miércoles, 28 de septiembre de 2022

 

De la vida diaria.

Felicidad, actitud que se trabaja. (1)

                         El error consiste en creer que existen condiciones para la felicidad. Lo único que importa es la voluntad de ser feliz.                                  Albert Camus.

 

                         Es posible que algunas condiciones de vida sean más propicias para tener siempre la felicidad a la mano, mas en realidad hasta que no comprendemos que es una tarea que requiere de un trabajo específico y bien fundamentado en el entendimiento y en la actitud adecuada, sabremos cómo se da en los seres humanos y podemos realmente ser dueños de las herramientas, tanto mentales como materiales para que en esa acción en armonía, sea parte de nuestra vida.

A veces, me imagino a la felicidad como una paloma blanca que se posa en nuestro regazo  y nos asombra, la vemos tan nítida y tan real que creemos que ahí permanecerá por mucho tiempo, más de pronto en el momento menos esperado levanta el vuelo y le vemos volar. Muchos nos preguntamos porque sucede así ¿No es claro que la tenemos y que está totalmente junto a nosotros? Eso parece, pero lo que parece no es real, solo es real para uno mismo lo que es posible trabajar en la mente.

Una vez mas estoy convencida que mientras no nos ocupemos de saber cómo funcionamos y cómo es que debemos conducirnos con el conocimiento de nuestro ser, tanto biológico como espiritual,  muchas veces estaremos viviendo a ciegas.

Para los días que releo en mis textos de vida, me topo con que en el momento que mi hijo se graduaba de la Universidad, me encontré caminando entre anaqueles de una librería, tenía yo clara la intención de darle un regalo especial y como en casa los libros son bienes muy preciados, comencé a visualizar que lectura podría ser la adecuada, renuente a comprar un libro de autoayuda me tome un rato para verificar cual sería la buena elección y entre lo que encontré vi un texto escrito por un médico  psicólogo cuyo semblante me convenció además de que hablaba de que había fundado un centro para ayudar a las personas en la búsqueda de una vida feliz. Para los hijos eso es lo que uno desea ante todo, que sean felices, pensé que ese era adecuado y aunque pueda tener toda la facha de ser un texto de autoayuda uno puede discernir y sacar la paja para obtener las pepitas de oro. Las ideas que nos pueden echar la mano para ser un poco más conscientes, sobre todo  en la juventud siempre son bienvenidas. EL problema con esas lecturas es que muchos esperamos untos de la magdalena que nos den todas las respuestas, y eso no existe. Pues bien, a la buena de Dios compre el texto y se lo di al recién graduado. Cuál fue mi sorpresa unos meses después  cuando lo terminó de leer y me dijo que estaba muy contento de mucho de lo que ese libro le propuso. Yo no lo leí, solo escuche las partes que a él le parecieron más interesantes y así seguimos de largo. Muchos años después, es decir hoy día, me topo una vez más con esa situación comentada entre las líneas en mis escritos y me dije ¿existirá ese texto? Voy a buscar. Como hoy él comparte un espacio conmigo, taller de pintura y  oficina personal, me fui a su librero y ahí lo encontré, lo he revisado más de diez años después y ha sido maravilloso. Con cuidado he sacado algunas ideas de ahí para poder compartirlas, creo que vale la pena.

 Solo la terquedad de ser felices es lo que cuenta a la hora de poner las cosas en orden, en buen talante, mas si esa terquedad no va aunada al conocimiento de que la felicidad reside primordialmente  en el cerebro, pues no estamos partiendo desde la raíz, saber manejar los miedos que nunca se irán por esa inercia de la que a veces nos valemos para actuar y saber cómo  los actos felices y con actitudes específicas son del trabajo diario.

Todos como seres humanos hemos nacido con programas cerebrales para que la vida sea plena, ese sentimiento de miedo que persiste y que a veces no sabemos ni qué hacer con él, tiene sentido, tiene una función que hoy día debe de ser bien encausada, es algo que hemos tenido desde un principio para poder saber en qué momento ponemos pies en polvorosa en resguardo del peligro, los peligros hoy día ya son de otras índoles  y no tan amenazantes como cuando caminamos por la sabana, aunque esas respuestas siguen estando presentes. El miedo solo se logra abatir con buen entendimiento y con amor. Creemos que el amor esta tan solo asociado a romanticismo, pero no es así, el amor es el talante positivo que propone y transforma la manera de responder al mundo. La corteza cerebral siempre está lista para responder, sea con uno sea con otro. Volvamos al área de la paleontología, son estos  estudiosos quienes han descubierto el valor enorme del lenguaje para que el cerebro evolucione y sea tan determinante para la felicidad. Con ignorancia no se logra nada, ese es el primer camino a ser abatido.

Antes se creía que había sido el potencial del cerebro humano el que había creado el lenguaje como algo adicional para poder comunicar, cuando en realidad es la necesidad de comunicar lo que crea ese verbo que a su vez hace evolucionar al cerebro. Es un ir y venir, más bien se apoyan para la evolución.

