De
la vida diaria.
Querer peras.(1) (Compartido)
¿Quieres
peras? Cultiva tu propio peral. MJ
A pesar de escucharse tan sencilla la frase con la que he comenzado
este texto porque parecería muy fácil sembrar y cultivar lo deseado, en los ámbitos
de las preferencias se puede encerrar el
gato. En verdad vivimos tantas vidas a la vez, que esto de saber nuestra
real motivación y la inclinación a lo
que queremos, no siempre es tan claro. Para no tener demasiados vaivenes
en la vida, hay que saber cada vez, y una vez más si fuera necesario, que
queremos sembrar.
A
mi madre le escuche infinidad de veces decir: -al olmo no se le pueden pedir
peras- Me parecía más que obvio el dicho, mas no fue hasta pasados los años que
me di cuenta que para asentarlo en la realidad y cultivar profundo lo que amamos y queremos, hay que tener muy
activa la voluntad. Al mismo tiempo y como premisa de la religión católica (que
ha sido la de la familia por muchos años) escuche que había que saber muy
claramente cuál era la voluntad de Dios,
ya que de ahí derivaba todo Bien, por
lo que la tarea se percibía más complicada, era más que nada una dupla de
voluntades a conjugar. La siembra
personal tendría que estar supeditada a la fuerza
de Dios. Es así que me propuse averiguar de manera constante que era esa
dualidad y como se manifestaba, para llegar a fin de cuentas a encontrar con
bastante claridad la palabra central que las une a ambas: Equilibrio. Es nuestra voluntad en armonía con la de Dios lo que nos permite la paz. La
voluntad de Dios me llevó más tiempo aprender a percibirla, mas al fin también
la concrete en otra dupla: es su asiento más fidedigno la vida diaria con sus
razones por un lado, y por el otro extremo una buena dosis de
intuición/corazón. Aunque parezca
redundante, la claridad en los asentamientos que ponemos en nuestra mente es
importante, pero más que nada lograr que los conceptos que las refuerzan estén
acordes con la realidad que vivimos. A veces sin darnos cuenta nos gana la
partida eso que los budistas llaman monkey mind: estar como saltando de un
pensar a otro. A este brincoteo mental nos hemos acostumbrado la mayoría de las
personas y es ahí donde hay que bajar los ritmos, tener más precisión. Poner la
mente en blanco es algo muy difícil, por
lo que más que tener esa nívea situación, habremos de tener claro qué y cómo
vamos haciendo el acervo de sabiduría en ella. Cuando me fui percatando que el Dios real y su
fuerza (porque a fin de cuentas nos queda claro que no es una voluntad como
tal) estaba mucho más en la vida diaria que en ningún otro lado, las cosas se
fueron aclarando, el equilibrio se fue dando mucho más palpable y
experimenté lo que sí se puede sembrar
para fluir con las preferencias. Desaprender, Me ha llevado más tiempo del que
pudiera haber imaginado. Las tareas diarias se hacen mucho más llevaderas si
desterramos los desganos, pero más que nada los lastres de conocimientos. Las
practicas más sencillas y más nobles nos pueden dar certidumbre, ese flujo
decisivo y que tiene todo que ver con gozar lo que hacemos, por ejemplo doblar la ropa tibia que sale de
la secadora es una manera maravillosa de descansar la mente y no estar pensando
al mismo tiempo que haremos para comer,
y evitar tener dos cosas a la vez en mente. Se atribuye (por los estudiosos de
la mente y comportamiento de cada género) mucho más posibilidades a nosotras
las féminas de tener en mente varias cosas a la vez, asunto en el que que no
nos hace ningún favor la naturaleza, no hay que hacer mucho caso y seamos más
de una cosa a la vez. A los varones
se les considera que son más proclives a realizar una cosa por acción, aunque a
veces en verdad se les pase la mano y la mente se vuelva una cuadricula. El secreto está en irle
