D.L.V.D. Creatividad, es actitud. (8)
El arte, es una revelación de la naturaleza con intención de quien lo
crea y voluntad dirigida. El trabajo de algunos artistas, es simplificar.
Amiel. (Paráfrasis).
No solo las personas que producen arte en las áreas de la plástica en
general, pueden tener como una herramienta creativa el proceso de simplificar.
Simplifican los matemáticos, los ingenieros, los redactores y ni que decir de
quienes hacen del día a día su mejor obra de creatividad. Hay tantas cosas tan
necesarias de simplificar y aligerar en la vida diaria, que es una tarea
obligada irlas descubriendo. Como tantas otras cosas en la vida, lo que vamos
teniendo más consciente es lo que se nos presenta con más claridad o al menos
así debería aparecerse todo aquello que nos viene bien modificar.
La expresión artística en
los niños es una gloria que no tiene igual, de esos modos infantiles se puede
aprender mucho, porque un crio no pondrá nada de más ni de menos, en sus
expresiones siempre hay un equilibrio muy valioso. Cuando uno tiene el
privilegio de observar de cerca ese proceso creativo de los niños, se puede ver
cómo las ideas toman forma en las mentes infantiles. Expresarse, toma un
sentido de impronta y con toda naturalidad plasman. Los niños y niñas trabajan
tan concentrados y a veces tan abstraídos que solo nos podremos imaginar el
mundo mental que los acompaña, percibimos que ellos ven el mundo desde unos
ojos llenos de creatividad. Viví esta experiencia de acompañar a los niños a
descubrir sus facetas artísticas durante varios años, algunas veces lo logrado
en el lienzo lo convertíamos en una historia, un cuento, que ellos mismos iban
tramando con ideas expresadas con libertad y con orden, y mucha alegría de
narrar y dar ese giro literario. Tengo algunos textos que tal vez por aquí
aparezcan un día de estos.
Pues bien,
en estos momentos me avoco a las revisiones del Diario numero 50 (cincuenta). Solo
tenía en la imaginación que todos los textos que reviso se compendiaban en unos
100 (cien) Diarios personales. Conforme
he ido avanzando y ordenando veo que son muchísimos más. Me encanta irlos
simplificando, tomando de todo lo escrito lo más representativo. La mayoría de las reseñas de viaje las tengo
en libretas separadas destinadas a tal caso, y están también consideradas en un
momento dado a revisión, solo es necesario que la vida, me dé vida. Por el
momento sigamos por el camino elegido, el de la vida diaria.
Comenzaba el año 2002.
Percibía
cambios de fondo en el ambiente en general.
De mi entorno personal se iban definiendo los derroteros
de los dos jóvenes en los que se habían convertido nuestros hijos y de mi
ciudad muchísimos más cambios, nos íbamos dando cuenta los habitantes del
Mayab, como se nos estaba valorando y como ese hecho hacía que muchas personas
decidieran cambiar su residencia a estos lares. Muchas novedades provenientes de la técnica
estaban transformando los mundos, ese ámbito en el que muchos ponen todas sus
esperanzas. Todo lo tecnológico es importante, mas tampoco es el unto de la
magdalena para decir que un país es civilizado porque ha avanzado en
tecnología, porque ésta mal utilizada es arma de dos filos. Sí, lograr por
mucho percibir como todo lo innovador nos hace la vida más fácil, pero también
hay que tener el cuidado de que no nos arrincone en los sitios de demasiada
materialidad. Este siglo nos abría a esas percepciones especiales, y a tener
mucho más cuidado para no creernos que todo lo que brilla es oro.
Desde que me casé tuve el cuestionamiento de poner o no
poner el apellido de mi marido precedido de un dé, al final de mi firma.
Cuando se cierran ciclos hay cosas que se ajustan, invariablemente sucede, aunque
a veces no se perciba del todo claro. Este asunto, que muy en el fondo da la
impresión como que las mujeres fuéramos de alguien, ya lo venia
meditando y de pronto fue algo que me quedó muy claro: mi nombre completo
volvería a tener el apellido de mi madre al final.
Seria así, hasta
mi último día de vida. Nadie tiene porque alterar su apellido por una situación
de relaciones humanas. Todo lo que se hace por costumbres, puede volverse más
simple sin perder esencia. Cuando no se resisten los cambios que ayudan a
fluir, es por a situaciones de arraigos que también hay que revisar.
Sí, todos sabemos por qué se dio lo de cambios de
apellidos y no es precisamente por algo liberador, era mejor que la mujer esté
bajo el ala de alguien y no independiente.
Aun casados, somos seres independientes, pero eso no era
muy conveniente para algunos grupos, más con respecto a las mujeres. Dejé de
escribir el de y sentí una especie de congruencia conmigo misma. Ante un
cambio que parece sin trascendencia, aparecen asuntos que van confirmando
nuevos modos. Esto fue dándose en muchas mujeres y más al darnos cuenta que ya
las generaciones que vienen detrás ni se lo cuestionan. Nadie o casi nadie, y
menos a estas alturas del partido, en las que la misma institución matrimonial
ha sufrido cambios drásticos. Todo esto se lo comenté a mi madre y solo me
dijo: -Tonterías-, - que cada persona
firme como le dé la gana-. Hubo un dejo de evasión, somos las mismas personas
las que debemos dar pautas certeras.
