nadie se duerme ni antes ni después de su ciclo de descanso y nadie debe levantarse por las mañanas como si fuera un resorte solo porque hay demasiadas acciones esperando por hacer, se nos olvida que todo se hará, las encomiendas se realizarán y todo será lo que ha sido pensado. Planear, es bueno porque nos ayuda precisamente en ese momento de sentir apremios cuando creemos que no tendremos tiempo.

Siempre hay tiempo para todo si disponemos mentalmente el pensar que así lo corrobora, mas cuando nosotros mismos somos nuestros propios enemigos el despertador en vez de ayuda, se convierte en conduerma.  Hay etapas en la vida en las que dependemos de un despertador que suena y que no nos queda otro remedio más que hacerle caso y saltar a la vida, mas también hay momentos y más tarde etapas de vida en los que esto ya no es necesario. Quienes llevamos una rutina más intensa en la juventud, lamentamos no haber sabido dimensionar mejor la temporalidad. Uno se despierta y la mente aún está en modalidad descanso, es ahí en donde el repaso de las acciones que vendrán se puede convertir en un beneficio y vendría bien no limitar esa hora de dar el salto y darle un poco mas de espacio, será la mente la que agradezca tener más orden. No hay nada como saber de antemano que nos espera en el día que vamos a vivir y no sentir que se entremezcla con otras cosas. La vida siempre presenta imprevistos ¿Cómo afrontarlos si estamos en la vorágine de ganarle tiempo al tiempo? Hay que estar preparados para lo que llega de pronto y no es esperado, es algo que tiene que vivirse, y aunque  nos cambia los derroteros (a veces por unas horas a veces para siempre) aunque interrumpa es parte del vivir. Estar lo más enteros posible para afrontar. Nunca es bueno carrerearnos porque perdemos perspectiva.

El ámbito del duermevela que se nos da mentalmente antes de dormir y después de despertar es sagrado. No es en vano el dicho de: consultar con la almohada. Si tenemos un cuadro favorito o alguna imagen que nos de felicidad, es ahí donde debe de estar. Mi hija en un viaje a Guatemala tuvo el tino maravilloso de traerme un telar de doce gatos tejidos con diversidad de colores en líneas transversales, lo tengo junto a mi cama y lo disfruto cada despertar en su total dimensión, esto porque a mí me significan mucho los colores y ni que decir los gatos.

Los asuntos que se desarrollan en nuestro día a día, siempre están marcados por los lapsos que ocupamos en ellos dependiendo de su importancia. A veces sentimos que nos ocupa de más algún asunto que podríamos considerar de menor relevancia, mas  inconscientemente hacemos de ello una prioridad y le damos el lapso de horas que sean necesarias, no es tiempo perdido aunque así lo parezca. Habremos de saber que aunque así le sucede a todo ser humano, lo que nos afana a cada uno de nosotros  es muy diferente, no solo por estar determinado por la época en que estamos viviendo sino por la etapa de vida que estamos pasando. La madre de mi marido utilizo mucho una frase: Cada cosa con su afán, y para decirlo más ampliamente podemos asentar que cada día habría de tenerlo. Uno cree que el afán viene solo y que tiene todo que ver con lo que nos pide la vida por la simple demanda, pero para nada es así, el afán uno lo pone y dispone y le da la dimensión  deseada. Aprendí que lo que no es del afán del día, habría que ponerlo en una agenda y esperar a que le llegue su turno sin volver a pensar en el asunto.

                         Ahora que reviso mis más de cien libretas de vida (hasta el día de hoy que volví a tratar de contar todas  -sé que no es exacto el dato- tengo más de 140 y voy revisando la 65) me percato de como la emoción está plasmada con mucha presencia en las páginas y la mención de que me hizo falta tiempo es perenne en los asuntos que aún no sabía que la temporalidad misma iba a resolver, porque es una verdad que el tiempo lo arregla todo. De pronto he escrito como si fuera de vida o muerte un asunto, mas lo maravilloso es que vamos viendo y percibiendo de nuevas maneras.  Cuando algo nos ocupa como muy importante le damos el tiempo del mundo para resolverlo y así debe de ser, más la verdadera dimensión de la temporalidad es algo que con el pasar de los días  se interpreta con fluidez. Disfrutar qué tanto nos ocupa algo que amamos y es primordial, así cómo no debemos desgastarnos en asuntos que deben resolverse y cerrarse para pasar página, porque lo que se debe cerrar aunque regrese a la mente, es tan solo para repensar. Cuidar qué tanto de ese tiempo dispuesto es realmente de tareas personales y no estar dando al mundo un desgaste absurdo.

                         Así como a Proust el escritor francés le tomo muchos años comprender que eso que tanto intrigaba y le interesaba de los salones parisinos era en realidad un espejismo que se había creado el mismo en la mente, nunca se recriminó las eternas horas que ahí pasó, para luego transformarlo en sus maravillosos textos. Creía que era una vida plena y esplendorosa, y aunque después sintió que era un tiempo perdido, logró descubrir en carne propia la vanidad y falsedad del ser humano para entregárnosla al mundo de la literatura con valiosa percepción artística, nos habló del ser humano  que solo se ocupa de estar en lugares que cree son la definición de su vida, para luego descubrir que son puro aire.

                         Cuando mis hijos eran niños, les dedique todo mi tiempo y fui la más feliz. Encuentro en mis escritos como iba buscando los momentos de esparcimiento como agujas en un pajar, y de pronto solo me veía  contemplando un ventanal lleno de pájaros para serenarme y continuar con las faenas de acompañar a crecer a los críos.  Hoy que ya tengo el tiempo del mundo para hacer todo lo que me interesa, pienso en otra falacia de nuestro concebir los tiempos: hay momentos en los que creemos que lo que nos ocupa en demasía  será para siempre y hay otros momentos en los que fluye tan bien la vida que quisiéramos que eso nunca termine. Sea que nos apremiemos, o sea que de pronto tengamos entre las manos unos ratos tan valiosos que son como la gloria misma para utilizarlos en lo que escojamos, el tiempo nunca debe jugar con nosotros.

                         A finales del siglo pasado mis escritos se centraron  en búsquedas de afinar mis intereses espirituales. Es una maravilla poder tener un camino de búsqueda que luego solo aterrice con algunos conceptos, y lo fui logrando de a poco en saborear teorías diversas, porque como en una paleta de pintor se hacen las mezclas, todo lo que vamos comprendiendo pinta al alma. Al mismo tiempo que vivía la intensidad de la infancia y juventud de mis hijos, me di tiempo para saber un poco más de Cristología, así como poder leer más sobre el Zen,  aprender de conceptos del Budismo. Me puede encantar la frase que se utiliza en el tenis cuando a un jugador se le salen de las manos los tiempos y su ritmo cambia: Se le fue el timing,se comenta. O lo que es lo mismo, ese tiempo que tiene un jugador para hacer con buen desempeño las estrategias, de pronto se desvanece y lo único que queda es concentrarse para volver a encontrarlo. Continuará

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