jueves, 10 de marzo de 2022

 

De la vida diaria.

Querer peras.(1) (Compartido)

¿Quieres peras? Cultiva tu propio peral. MJ

                             

 

                            A pesar de escucharse tan sencilla la frase con la que he comenzado este texto porque parecería muy fácil  sembrar y cultivar lo deseado, en los ámbitos de las preferencias se puede encerrar el gato. En verdad vivimos tantas vidas a la vez, que esto de saber nuestra real motivación y la  inclinación a lo que queremos, no siempre es tan claro. Para no tener demasiados vaivenes en la vida,  hay que saber cada vez, y una vez más si fuera necesario, que queremos sembrar.

A mi madre le escuche infinidad de veces decir: -al olmo no se le pueden pedir peras- Me parecía más que obvio el dicho, mas no fue hasta pasados los años que me di cuenta que para asentarlo en la realidad y cultivar profundo  lo que amamos y queremos, hay que tener muy activa la voluntad. Al mismo tiempo y como premisa de la religión católica (que ha sido la de la familia por muchos años) escuche que había que saber muy claramente cuál era la voluntad de Dios, ya que de ahí derivaba todo Bien, por lo que la tarea se percibía más complicada, era más que nada una dupla de voluntades a conjugar. La siembra personal tendría que estar supeditada a la fuerza de Dios. Es así que me propuse averiguar de manera constante que era esa dualidad y como se manifestaba, para llegar a fin de cuentas a encontrar con bastante claridad la palabra central que las une a ambas: Equilibrio. Es nuestra voluntad en armonía con  la de Dios lo que nos permite la paz. La voluntad de Dios me llevó más tiempo aprender a percibirla, mas al fin también la concrete en otra dupla: es su asiento más fidedigno la vida diaria con sus razones por un lado, y por el otro extremo una buena dosis de intuición/corazón.  Aunque parezca redundante, la claridad en los asentamientos que ponemos en nuestra mente es importante, pero más que nada lograr que los conceptos que las refuerzan estén acordes con la realidad que vivimos. A veces sin darnos cuenta nos gana la partida eso que los budistas llaman  monkey mind: estar como saltando de un pensar a otro. A este brincoteo mental nos hemos acostumbrado la mayoría de las personas y es ahí donde hay que bajar los ritmos, tener más precisión. Poner la mente en blanco es algo muy difícil,  por lo que más que tener esa nívea situación, habremos de tener claro qué y cómo vamos haciendo el acervo de sabiduría en ella.  Cuando me fui percatando que el Dios real y su fuerza (porque a fin de cuentas nos queda claro que no es una voluntad como tal) estaba mucho más en la vida diaria que en ningún otro lado, las cosas se fueron aclarando, el equilibrio se fue dando mucho más palpable y experimenté  lo que sí se puede sembrar para fluir con las preferencias. Desaprender, Me ha llevado más tiempo del que pudiera haber imaginado. Las tareas diarias se hacen mucho más llevaderas si desterramos los desganos, pero más que nada los lastres de conocimientos. Las practicas más sencillas y más nobles nos pueden dar certidumbre, ese flujo decisivo y que tiene todo que ver con gozar lo que hacemos,  por ejemplo doblar la ropa tibia que sale de la secadora es una manera maravillosa de descansar la mente y no estar pensando  al mismo tiempo que haremos para comer, y evitar tener dos cosas a la vez en mente. Se atribuye (por los estudiosos de la mente y comportamiento de cada género) mucho más posibilidades a nosotras las féminas de tener en mente varias cosas a la vez, asunto en el que que no nos hace ningún favor la naturaleza, no hay que hacer mucho caso y seamos más de una cosa a la vez. A los varones se les considera que son más proclives a realizar una cosa por acción, aunque a veces en verdad se les pase la mano y la mente se vuelva una cuadricula. El secreto está en irle dando su lugar a cada acción, nunca encimarlas. Los huevos revueltos del desayuno pueden esperar y una vez en proceso de hechura decidir  si nos apetecen con pimentón o pimienta, son dos acciones pero con sus ritmos bien marcados. No es tan sencillo, pero se ejercita ese control y se logra. Todo el tiempo tenemos opciones nuevas, mucho más en la época actual que estamos bombardeados de información que en realidad es pura y dura chatarra. Mucho de lo que hemos vivido está en el sustrato, y va tomando forma con soltura, aunque a veces nos asalten dudas. Estudié    Arqueología, mucho de lo que  puede aportar esa ciencia proviene de todo lo que está enterrado y hay que leerlo con  ojos interpretativos, así como mucho de ese sustrato humano que hemos traído con la vida misma que se nos ha otorgado, por lo que los cambios más importantes son más bien ajustes en la buena tierra que nos servirá para sembrar. Nosotros también podemos tener capas estratigráficas en el alma (en arqueología son los diferentes niveles del sustrato terroso o de cualquier índole que se descubre cuando se hace una excavación). Es  interesante ir develando poco a poco lo que somos más allá de lo que vemos y como dice Duccio Demetrio: -Nada regresa a la mente exacto como ocurrió.- Ir al pasado solo es bueno para crecer. La mente que guarda muchos recuerdos, no siempre los regresa nítidos y no pasa nada.

En estos días que redacto este texto, estoy leyendo un libro que recibí en diciembre pasado, a decir verdad no le di mucha importancia porque su formato de entrevista no me atrajo mayormente, aun así esperaba su turno para llegar a mi mesita de noche. Esta lectura  trata de algo que coincidentemente está siendo muy revelador por los acontensimientos mundiales de hoy día, la guerra. Este pequeño ensayo titulado: “Ganarle a Dios” me ha dado claridad en como pensar respecto a algo que no podemos explicar con claridad quienes estamos lejos de acontecimientos tan dolorosos. Uno se pregunta ¿Qué quiere sembrar una nación cuando invade y destruye? Pues bien, es lo más difícil de explicar,  ni los mismos individuos del país invasor pueden tener ese sentido claro del porqué (de hecho ya vimos que han protestado dentro del mismo país, los rusos hoy día invasores de Ucrania) mas quienes lo viven en primera línea se marcan para siempre, y las mas de las veces para lograr un bien superior  posterior. Así le ocurrió al Dr. Marek Edelman a quien la autora Hanna Krall entrevista en relación a su experiencia en haber sido el único sobreviviente de los cinco comandantes del gueto  de Varsovia en la Segunda Guerra Mundial, y dice: “Cuando uno conoce tan bien la muerte, se siente responsable de la vida”.

Es un texto muy interesante que se desarrolla en emotivos y muy desgarradores pasajes de cómo se percibe la muerte, mas a la vez propone pensamientos muy humanos de voz de un médico, que después de ver todo tipo de muertes a su alrededor, quiso sembrar a través de la medicina, ya que le quedó muy claro cómo podía dar tanto en los ámbitos de la cardiología.

                         Es un hecho que el dolor nos ayuda mucho a saber quiénes somos, pero más allá del sufrimiento que nos implica vivirlo, nos va dejando claro qué es lo que nos corresponde hacer de acuerdo a lo que vamos viviendo: Esa es la tarea. Hay cosas en nuestras conductas que a veces no nos quedan claras en sus porqués, como si las hiciéramos por una inercia no controlada. Hay que parar, observar y si es necesario cambiar el derrotero y hacer la reflexión más clara de lo que no queremos repetir. De este texto/entrevista al Dr. Edelman continuare compartiendo, creo que lo vale y se los comentaré en próximos textos. No le podemos pedir a los recuerdos lo que no tienen, y por ende no nos pueden dar. MJ

 

 

 

                         

       

                   

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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