domingo, 9 de octubre de 2022

Viaje a Boston.

                                                    Viaje a Boston.

                                               Un camino en busca del Arte.

                                                                      Viajar con objetivos y búsquedas específicas,  es una buena idea a la hora de salir de casa. Hay personas que salen a otros lugares un tanto para dejar de pensar en lo cotidiano y es maravilloso porque darnos nuevos espacios es lo mejor que restaura al alma, mas hay que salir con algo predispuesto, he comprobado que se disfruta mucho más. No siempre se logran totales los puntos propuestos de antemano (como sucede con la mayoría de las situaciones en la vida real) mas lo que sí puede darse, es que en esos recorridos uno encuentre infinidad de sorpresas. La apertura para el asombro habremos de tenerla a flor de piel y permitir que cada entorno  proporcione lo suyo dejándonos a veces llevar y fluir como vayan llegando los momentos.

                                                                         Manejar hacia Cancún fue toda una proeza.  Los trabajos del Tren Maya van a todo vapor y se notan con buen talante, mas a los viajeros en automóvil de esa ruta  no se nos da todo para bien, ya que toparse con un camión enorme, en un único carril compartido, se hace eterno y peligroso.              Notamos que los camiones están transitando más profusamente por las noches.      Habrase de abrir la puerta a la paciencia, dejarle entrar con todo su garbo y buen talante y saber que los tramos carreteros a veces son mas de meditación que de velocidad. Nos encontramos por momentos en los que de plano tuvimos casi que detener el automóvil en espera de que el flujo del tránsito fuera mejorando,  se ve y se nota que la carretera a fin de cuentas será renovada en muchos de sus tramos que ya están bastante desgastados. Al fin después de pasar por momentos en los que creíamos serían horas interminables, vimos la llegada a Cancún muy próxima a pesar de que íbamos ya con una hora más de lo acostumbrado en esa vía, para toparnos con que las calles por donde se entra a la ciudad están también siendo remozadas en la parte de los hoteles cercanos al aeropuerto y volvimos a tener que esperar ejercitando la  paz, la paciencia ya nos acompañaba así que volvió a ser bien recibida. La reserva del hotel ya estaba confirmada para el miércoles 14 de septiembre,  aunque llegamos más tarde de lo previsto una vez más el número de mi sino fue para positivo. No soy tan conocedora de la numerología, mas en mi caso personal mucho se da en torno al número catorce o sus números afiliados.

                                                                                            Los hoteles Marriot son buenos.   Cuando uno se topa con gente torpe cualquiera nos puede hacer perder la paciencia, más aún después de varias horas de carretera trastocada por obras de remodelación. En algunos lugares por más amable que se les pida ser a los empleados, éstos no se terminan de dar cuenta que importante es la sonrisa y el buen trato. Re tuvo la paciencia con un asunto que no resultó tanto de torpeza humana sino de fallas técnicas, ya que las terminales para las tarjetas a veces no funcionan adecuadamente. Esto es el pan nuestro de cada día hoy, yo creo que esta tecnología deberá ser reconsiderada en su efectividad. Al fin logramos un registro más o menos rápido para poder cenar temprano.                        No se puede pedir peras al olmo, decía mi madre, así que el mal humor de una empleada no debe descomponernos. 

El Restaurante del hotel Courtyard está muy agradable, a esas horas de nuestra llegada ya la terraza estaba cerrada así que la cena fue al interior para tan solo prepararnos para el día siguiente a la levantada muy temprano.  El vuelo a Miami (ciudad enlace en nuestro recorrido) salía a las siete de la mañana.  Todo fue muy bien para encontrarnos a la llegada con que en la ciudad de la Florida estaban con las máquinas de revision de equipaje descompuestas, una vez más esas fallas técnicas que ponen en vilo la paciencia de cualquiera,  tuvimos una larga espera que casi sentimos que el vuelo de conexión se nos escapaba. Suerte te dé Dios, diría mi madre y en esta ocasión así fue, porque la sala de embarque a Boston estaba tan solo a unos cien metros. Con pocos minutos de tiempo tomamos el vuelo a Boston, nuestro destino final.

                                                                                    El aeropuerto de Boston es pequeño. Tiene  buena organización y  salimos fluidamente sin más contratiempo que el normal del paso de revision de papeles. Los taxis como en otros lugares muy bien organizados aunque por la hora era de esperarse hiciera el trayecto un poco más largo, no importa porque uno disfruta ver y apreciar la ciudad mucho más en el atardecer casi noche,  se muestra desde otros ángulos, otras luces se aparecen y observar esas partes urbanas que no se visitan en sí mismas. Parte de las áreas industriales (que son tan sombrías) quedan a la vista más o menos a lo lejos, las partes rudas de cualquier ciudad. 