En la medida en que nuestro lenguaje es más rico y completo estamos apostando para tener más felicidad, más que nada en los acontecimientos de la vida diaria. Se ha llegado a comprobar como el nacimiento de las palabras responde a una acción, como por ejemplo la palabra mamá proviene del sonido que un crio produce cuando se alimenta del pecho materno. Es así, que se puede afirmar que el lenguaje es una acción viva y  vital y que no se inventan las palabras de la nada, sino que la necesidad producida de una acción es lo que se vuelve lenguaje.

No solo son importantes las cosas sino lo que nos significan, es así que se van dando los sentidos de una moral activa que pone en valoración cada acción.

La  moral no es una planta que de moras, es una manera de ver y apreciar la vida desde un punto muy específico de valor dado y premeditado  y es a la vez la consecuencia de tener un buen lenguaje para poner en claro lo que al actuar hará del ser humano un ser propositivo y en vías de esa evolución que no puede detenerse.

 Quienes tuvimos la fortuna de vivir una infancia con el acompañamiento de nuestros padres y recibir las lecciones tanto verbales como silenciosas que darían forma a nuestras espiritualidades, podemos decir desde lo más profundo: Gracias. Así con mayúscula. Porque de un buen acompañamiento de la infancia se dan las bases para medir y encontrar los parámetros que darán forma a nuestra singular felicidad. Las emociones (que son los movimientos internos que nos motivan) así como los buenos sentimientos van surgiendo como un bagaje que permanece y que tiene la función de seguirse transmitiendo. Nada es al azar. Habremos de pensar que a veces hay personas que no tienen esta ventura, entonces su agradecimiento va en otro sentido, y puede ser tan real como quien ha vivido con los padres. Estas personas han de transformar lo que sienten negativo en positivo y aunque cargan una serie de sentimientos que se hacen presentes en la adultez y creen que esos mismos son los culpables de no tener la felicidad tan clara, (las salas de los psicólogos de la psicología clínica están llenas de personas con quejas de ese tipo) hoy día ya se sabe que hay que proponernos tener una historia de vida en la mente que nos la contemos en sentido positivo (por mas mala que haya sido la infancia, tiene mil cosas buenas). A parte de que todo lo que es convivir es muy importante, lo que escuchamos y percibimos en el ambiente general así como lo que leemos pueden ser determinantes en esos momentos de crecimiento. El autor Dan Baker afirma que los niños de padres muy conversadores y que les hacen participes de diálogos constantes y de palabras nuevas propician seres mucho más pensantes y felices. 

                          La espiritualidad es algo mucho más amplio de lo que logramos percibir ya que forma parte del diario vivir. También se va asentando desde la infancia, porque sea o no que participemos de algún modo en lo religioso, este aspecto de la vida se forma o deforma desde la infancia. No es tan solo tener una doctrina y practicarla, sino más bien es ir tomando conciencia de lo que nos ha tocado venir a desempeñar en base a nuestro carisma. Nunca hay caminos totalmente claros aunque parezca a veces que algunos asuntos son más fáciles para unos que para otros. Los caminos siempre con sus sinuosidades nos dan remansos así como momentos de fuerte y larga espera y hay que percibir los tiempos para que algunas cosas se concreten. En el siglo pasado aún se esperaba que los seres humanos respondieran a las expectativas de otros congéneres, esto propició que al crecer y no sentir la felicidad deseada fuera más fácil culpar a quienes nos guiaron. Hoy día ya se sabe que lo que hemos venido a hacer es en unión a la universalidad y las lecciones así se encaminan y se ha dado más respeto en torno a las preferencias, nadie es culpable de nada porque lo que se vive es totalmente transformable y un adulto tiene esa tarea como primordial. Ya la psicología ha cambiado en mucho, hoy su método ya no redunda tanto en las percepciones negativas y estar culpando a nadie, sino se ayuda a los que están pasando momentos difíciles a poder tomar esa paloma blanca que todos tenemos, con un poco mas de cautela para que acariciándole permanezca mucho mas asentada en nuestro ser, obvio que tiene que volar a veces, y que bueno que así sea, es cuando nosotros valoramos diferente y sabemos cómo se asentará la siguiente etapa.

                          En las tradiciones espirituales no siempre se habla en primera instancia de moral, más bien se plantean principios generales que darán pie a concretar los valores que conforman primero la espiritualidad  y luego la moralidad dependiendo del grupo en el que nos desarrollamos. La moral tiene un claro sentido de implementar el bien y llevar vidas dignas que aporten y que den ese grano de arena que todos podemos aportar cuando encontramos claro el camino. Durante esta época de mi vida,  esta etapa que releo, se conjuntaron los procesos de sacar adelante las cotidianidades más apremiantes conjuntamente con las búsquedas de afinar el pensamiento, así se dan las cosas en muchos casos y no cuando uno las dispone sino cuando tienen que ser. Si de pronto sentimos que muchas cosas se juntan para ser resueltas todas al mismo tiempo es un magnifico momento para hacer un alto, respirar, reordenar y saber decantar lo que es importante de lo que es urgente. A veces creemos que hay asuntos importantes que no se pueden postergar, esto es falaz, puede ser que aún no sea su tiempo y forzar puede quebrar. (Continuará) MJ

 

 

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