jueves, 20 de julio de 2023

 

D.L.V.D. Creatividad, es actitud. (8)

                                                                 El arte, es una revelación de la naturaleza con intención de quien lo crea y voluntad dirigida. El trabajo de algunos artistas, es simplificar.

Amiel. (Paráfrasis).

                                                                 

                                                                  No solo las personas que producen arte en las áreas de la plástica en general, pueden tener como una herramienta creativa el proceso de simplificar. Simplifican los matemáticos, los ingenieros, los redactores y ni que decir de quienes hacen del día a día su mejor obra de creatividad. Hay tantas cosas tan necesarias de simplificar y aligerar en la vida diaria, que es una tarea obligada irlas descubriendo. Como tantas otras cosas en la vida, lo que vamos teniendo más consciente es lo que se nos presenta con más claridad o al menos así debería aparecerse todo aquello que nos viene bien modificar.

                                                                   La expresión artística en los niños es una gloria que no tiene igual, de esos modos infantiles se puede aprender mucho, porque un crio no pondrá nada de más ni de menos, en sus expresiones siempre hay un equilibrio muy valioso. Cuando uno tiene el privilegio de observar de cerca ese proceso creativo de los niños, se puede ver cómo las ideas toman forma en las mentes infantiles. Expresarse, toma un sentido de impronta y con toda naturalidad plasman. Los niños y niñas trabajan tan concentrados y a veces tan abstraídos que solo nos podremos imaginar el mundo mental que los acompaña, percibimos que ellos ven el mundo desde unos ojos llenos de creatividad. Viví esta experiencia de acompañar a los niños a descubrir sus facetas artísticas durante varios años, algunas veces lo logrado en el lienzo lo convertíamos en una historia, un cuento, que ellos mismos iban tramando con ideas expresadas con libertad y con orden, y mucha alegría de narrar y dar ese giro literario. Tengo algunos textos que tal vez por aquí aparezcan un día de estos.

                                                                   Pues bien, en estos momentos me avoco a las revisiones del Diario numero 50 (cincuenta). Solo tenía en la imaginación que todos los textos que reviso se compendiaban en unos 100 (cien) Diarios personales.  Conforme he ido avanzando y ordenando veo que son muchísimos más. Me encanta irlos simplificando, tomando de todo lo escrito lo más representativo.  La mayoría de las reseñas de viaje las tengo en libretas separadas destinadas a tal caso, y están también consideradas en un momento dado a revisión, solo es necesario que la vida, me dé vida. Por el momento sigamos por el camino elegido, el de la vida diaria.

Comenzaba el año 2002.

                                              Percibía cambios de fondo en el ambiente en general.

De mi entorno personal se iban definiendo los derroteros de los dos jóvenes en los que se habían convertido nuestros hijos y de mi ciudad muchísimos más cambios, nos íbamos dando cuenta los habitantes del Mayab, como se nos estaba valorando y como ese hecho hacía que muchas personas decidieran cambiar su residencia a estos lares.  Muchas novedades provenientes de la técnica estaban transformando los mundos, ese ámbito en el que muchos ponen todas sus esperanzas. Todo lo tecnológico es importante, mas tampoco es el unto de la magdalena para decir que un país es civilizado porque ha avanzado en tecnología, porque ésta mal utilizada es arma de dos filos. Sí, lograr por mucho percibir como todo lo innovador nos hace la vida más fácil, pero también hay que tener el cuidado de que no nos arrincone en los sitios de demasiada materialidad. Este siglo nos abría a esas percepciones especiales, y a tener mucho más cuidado para no creernos que todo lo que brilla es oro.

Desde que me casé tuve el cuestionamiento de poner o no poner el apellido de mi marido precedido de un dé, al final de mi firma. Cuando se cierran ciclos hay cosas que se ajustan, invariablemente sucede, aunque a veces no se perciba del todo claro. Este asunto, que muy en el fondo da la impresión como que las mujeres fuéramos de alguien, ya lo venia meditando y de pronto fue algo que me quedó muy claro: mi nombre completo volvería a tener el apellido de mi madre al final.

 Seria así, hasta mi último día de vida. Nadie tiene porque alterar su apellido por una situación de relaciones humanas. Todo lo que se hace por costumbres, puede volverse más simple sin perder esencia. Cuando no se resisten los cambios que ayudan a fluir, es por a situaciones de arraigos que también hay que revisar.

Sí, todos sabemos por qué se dio lo de cambios de apellidos y no es precisamente por algo liberador, era mejor que la mujer esté bajo el ala de alguien y no independiente.

Aun casados, somos seres independientes, pero eso no era muy conveniente para algunos grupos, más con respecto a las mujeres. Dejé de escribir el de y sentí una especie de congruencia conmigo misma. Ante un cambio que parece sin trascendencia, aparecen asuntos que van confirmando nuevos modos. Esto fue dándose en muchas mujeres y más al darnos cuenta que ya las generaciones que vienen detrás ni se lo cuestionan. Nadie o casi nadie, y menos a estas alturas del partido, en las que la misma institución matrimonial ha sufrido cambios drásticos. Todo esto se lo comenté a mi madre y solo me dijo:  -Tonterías-, - que cada persona firme como le dé la gana-. Hubo un dejo de evasión, somos las mismas personas las que debemos dar pautas certeras.