                                                       El hotel al que llegamos está muy cerca del aeropuerto ( supimos luego)  mas en este momento  como íbamos sin apuro alguno, llegamos muy a tiempo  para cenar. El Hotel Revere, con acogedora entrada  se impone con sus más de veinte pisos. La temática del interior es toda en relación al héroe americano Paul Revere, un orfebre que tuvo mucho éxito siendo mensajero mientras las batallas se desarrollan en los años de la lucha armada. Por todos lados se ven asuntos relativos a éste, con cuadros modernos de mediano formato que hacen que uno se detenga un momento a apreciar coloridos y buena técnica, tanto  en las habitaciones como en los pasillos, así como una escultura tamaño natural del héroe en su caballo hecho de metales reciclados que está a un lado del lobby bar, alguien tuvo la ocurrencia de ponerle una camisa de los Red Sox del equipo de baseball. Nos acomoda mucho llegar a hoteles, siempre sentimos más fluido todo, a diferencia de las parejas actuales de jóvenes que prefieren las airbnb, Cam Otero nos sugirió uno por el área a la que íbamos, mas nos resistimos porque a veces son demasiadas las escaleras y no es tan cómodo como parece ya para quienes peinamos canas.

                                                            La urbanización de la ciudad se ve bastante lograda. En los ámbitos del centro se disfrutan amplias aceras limpias y llenas de maceteros con flores en variados colores. Lo más sorprendente es el cuidado de las áreas verdes, siempre nítidas y llenas de vida. Muy asombrada quedé cuando me tope con unas macetas de flores de Vicaria (Una de mis flores favoritas, en color blanco) en plena y profusa floración, ya desearíamos encontrar esa linda flor en los ámbitos acalorados de la península de Yucatán, que aunque mucho la tenemos, estas flores por aquí en Mérida no lucen igual. El alumbrado de farolas estilo clásico dan un toque de mucha elegancia y por las noches la luz es bien manejada y sin ser deslumbrante es la necesaria, se puede caminar con mucha tranquilidad sin prisas ni temor a nada hasta más allá de las nueve o diez de la noche. Más tarde asomados al balcón de la habitación que estaba  en el piso 17, pudimos ver gente transitar hasta altas horas de la noche. Se siente la ciudad segura y no es que se vean patrullas policiacas aquí o allá, es tan salo que se respira confianza, los ciclistas están a la orden del día y las bicis que se toman en alquiler en la mayoría de las aceras están bien cuidadas, muchos citadinos las utilizan como medio de transporte diario, las ciclopistas a veces ocupan la mitad del área de la cinta asfáltica y los automóviles sabiendo su ruta las respetan sin más. Re, que salió varios días a correr temprano por los parques adyacentes, nos comentaba sus encuentros en las horas tempraneras, todo fluye de maravilla. Algunas personas hacen pic nic en los pastos de los parques  llenos de ardillas. Dos áreas verdes grandes tuvimos a bien visitar desde el primer día, el Jardín Público o Public Garden con un lago bastante amplio con patos y sauces llorones por doquier y el otro parque que es más bien para hacer ejercicio y caminar, conocido como el Boston Common, ambos parques son cruce obligado para ir más allá y conocer otras áreas de este rumbo de la ciudad. El área de estos parques conocida como Beacon hill tiene calles amplias, que permiten paseos sin prisa, con camellones muy verdes y arbolados que dan pie a caminatas y a ratos con el descanso de una parada en alguna banca con buena vista. El clima creemos que es el ideal en el mes de septiembre, porque rara vez tuvimos que recurrir a más abrigo que un  buen sweater o chamarra, excepto unas mañanas que salimos  temprano y había mucho viento.