Pensaba mucho en las diferencias que hay entre vivir, y sobrevivir.
Sentía que por momentos solo estaba sobreviviendo porque cuando uno está tan
presente en el desarrollo de los hijos esa sensación de que uno ha dejado
pendientes algunos aspectos, para darles el tiempo a ellos, puede ser muy
relevante y con un espejismo injusto e inexacto. En realidad, con los días me
di cuenta que privilegio había yo vivido, y ni que decir de mi marido que había
estado muy presente en todas las actividades del crecimiento de los críos. Ya
de adultos nos lo dicen, lo que más han gozado es que nosotros estuvimos en
todo o casi todo. En este preciso
momento que escribo, 44 (cuarenta y cuatro años) después, el dejo satisfactorio
está presente.
Nietzsche dice:
-Cuando después de mucho tiempo, se nos ha educado de
acuerdo a las opiniones del mundo, acabamos descubriéndonos a nosotros mismos.
Entonces empieza la tarea del pensador y llega el momento de solicitar ayuda,
no como educador, sino como alguien que se ha educado a sí mismo y tiene
experiencia de ello-.
Así es. Educando, nos reeducamos a nosotros mismos. En el
camino de los que van junto a nosotros, sean hijos, amigos o las personas que
tratamos con aprecio, se hará un reflejo que va de ida y de vuelta y que nos
envuelve como un halo vital.
Eso mismo pasa cuando uno se ha escrito a sí mismo y
llega el momento de releer. Surgen las páginas como llenas de emoción, como si
fuéramos en busca de un yo que dejamos, pero a la vez reconociéndonos. Las páginas
toman un cariz emotivo y lleno de ese placer de saber que, sabiéndonos,
en realidad hay momentos que se aparecen como nuevos y nos recomponemos en el
caminar. Bien lo dijo Machado en voz de Serrat: Es un hecho que se hace camino
al andar, y cuando volteamos no nos convertimos nunca en estatuas de sal.
No importa no volver por la misma senda, sería muy
necio volver a querer caminar lo mismo, sabemos que puede haber segundas oportunidades
en la vida, y ese volver, puede ser muy positivo ya con el conocimiento
acumulado y las experiencias vividas.
Dentro de los ámbitos en los que yo crecí, también era
muy natural que las personas que ayudan en casa se volvieran parte de la misma.
Ese asunto tampoco me convencía del todo, mi madre se entercaba en buscar
personas que se quedasen a vivir en casa, pensando que me era muy necesario
para la ayuda con los hijos que son a veces demandantes en sus asuntos caseros,
pero a fin de cuentas aquí, se les había enseñado desde niños a tomar
responsabilidad casera, y fuimos siempre felices con personas que nos ayudaron
viniendo a hacerlo de entrada por salida. Los ciclos se cierran y más que nada
los modos ya no se acomodan igual. En casa, he enseñado con lujo de detalles a
los ayudantes que han llegado, desde cómo se limpia a fondo un ventilador de
techo, hasta como al hacer un huevo revuelto si se le pone leche y se bate bien,
queda mucho mejor, esponjado, y diferente a esos huevos revueltos que
aporreados en el sartén quedan como una plasta.
Mi madre, que tuvo ayuda casera de tiempo completo
durante sus más de ochenta años de vida, jamás comprendió que los tiempos
estaban cambiando y que las nuevas generaciones veían ese aspecto ya muy
diferente de cómo se percibió el siglo pasado.
Madrugar,
sí que ayuda a que amanezca más temprano.
Yendo en contra de lo que se dice al respecto, en lo
personal me hace muy feliz madrugar. Desde niña lo viví y no solo porque me
condujeran a eso, sino por los ciclos biológicos que cada uno tenemos. Para
cazar codornices se salía de casa entre las 4a.m. (cuatro) y 5a.m. (cinco),
entre otras actividades tempraneras.
Dependiendo de la época de vida las actividades cambian
en las primeras horas de la mañana. Se dice mucho entre nosotros, que la
familia de mi padre es de gente que madruga, no sé a cuantos de ellos en verdad
Dios les ha ayudado en sus vidas madrugando, es un hecho que han logrado bienes,
más de índole material que espiritual. Las primeras generaciones se avocaron al
buen trabajo, del que han cosechado con creces.
Cuando
madrugamos, la mañana nos rinde mucho más.
Cuando muy temprano abrimos los ojos las percepciones van
siendo más ricas con el paso del tiempo, mucho más si nos dejamos embargar por
tantos regalos de la naturaleza, entre ellos uno grandioso es como se percibe
la luz del amanecer.
Aprendí a percibir la luz por indicaciones de mi padre,
siempre pendiente de esos asuntos. Sabia yo que cuando se construye una casa
hay que tener esos puntos presentes, así como el flujo del aire, y las sombras
que se producen.
Lograr sentir el
color de la mañana es un gozo muy especial. Aunque nos despertemos en las
mismas cuatro paredes de cada día, los colores son diferentes dependiendo de la
época del año, así como si va a llover, llueve o ha llovido. El color, no
solamente es el tono con el que asociamos un nombre, el color está íntimamente
ligado a la luz, al sonido y ni que decir a la percepción mental individual. (Continuará).
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