                                                                  Pensaba mucho en las diferencias que hay entre vivir, y sobrevivir. Sentía que por momentos solo estaba sobreviviendo porque cuando uno está tan presente en el desarrollo de los hijos esa sensación de que uno ha dejado pendientes algunos aspectos, para darles el tiempo a ellos, puede ser muy relevante y con un espejismo injusto e inexacto. En realidad, con los días me di cuenta que privilegio había yo vivido, y ni que decir de mi marido que había estado muy presente en todas las actividades del crecimiento de los críos. Ya de adultos nos lo dicen, lo que más han gozado es que nosotros estuvimos en todo o casi todo.  En este preciso momento que escribo, 44 (cuarenta y cuatro años) después, el dejo satisfactorio está presente.

 Nietzsche dice:

-Cuando después de mucho tiempo, se nos ha educado de acuerdo a las opiniones del mundo, acabamos descubriéndonos a nosotros mismos. Entonces empieza la tarea del pensador y llega el momento de solicitar ayuda, no como educador, sino como alguien que se ha educado a sí mismo y tiene experiencia de ello-.

Así es. Educando, nos reeducamos a nosotros mismos. En el camino de los que van junto a nosotros, sean hijos, amigos o las personas que tratamos con aprecio, se hará un reflejo que va de ida y de vuelta y que nos envuelve como un halo vital.

Eso mismo pasa cuando uno se ha escrito a sí mismo y llega el momento de releer. Surgen las páginas como llenas de emoción, como si fuéramos en busca de un yo que dejamos, pero a la vez reconociéndonos. Las páginas toman un cariz emotivo y lleno de ese placer de saber que, sabiéndonos, en realidad hay momentos que se aparecen como nuevos y nos recomponemos en el caminar. Bien lo dijo Machado en voz de Serrat: Es un hecho que se hace camino al andar, y cuando volteamos no nos convertimos nunca en estatuas de sal.

No importa no volver por la misma senda, sería muy necio volver a querer caminar lo mismo, sabemos que puede haber segundas oportunidades en la vida, y ese volver, puede ser muy positivo ya con el conocimiento acumulado y las experiencias vividas.

Dentro de los ámbitos en los que yo crecí, también era muy natural que las personas que ayudan en casa se volvieran parte de la misma. Ese asunto tampoco me convencía del todo, mi madre se entercaba en buscar personas que se quedasen a vivir en casa, pensando que me era muy necesario para la ayuda con los hijos que son a veces demandantes en sus asuntos caseros, pero a fin de cuentas aquí, se les había enseñado desde niños a tomar responsabilidad casera, y fuimos siempre felices con personas que nos ayudaron viniendo a hacerlo de entrada por salida. Los ciclos se cierran y más que nada los modos ya no se acomodan igual. En casa, he enseñado con lujo de detalles a los ayudantes que han llegado, desde cómo se limpia a fondo un ventilador de techo, hasta como al hacer un huevo revuelto si se le pone leche y se bate bien, queda mucho mejor, esponjado, y diferente a esos huevos revueltos que aporreados en el sartén quedan como una plasta.

Mi madre, que tuvo ayuda casera de tiempo completo durante sus más de ochenta años de vida, jamás comprendió que los tiempos estaban cambiando y que las nuevas generaciones veían ese aspecto ya muy diferente de cómo se percibió el siglo pasado.

                                          Madrugar, sí que ayuda a que amanezca más temprano.

Yendo en contra de lo que se dice al respecto, en lo personal me hace muy feliz madrugar. Desde niña lo viví y no solo porque me condujeran a eso, sino por los ciclos biológicos que cada uno tenemos. Para cazar codornices se salía de casa entre las 4a.m. (cuatro) y 5a.m. (cinco), entre otras actividades tempraneras.

Dependiendo de la época de vida las actividades cambian en las primeras horas de la mañana. Se dice mucho entre nosotros, que la familia de mi padre es de gente que madruga, no sé a cuantos de ellos en verdad Dios les ha ayudado en sus vidas madrugando, es un hecho que han logrado bienes, más de índole material que espiritual. Las primeras generaciones se avocaron al buen trabajo, del que han cosechado con creces.

                                           Cuando madrugamos, la mañana nos rinde mucho más.

Cuando muy temprano abrimos los ojos las percepciones van siendo más ricas con el paso del tiempo, mucho más si nos dejamos embargar por tantos regalos de la naturaleza, entre ellos uno grandioso es como se percibe la luz del amanecer.

Aprendí a percibir la luz por indicaciones de mi padre, siempre pendiente de esos asuntos. Sabia yo que cuando se construye una casa hay que tener esos puntos presentes, así como el flujo del aire, y las sombras que se producen.

 Lograr sentir el color de la mañana es un gozo muy especial. Aunque nos despertemos en las mismas cuatro paredes de cada día, los colores son diferentes dependiendo de la época del año, así como si va a llover, llueve o ha llovido. El color, no solamente es el tono con el que asociamos un nombre, el color está íntimamente ligado a la luz, al sonido y ni que decir a la percepción mental individual.  (Continuará).

 

 

 

 

 

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