De
la vida diaria.
Tener
la mente clara. (Compartido)
Es
la vivencia bien entendida lo que abona y da buen fruto. MJ
Nos
puede llevar la vida entera comprender la claridad del sentido de las
vivencias, pasado el tiempo uno observa las marcas que regresan y todo se asienta
como seda mojada.
Cuando
fui niña, ahí por los medios tiempos del siglo pasado, en la ciudad de Mérida,
no se encontraban como ahora todas las frutas de todos los tipos. Muchos
congéneres de mi generación recordarán que las peras solo eran de fin de año y
llegaban en cajas a las tiendas que las distribuían envueltas en papel de seda
de color vivo, si mal no recuerdo creo que era un violeta muy alegre. Me
imagino (porque yo misma lo recuerdo así) que a los críos nos llamaban mucho la
atención y los adultos nos comentaban que eran frutas difíciles de cultivar en
el terruño porque solo las disfrutábamos cuando en fin de año hacían su
aparición. Las peras (como otras frutas de invierno) eran un manjar muy
apreciado. Es por eso que esa fruta para
mí tiene un significado muy especial, además me encanta su sabor y ni que decir
su color. Nunca la he pintado (tuve ya un momento pasado de plasmar frutas) mas
con estas reflexiones tal vez pronto lo haré. Hoy día estoy haciendo algunas
acuarelas de frutas que provienen de la siembra de nuestro patio casero, no son
peras, son rábanos y papayas, y últimamente una anona de cada cierto tiempo, ya
que hemos descubierto que este árbol es muy singular, solo da unas cuantas
frutas y muy esporádicamente. Volviendo a las peras, veo que el asunto con
ellas nos lleva a mas remembranzas, porque en los ámbitos de mi niñez y
juventud también se decían frases como: “Como una perita en dulce”, Queriendo
decir que algo era exquisito. Y por último la frase: “Quien habla mal de la pera,
comérsela quiere entera”.
Volviendo
al terreno de los textos para cultivar nuestro interior, nunca hay que desdeñar
alguno que parezca que no es de gran interés, de momento así nos pasa, es
verdad que los libros a veces tienen mucho desperdicio, mas es parte del
disfrute soplar para que la mies se
quede, y eso se logra regresando a sus páginas.
A veces se lee un tanto por inercia, sin
darnos cuenta qué tanto lo que escogemos para las lecturas tiene todo que ver
con el implemento de la serenidad.
De los golpes vitales que
provienen a veces de la dureza y falsedad de nuestra especie humana, también se
aprende mucho y luego se atenúan con el buen uso de la intuición. En estas
libretas que reviso hoy día están escritos mares y mares de tinta por haberme
topado en la vida en una situación en la que perdí bienes inmuebles por tratar
con abogados corruptos. Cuesta aceptar que la maldad exista tan rampante,
cuando somos jóvenes no calibramos el alcance de la corrupción, creemos que es
algo muy lejano a nosotros y nunca sabemos hasta donde pueden llegar sus
enraizamientos. Cuando lo viví en carne
propia, me fui enterando cuanto han
padecido muchos de mis conciudadanos. Le abrí la puerta de par en par a la intuición y pude darme cuenta que aun
tratando muy de cerca con los seres que dicen manejar la ley, es lo que
percibimos de sus incongruencias (no siempre palpables a simple vista) lo que nos debe dar las pautas para confiar
en ellos o no hacerlo. Saber cómo han interferido en otros casos, escuchar a
otras personas que han sido víctimas de lo mismo y llegar a la conclusión de
que aunque no siempre se logre resarcir los daños materiales, a veces se
aprende mucho mas de las caretas con las que se disfrazan estos seres, no tan
humanos como los creímos, su honestidad es a todas luces carnavalesca, gentes que dicen tener ética y se aclara que no la tienen.
Hay que saber escoger nuestras batallas, y saber con qué armas vamos a librarlas.
Hay un libro precioso que recomiendo mucho: “Donde el corazón te lleve”.
La autora Susanna Tamaro, trata el asunto de una abuela que le cuenta a su
nieta lo que ella ha vivido, una especie de tradición oral que es muy valiosa.
A cada uno de nosotros le lleva el corazón a diferentes ámbitos. En aquellos
días visitamos mi esposo y yo la ciudad de Campeche y en un sermón de la
iglesia de ahí, el padre dijo: -El justo brilla como la luz en las tinieblas.-
Así me quedó de claro que no hay que afanarnos tanto por encontrar a los seres
justos, estos aparecen.
