martes, 25 de octubre de 2022

 

De la vida diaria.

Felicidad, actitud que se trabaja.(5)

Las lecturas elegidas en la adultez se van haciendo atemporales, ya no importa el cuándo ni el porqué, lo bello es volver al texto.  MJ

 

                  Toda acción que está impregnada de optimismo, valor, satisfacción y por ende amor, está bien encaminada a que la paloma blanca que nos acompaña, esa felicidad que poco a poco hemos logrado amansar, no levante el vuelo. A fin de cuentas lo que leemos no está determinado por la temporalidad ya que de un libro antiquísimo podremos obtener una y otra vez  maravillosos conceptos (cada vez que se regresa a un texto éste se percibe con nuevo enfoque) así como un libro de moda nos da lo más novedoso, y propicia un momento de solaz. Volvemos a las lecturas pasadas porque recordamos el bien obtenido, con los nuevos ojos de la adultez nos renovamos.  De una manera u otra la lectura va iluminando lo que uno ya sabe, acercándonos más a la verdad.

En nuestro organismo biológico en permanente cambio una constante es la  del miedo, que se detona de una manera automática, y dice el autor: la reacción del miedo automática se hizo más rápida que el proceso del pensamiento racional.

                                   Es nuestro el don evolutivo de trabajar nuestro pensamiento.

 Cultivar la actitud que pone al miedo en su sitio y da entrada a la acción  propositiva. Al miedo se le transforma a voluntad. Uno de los miedos más infundados que existen en la especie humana es el de perder un estilo de vida logrado. A veces pareciera que estuviese al aire algo que en realidad llevamos dentro de nosotros y somos capaces de  preservar, sin olvidar que lo material siempre es efímero.  Con las transformaciones necesarias de tiempo y época, podemos tener claro que si lo externo cambia no necesariamente es para mal y de esta manera todos los miedos se vayan a paseo.  Asimismo por ratos pudiéramos percibir  que nuestra libertad está en entredicho, mas cuando sabemos claramente que la libertad está unida al poder de decidir, si optamos por lo más certero  estamos activando el nivel más alto de la libertad y del libre albedrío. Algunos autores de la modernidad se atreven a decir que ya no somos libres de decidir, porque la cultura ha desarrollado un determinismo tan fuerte en nosotros los humanos, que estamos a su merced y caprichos, mas lo importante es que no olvidemos que aunque puede ser muy determinante  el fenómeno cultural que nos contiene, es más importante el modo como lo observamos y vivimos, son modos de hacer que nosotros podremos aceptar o cambiar. Afrontar  y vivir acorde a nuestras decisiones  es el privilegio de nuestra mente única e irrepetible y no es verdad que nos obliguen a pensar de tal o cual manera, mientras nosotros no lo permitamos. Solo en situaciones muy extremas se arrebata de fondo la vida establecida, como sucede en las guerras. En lo personal me queda claro que aun en las condiciones extremas de mal, la libertad interior es el baluarte de luz. ¿Alguien por ahí recuerda la película -La vida es bella?- Un padre que permite que el niño que está con él en un campo de concentración, en los momentos más duros transforma el caos en una felicidad, y aunque es más una propuesta mental que real, no deja de ser una buena opción. ¿No en la Biblia se nos dice que quien se haga como un niño entrará al reino de los cielos? Aun cuando se nos pide mirar con ojos nuevos, se aparece el fantasma del miedo y la irracionalidad, mas saber que son transformables, es el secreto. Me viene a la mente el pasado no muy lejano cuando los niños jugaban con los Transformers, creo que a muchos les hizo mucho bien. Lograr entender que nuestra vida es única, cambiante y que no se asienta tan solo en la materialidad que puede ir o venir, sino en el trabajo que hemos hecho desde y con el espíritu. El miedo es contrario a la lógica. Todos queremos recibir amor, creemos que es lo que se nos debe y a veces creemos que es deber de la vida proporcionarle, olvidando que para poder desencadenar el amor feliz, primero hay que darlo y al vivirlo se hace parte nuestra. El amor mediocre es exigente, el amor real es conducente y nos abre la puerta en la medida que somos capaces de amar en primera instancia sin actitudes exigentes.

Nadie de nosotros tiene la menor duda de que el dolor está mucho más presente de lo que desearíamos en la vida humana, mas las herramientas para neutralizarlo y reconducirle son la otra cara de la moneda y es nuestro privilegio darle la vuelta.

Cuanto más doloroso es un acontecimiento, más profunda es la lección.

De nuestro potencial espiritual proviene el saber asirnos al valor, ser valerosos es una gran virtud y nos ayuda a que el miedo se mantenga lejos. Las buenas elecciones surgidas desde nuestro centro de paz, nunca fallan. No somos víctimas de nada ni de nadie, y si llegásemos a tener miedo a la muerte habremos de darnos cuenta que lo que realmente debería preocuparnos es  no vivir la vida en todo su potencial y plenitud.

