jueves, 28 de septiembre de 2023

 

.L.V.D. Libertad, es decisión. (4)

                                                                                Durante las épocas de infancia de quienes crecimos a mediados del siglo pasado, el psicólogo era para locos. MJ

 

                                                                     Mi padre fue un ser con luz muy propia.

Creo que eso mismo ayudó para que sus tres hijos fuésemos personas que quisiéramos tener nuestro propio camino, y encontrar las luces que mejor nos iluminasen. Sin embargo, dijo cosas que a la larga nos brincaron en la mente.

                                                                    Erich Fromm, entre otros autores, me hizo considerar estudiar la carrera de Psicología, me daba clara cuenta que me gustaba mucho todo lo del alma humana y así lo consideré. Ni mis propios hermanos me creen cuando les digo que mi padre me desanimó a cajas destempladas con una solo aseveración: -Esa carrera está muy ligada a demasiada libertad, y cae dentro de los ámbitos de mujeres de la vida alegre- - ¿Cómo? - Le tuve que preguntar. Y me dijo: -De plano no te veo por ese camino-. Me costó comprender. Me quedaba clarísimo que no tenía razón, pero las aseveraciones de un ser humano a quien admiramos, como lo es un padre, (el mío era de poco hablar) no entran en diálogos que, si son necesarios, también son imposibles. Quería yo ser útil, quería yo ser conocedora del ser humano un poco más a fondo, y a fin de cuentas me decanté por la Antropología.

Entraba a las librerías ya fuera en la ciudad natal o en CDMX, y quería comprar todos los libros de ese tema. En verdad que logré calmar mis ímpetus de novillera y decantar mi libertad siendo más selectiva. Hoy día, que muchos de esos primeros textos que adquirí (y solo leí una vez) han tomado ya camino donados a bibliotecas que los han acogido, me siento contenta de que puedan estar en manos de otros congéneres. Oportunamente se me ha aligerado el espacio, no solo en los libreros, sino en lo mental. Exactamente como sucede con las personas, a veces es mejor hacer mutis y aligerarles la vida a los demás.

Y, dice Fromm: -El factor psicológico, juega un enorme papel para ser libres-. Aplaudo a quienes en nuestras juventudes tomaron el camino de hacerse psicólogos y psicólogas. Mas adelante tuve la fortuna de dar unas materias antropológicas en la Facultad de Psicología de la Universidad del Mayab y me vi reflejada en los alumnos, disfruté con ellos.

Hubo una señora en la clase, casi de mi edad. En ese momento pensé que hacia la carrera a destiempo. (nada es a destiempo, mientras sea una decisión que de gozo y libertad). No sé si su padre también la desanimó cuando era más joven, no pregunté los motivos.  Cuando éstos no salen a la luz como algo personal en las pláticas, aprendí desde niña que es mejor no preguntar, la prudencia es un don.  Nos enseñaron de niños (a muchos de los que crecimos en el siglo pasado) que hay que saber en dónde y con quien se habla de ciertos temas y mucho menos se pregunta, ni de dinero, ni de problemas familiares, entre otros, ya que es de muy mal gusto. Disfruté con esta alumna de las materias, en verdad que a ratos me daba envidia de la buena, mas me quedó claro que cuando un camino no es para uno mismo, no hay nada que reprochar.  He sido feliz en los ámbitos que elegí, aunque no dejé de darme cuenta que en verdad mi padre en algunos de sus puntos de vista estaba errado, no porque faltase juicio, sino porque tal vez, se dejaba llevar por los pensares del momento. No sé porque se llegó a pensar así en algunos ambientes, ese aseverar sin mayores pruebas, decir que las consultas a los psicólogos eran para locos o trastornados, era una temeridad. Hoy día, que veo como apoyan los psicólogos en las familias, me hace muy feliz.

Freud, abrió la tapa de un recipiente hasta entonces no considerado: analizar la irracionalidad y la inconsciencia. También creía que el hombre puede ser antisocial por algún aspecto de su naturaleza que no se controla, sobre todo porque la parte biológica instintiva le obliga a adaptarse con un esfuerzo de sublimar lo que (él creía) se debe contener o controlar. De aquí la postulación de los temas que más adelante sugieren el Control Mental. Todo eso, obsoleto hoy día. Mas que controlar, se aprende a fluir. Si los flujos nos cambian los rumbos, bienvenidos sean.

-Si el ser humano no logra controlar…entonces surgen las neurosis-, decía Freud. Esta percepción se daba como un asunto de fuerzas más de tipo mecánico. El movimiento biológico del ser puede tener procesos mecánicos, la psiquis, no.  Hoy día ya se sabe que no es así, las neurosis son producto de otras razones.

Al ser seres sociales, no se puede descuidar y dejar de considerar ese aspecto como algo central: que somos grupo, y Freud no nos vio tan claramente así, más bien como individuos nada más.

Se creía que la relación de los individuos, unos con otros, eran un medio para sus fines personales, y no como una ventaja de la naturaleza para progresar juntos, por eso es tan difícil valorar en toda la extensión, lo grupal. He ahí también la base del principio que muchos humanos manejan (a veces en la ignorancia) de solo ver a los congéneres como posibles dadores o solucionadores de demandas personales.  También de estos pensamientos se desprenden en parte las creencias erróneas de la discriminación.

Mucho de lo que nos une como humanos son las fechas significativas. Hoy día nos damos el gusto de compartir, apoyar, felicitar o simplemente recordar a personas que sin las redes sociales jamás tendríamos cerca. Mas, los encuentros presenciales cada vez son más complejos. Yo creo, que mientras no nos sintamos abrumados y copados en nuestra libertad, pues es un bien estar conectados con otros humanos en la red.   Tenemos la libertad de conocer presencialmente o no, a congéneres de FB. Yo tengo varios a los que aprecio mucho, por todo lo que proponen y comparten, y no los he visto jamás en mi vida. A veces uno quisiera verlos, pero pensándolo bien, me doy cuenta que hemos entrado a la virtualidad, como un asunto sin retorno y muy positivo si se sabe llevar.