La
sencillez nos acerca al cielo. Habremos de cuidarnos de no dar pan y circo al
mundo, y saber cerrar para disipar dolores que deben irse como llegaron, porque
aunque de pronto se sienta uno en el lugar equivocado, habremos de asentarnos y
mirar para reconocer que siempre hay mucha más gente de bien.
Cuando nos sentimos con la plenitud de haber aprendido, ya nos vamos con más
cautela y no tiene que ser copioso el conocer, con que sea genuino habremos de
asentarlo y si es posible compartirlo. Uno colorea su existencia con los tonos anímicos
que se van eligiendo y no olvidemos que cuando decimos colores nos referimos a
humores escogidos. Saber deslindar lo que está en nuestras manos, a diferencia
de lo que está en manos de Dios para poder comprender su voluntad en nuestras
vidas. No me gustaba nada que se afirmara respecto a la voluntad de Dios, que
era algo que inevitablemente habría que aceptarse como si fuera relativo a
eventos sin remedio y más bien fatales, la voluntad de Dios nos es catástrofe
aceptada, algunas veces es adversidad que bien comprendida invariablemente nos trae luz. La voluntad de
Dios esta tan cerca y tantas veces es tan sencilla y positiva con lo que
realmente nos conviene, que solo se aclara si aprendemos a entrar a los
silencios necesarios para poderla ver con más sentido común, a veces el mas
ausente de los sentidos. Es normal no querer las cosas que son difíciles, mas
cuando entendemos que estas tienen una razón muy válida, el tono cambia. Me encanta esa parte de la teoría espiritual
que nos dice: cuando se desea lo que no es parte de uno mismo, nos podemos romper.
-Todos necesitamos sentirnos protegidos-, dice
el Dr. Edelman en la entrevista
que se le hizo respecto a cómo convivio con tanto dolor en el gueto de
Varsovia, él se asombraba de cuantas personas tocadas por el miedo con lo
único que recuperaban la esperanza era dejándose
conducir, y a veces hay que ser humildes y dejarnos llevar por quienes han
entendido mejor alguna situación. Se pasmó él mismo al ver como el ser humano
sí cree y tiene fe en sus congéneres que de pronto se vuelven guía a seguir,
mas cuando descubrimos que esa protección también emana
de nuestro mismo interior, ya sabemos que si nos defrauda el ser humano ahí
estamos siempre con nuestro propio ser para resguardarnos. Decía mi padre que
la verdadera Fe es en uno mismo y cuando se pierde este sentir tan personal, sí
que podemos estar a la deriva.
Cuando
entramos al mundo, es el ruah (aliento
divino) el que nos da el soplo de vida y la condición para ser fuertes y tener
esa vida sustantiva que habremos de desdoblar. Ese ruah, hay que conservarlo. Yo nombré así a mi gata y cada día
constato que fue acertado el nombre ya que en su gatidad mantiene un garbo y una postura siempre admirables, ese
aliento de vida que nunca debe perderse.
Despegamos
realmente a la vida real, en el momento que asumimos que somos capaces de
soltar todo lo innecesario. Hay un dicho
por ahí que dice algo así: “No desear nada para poder tenerlo todo”. Soltar, no
quiere decir que lo hagamos físicamente, mas como sabemos que nada nos
pertenece en realidad y la vida se implementa a cada paso, no hay porque estar
entercados en sujetar a veces lo que ya se transformó. Lo que se transforma no
quiere decir que no se viva mas, es tan solo que se vive diferente. Si la vida
arrebata, tenemos mucho para desgranar y comprender el por qué se dan eventos
adversos. No crecí en un ambiente propiamente de estudio, mas siempre se me
proponían lecturas y muchas de esas primeras letras las conservo y las releo
hoy día. Amar los libros de papel, y quienes los hemos conocido con sus olores
y singularidades sabemos lo que nos aportan. Gozar de los adelantos. En estos
días me explicaba mi hija cómo es posible subrayar en la computadora y
resguardar partes de los textos para volver a ellos. Me parece esplendido leer
en pantalla, es una opción personal, y que eso sea un genuino gozo. Hay que
tener en casa un lugar cómodo para sentarnos y pasar con la calma debida las
páginas de un libro. No digo de un buen
libro, porque hasta los que creemos de poco interés puede darnos mucho. Con el
paso de los años los ciclos de sueño cambian, ya hoy día en mi caso, la
madrugada se ha vuelto mí aliada con los libros y esas horas de silencio natural
son las mejores para disfrutar de las letras. La teoría siempre será bella, mas
al no ser un asunto que se aplique a todas las realidades, es importante darnos
ese placer de depurarla sin forzar lo que se cree, hasta saber que tanto apoya
la verdad que estamos viviendo. MJ
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