En estos días vi una serie televisiva en la que dialogan  un musulmán y un americano cristiano. El americano le pregunta al musulmán  a quemarropa: -¿Porque inmolarse y morir por un principio religioso?- Y el musulmán responde con su visión  totalmente fundamentalista: -Porque quienes no tememos a la muerte, sabemos que nunca moriremos.- Esto también lo creemos muchos de nosotros de otra manera y con las mismas bases  espirituales, y no por eso nos queremos inmolar y quitarnos la vida. Los puntos de vista son muy válidos y hay que respetarlos. Desde la época de nuestros ancestros cazadores/recolectores las ideas mal interpretadas han dado pie a las peores decisiones.

Aun peinando canas estamos en la obligación de redefinir la finalidad de nuestro quehacer. No solo es ir por la vida solucionando o pasándola lo mejor posible, ante todo la evolución nos exige tener claro en la mente el sentido de progresar, a cualquier edad y del modo más adecuado.

¿Puedes afirmar que tienes brillo en la mirada? Ve,  mírate al espejo y encuentra ese punto de luz en cada uno de tus ojos. Sonríete a ti mismo.

Me encanta siempre que me topo con los congéneres a los que aprecio y me conocen un poco, decirles: - me encanta el brillo de tus ojos.- porque se nos olvida la fuerza que hay en una mirada iluminada y solo nosotros mismos podremos conservar esa luz. Recordarlo a quienes podemos tener cerca es bueno y aunque quedan desconcertados, parte de la misión es descuadrar al que va junto a nosotros, hacer pensar es una de las maneras del amor.

Una de las acciones de renovar nuestro sentido de la felicidad es tener claro en nosotros el sentido del aprecio. Solo nosotros sabemos que es lo que define nuestro sentido de apreciar, de saber qué valor damos tanto a las acciones como a las relaciones. Tomarnos de la mano del sentimiento de progreso y saber que ahí exactamente en donde nos encontramos podemos hacer una diferencia. No hay que salir de más ni ir muy lejos, tan solo en nuestro entorno tenemos todo para una felicidad bien encausada y vivida en plenitud.

Hay que tener cuidado de no adorar al Becerro de Oro. Puede transfigurar nuestra percepción y llevarnos a una de las peores trampas de la felicidad: Acumular de más. También no podemos olvidar que esa felicidad prometida como una constante no existe, solo existe el talante de trabajarla adosando los momentos de satisfacción que en un día pueden ser muchos, desde el momento de abrir los ojos y disfrutar el amanecer hasta el agradecimiento de irnos a la cama con un sabor satisfecho de la tarea cumplida. El aprecio, es una de las formas más dignas del amor, es una vertiente del mismo y nos permite ver con claridad lo valioso en las cosas sencillas. A veces decía mi madre, -hay que tener cuidado de no bordar en el vacío- o lo que es lo mismo tener el pendiente de que lo que estamos realizando lleva sentido, no es puro idealismo y va encausado para un crecimiento constante.

Los momentos de ocio son muy importantes, a veces cuando no se comprenden bien, tal pareciera que uno pierde el tiempo. Una buena caminata, una tarde de café con buenas amistades, así como tan solo patear la pared, como decimos a veces los yucatecos que somos parte de una hamaca y la hamaca es parte de nosotros.

Cuando uno tiene que realizar tareas que no son del todo satisfactorias lo importante a valorar es que en sí mismas son camino y dan sentido al proyecto total de vida.

Es verdad que la seguridad económica descuadra o cuadra vidas. A veces ese solo asunto puede traer mucha infelicidad cuando no se ha organizado la vida con adecuación a lo que realmente somos y poseemos. Hay que tener mucho cuidado con los espejismos del vivir. Eso de viajar es maravilloso pero no es una necesidad tan apremiante como se plantea en la actualidad, los viajes ya están a la orden del día y pareciera que es una obligación ir aquí y allá, cuando uno en realidad ha de combinar el gozo constante de la casa y salir de vez en cuando como un cambio, hacia lugares que en verdad sean de interés y no solo de moda. En un viaje una parte es de aprendizaje/crecimiento y otra de relax.

Nos dice el autor, las personas felices tienen el valor de aceptar su inseguridad. ¿Cuánta? nos podemos y debemos preguntar. Cada uno sabemos nuestros límites, mas no podemos dejar de tener claro que la vida sentida en plenitud es una creación personal.

                   Regir la vida de otros es de lo más cansado que existe en este mundo.

 ¿Cómo entonces pensar en el modo positivo que podremos influir en la vida de los demás? De entrada no olvidando el postulado zen: -Solo da tu opinión cuando te la pidan tres veces-, porque las opiniones son muy personales y no se lanzan al viento como un cometa de papel. Un comentario puede ser propicio sin tener que dar opiniones de fondo que a veces solo son para nosotros mismos.

Me he quedado asombrada cuando a mi nieto de cuatro años se le pregunta algo y a veces antes de emitir palabra nos dice- deja veo que dice mi cabeza- en realidad produce una risa asombrosa, que uno debe emitir con cautela para no crearle inseguridad, mas es grandioso llegar a saber desde la infancia para qué sirve el pensamiento. No es adorno, es herramienta.

Y continúa el autor: Las personas felices celebran las consecuciones pequeñas, o lo que es lo mismo: en la pequeñez a veces habita la más enorme grandeza. (Continuará) MJ

 

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