dando su lugar a cada acción, nunca encimarlas. Los huevos revueltos del
desayuno pueden esperar y una vez en proceso de hechura decidir si nos apetecen con pimentón o pimienta, son
dos acciones pero con sus ritmos bien marcados. No es tan sencillo, pero se
ejercita ese control y se logra. Todo el tiempo tenemos opciones nuevas, mucho
más en la época actual que estamos bombardeados de información que en realidad
es pura y dura chatarra. Mucho de lo que hemos vivido está en el sustrato, y va
tomando forma con soltura, aunque a veces nos asalten dudas. Estudié Arqueología, mucho de lo que puede aportar esa ciencia proviene de todo lo
que está enterrado y hay que leerlo con ojos
interpretativos, así como mucho de ese sustrato humano que hemos traído con la
vida misma que se nos ha otorgado, por lo que los cambios más importantes son
más bien ajustes en la buena tierra que nos servirá para sembrar. Nosotros
también podemos tener capas estratigráficas en el alma (en arqueología son los
diferentes niveles del sustrato terroso o de cualquier índole que se descubre
cuando se hace una excavación). Es interesante ir develando poco a poco
lo que somos más allá de lo que vemos y como dice Duccio Demetrio: -Nada
regresa a la mente exacto como ocurrió.- Ir al pasado solo es bueno para
crecer. La mente que guarda muchos recuerdos, no siempre los regresa nítidos y
no pasa nada.
En
estos días que redacto este texto, estoy leyendo un libro que recibí en
diciembre pasado, a decir verdad no le di mucha importancia porque su formato
de entrevista no me atrajo mayormente, aun así esperaba su turno para llegar a
mi mesita de noche. Esta lectura trata
de algo que coincidentemente está siendo muy revelador por los acontensimientos
mundiales de hoy día, la guerra. Este pequeño ensayo titulado: “Ganarle a Dios”
me ha dado claridad en como pensar respecto a algo que no podemos explicar con
claridad quienes estamos lejos de acontecimientos tan dolorosos. Uno se
pregunta ¿Qué quiere sembrar una
nación cuando invade y destruye? Pues bien, es lo más difícil de explicar, ni los mismos individuos del país invasor
pueden tener ese sentido claro del porqué (de hecho ya vimos que han protestado
dentro del mismo país, los rusos hoy día invasores de Ucrania) mas quienes lo
viven en primera línea se marcan para
siempre, y las mas de las veces para lograr un bien superior posterior. Así le ocurrió al Dr. Marek
Edelman a quien la autora Hanna Krall entrevista en relación a su experiencia en
haber sido el único sobreviviente de los cinco comandantes del gueto de Varsovia en la Segunda Guerra Mundial, y
dice: “Cuando uno conoce tan bien la muerte, se siente responsable de la vida”.
Es
un texto muy interesante que se desarrolla en emotivos y muy desgarradores
pasajes de cómo se percibe la muerte, mas a la vez propone pensamientos muy
humanos de voz de un médico, que después de ver todo tipo de muertes a su
alrededor, quiso sembrar a través de
la medicina, ya que le quedó muy claro cómo podía dar tanto en los ámbitos de
la cardiología.
Es un hecho que el dolor nos ayuda mucho a saber quiénes somos, pero más
allá del sufrimiento que nos implica vivirlo, nos va dejando claro qué es lo
que nos corresponde hacer de acuerdo a lo que vamos viviendo: Esa es la tarea. Hay cosas en nuestras
conductas que a veces no nos quedan claras en sus porqués, como si las
hiciéramos por una inercia no controlada. Hay que parar, observar y si es
necesario cambiar el derrotero y hacer la reflexión más clara de lo que no
queremos repetir. De este texto/entrevista al Dr. Edelman continuare
compartiendo, creo que lo vale y se los comentaré en próximos textos. No le
podemos pedir a los recuerdos lo que no tienen, y por ende no nos pueden dar.
MJ
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