Las mejores vivencias son las que se nos presentan como parte de un mundo cada vez, más cambiante, en una libertad a veces condicionada y a veces más decidida. Es un hecho que las buenas decisiones son parte de la libertad. Es por esto mismo que hay que tener mucho mas presentes las intenciones de los actos.

Con el paso del tiempo hemos dejado de creer que las personas que no piensan como nosotros no son gente anormal, a algunos nos gustaría debatir las sutilezas de lo que nos parece y lo que no, pero en muchos casos a algunas personas esto les produce más miedo que gusto. Y aunque la norma, ya no se dicta tan estricta, a veces las personas se asustan ante pensares de los que tan solo difieren. No pasa nada si diferimos, tal vez hasta nos produzca crecimiento. ¿Como pensar que quien no piense como nosotros seria alguien que está mal? Eso ni de broma. Quien no piense como nosotros habremos de tener claro que ha tomado decisiones libres y que las ha tomado porque ya la acción de decidir se ha abierto y es parte de una dignidad que cada día se acentúa más. El tipo de vida que queremos llevar hoy día, es una decisión libre y para nada algo reprobable mientras no perjudique a los congéneres.

Existe una cierta dosis de ego para mantener la autoestima en lo más alto, porque una cosa es el ego que nos mantiene a flote sanamente y otra muy diferente ese ego del que se habla tanto hoy día, y que no nos permite las libertades que nos merecemos, entonces sí que podríamos hablar de neurosis.

La sanidad, se ha redefinido con los avances de las épocas que vivimos. Ya las personas estamos mucho más atentas a cómo queremos vivir, desde lo que comemos y cuando, estando más presentes en el origen de los males y las enfermedades. Hoy día, se previene mucho más que antaño.

                                                                    La confianza, es otro concepto que está muy ligado a la libertad. Confiar en alguien hace algunos años atrás era una acción bastante común y corriente, mientras que, con el paso del tiempo y los enormes ámbitos de la comunicación, esto de la confianza se ha alterado. Siempre ha existido el fingimiento y detectarlo nos ha abierto mucho la observación sutil.

Esta mañana, viendo un programa de Netflix sobre espías mundiales (mientras me tomo un momento de descanso de la computadora) se dijo algo tremendo: Proponen a un trabajador de un grupo de espías, hacerse parte de una orden religiosa muy cercana al papado, para que pudiese llegar junto al Papa y espiar lo que se requería de él. Es así, que este individuo entra a un seminario a hacer los estudios requeridos, con cero vocaciones en su haber y con tremendas segundas intenciones.  Hay un momento inédito en que él mismo fingidor conversa con el Papa, éste le pregunta: - ¿Y, ¿cuál es tu misión personal, ¿qué estas realizando hoy día? - Y con toda naturalidad y cinismo le contesta: -Estar protegiéndole a usted. Saber cómo todo lo que creo, se puede llevar a cabo en estos entornos. - Tal vez no hubo tiempo para que el pontífice le preguntase en que creía realmente, y hubiera sido interesante observar que iba a contestar, ya que su credo era pasar informes muy valiosos para grupos de bandidos que estaban dudando del mismo pontífice. De hecho, unos meses más tarde, este Papa sufre un atentado mortal, del que se salva.

Ni duda nos cabe de que el ser humano es asombroso. Las variedades en las acciones que emprendemos y el sentido que les damos a veces son inéditas.   Fingir que estamos por alguna X razón en una actividad, que en realidad no es tal, ya se volvió para algunos ámbitos  como respirar. Segundas intenciones que cuando uno las detecta, a veces duele, de una tristeza que cala.

Si aun podemos hablar de confianza, es porque hay códigos evaluables y claros de actos precisos que dejan ver la calidad humana. Es obvio que al estar tan abierto el mundo, pues hemos obtenido miles y millones de beneficios invaluables e incuestionables, pero como decía un tío muy querido: -a fin de cuentas, todo cobra tributo-.

 Hablando de confianzas trastocadas, este tío, del que aprendí muchísimo y que era muy simpático y ocurrente, le conocí más bien de adulta. De niña, no nos dejaban (los adultos que nos cuidaban), acercarnos mucho a él, pasábamos temporadas de playa muy cercanas a su casa y sabíamos donde vivía. Jamás se nos permitía llegarnos hasta su casa, siendo que estaba en el mismo cocal y a unas cercanías que como niños bien podíamos caminar sin problema. Contadas veces venía a las comidas familiares y a los chiquitos nos compartía bromas que nos hacían reír mucho. Siempre le sentí con buena energía. Se dirigía a nosotros con cariño sincero y a distancia ¿Por qué no podíamos acercarnos más y a voluntad?  ¿ni permitir un abrazo fraterno? Porque era homosexual. Cuando crecí, cuando ya en las reuniones él ya era un hombre mayor, participaba con conversaciones cultas e interesantes, amenas anécdotas de las épocas de las haciendas henequeneras y ni qué decir de su cariño genuino y afable. Qué triste y que tremendo es no comprender las variantes de nuestro genero cuando son claras formas diversas de expresión. En el mundo natural, tan naturales.  De él puedo compartir uno de sus dichos más memorables - ¡Cuidado!, ten cuidado al caminar, no vaya a ser que se te tuerza el tacón, y quien venga detrás de ti, no lo comprenda. -(Continuará).

 

 

 

 

 

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