                                   Hay sensibilidad y buen gusto en muchos edificios y áreas públicas.  En lo personal aprecio mucho la expresión grafitera de las urbes ya que considero que es una manifestación muy genuina y en la calle del hotel al que llegamos el Museo de Arte Contemporáneo tiene obra, precisamente con temática de unos jóvenes haciendo graffiti. El Hotel Revere, tiene una terraza Restaurante en los pisos superiores que vale mucho la pena, porque se aprecia con  amplitud la ciudad. Algunas gaviotas enormes dan sus vueltas en busca de comida que se ha dejado en algunos platos, vimos a una de estas aves llevarse media pizza así como si nada. Muchos animales se están acercando a las áreas citadinas por la extensión de la mancha urbana que se adentra en lo que son sus hábitats, también estos seres que son más bien de la vida silvestre, cada vez más se alimentan de lo que encuentran en estos núcleos. En los parques de Boston claramente se dice que por favor no se les dé de comer a ningún animal, son hábitats  cerrados con personal encargado de todo y obviamente es mucho mejor, porque aprenden a ser más parte de su entornos naturales. A nuestro parecer las ardillas ya están en sobrepoblación, siendo que lejos de ser un bien, puede resultar algo negativo. Me imagino debe ser difícil este control de la fauna que ya vive más cercana a los seres humanos.

                                                               Un cuadro muy bello con temática de un soldado americano  llamó mi atención desde el primer día, este individuo llevando del collar a un perro pointer. Situado justo al momento de esperar el elevador, podría decirse que había a ratos buen tiempo para admirar su buena factura y composición. Bien pintado con bonitos tonos. En lo personal tengo buenos recuerdos de esos perros y aunque en la adultez no he tenido ninguno en casa, tengo buenos recuerdos de infancia ya que mi padre tuvo varios y nos acompañaban algunas mañanas en la caza de las codornices en las afueras de Mérida.

El hotel tiene un Restaurante muy bien puesto, ahí cenamos algunos días con buena comida, a veces uno cree que hay que salir más allá para comer o cenar pero como nosotros somos más diurnos que nocturnos pues tomamos esa decisión algunas tardes. Una o dos noches nos aventuramos en caminata pausada y siempre con personas paseantes como nosotros alrededor, por la calle Newbury que está llena de buenos lugares para cenar, en donde disfrutamos de un sitio muy acogedor que propone buenos vinos franceses, mismos que solo probé yo, porque a los Otero les encanta la cerveza y repitieron  la que les gusta, la Samuel Adams. El mesero muy amable escogió para mi un vino suave que disfruté con algo de comida bostoniana como lo son las crepas de cangrejo. Toda esta calle tiene tiendas de vitrinas para contemplar, obviamente no para todos los bolsillos porque ahí está Tiffany & Co., Ralph Lauren y otras de escaparates muy bien puestos. Uno lo goza, porque los coloridos en si son atrayentes. La sopa típica, clam chowder (almejas con una crema muy especial) la probamos en el hotel y luego la version del Restaurante más allá resultó casi lo mismo. Nosotros no somos ni catadores de comida ni de vinos, mas el gozo puede ser igual de disfrutable, porque eso sí, nos encanta comer.

No fuimos propiamente (como sabemos hacen muchas personas y es asunto de preferencias) a un recorrido gastro, mas bien fue el Arte lo que nos atrajo, en la ciudad la arquitectura  y ni qué decir de los museos, eso sí con visitas planeadas y con salas específicas, porque no se trata tampoco de ver todo sino de apreciar lo que más nos interese.

No podría dejar de mencionar un lugar para comer (con varias sucursales en esta zona) llamado Tatte, excelente para desayunar. Con una gran variedad de comida bien hecha y ni qué decir de los diferentes tipos de café, zumos de frutas, panes variados y quiché de varios tipos. En lo personal amo los sandwiches y con pan brioche ni que decir. La verdad para nosotros suficiente y muy rico.

Lo primero que hicimos, como buenos caminantes (yo no tanto como mis acompañantes, así que me avoque a seguirles en lo posible el ritmo y en los espacios que podía me senté a admirar) fue un caminar con bastante ventura, los Otero caminan mucho. Los Roche somos madrugadores, así que yo tenía que orar y meditar para no despertar antes de tiempo a nadie. Nos estrenamos por el Public Garden que nos quedó a tres o cuatros cuadras del hotel, una caminata al Tatte  más allá de los parques.Los árboles añosos me pueden fascinar, así es que por ratos mi decisión de esperar sentada contemplando rindió frutos, un gran placer en el silencio para gozar de trinos de pájaros diferentes y saltos de ardillas que se acercan bastante sin temor al humano.

                                              El paseo del bus abierto de una mañana vale mucho la pena.  Montarse en él, ayuda para apreciar desde otra perspectiva  la ciudad, para situarse mejor y saber si hay otros intereses que se puedan añadir. Ese saber qué es lo que hay más allá creo que es necesario, ver otros edificios emblema, como el Massachusetts State Hall, así como en este recorrido también llegar a nuestros destinos preferidos, algunos museos.

          El Museo de Arte Contemporáneo fue parte de nuestro subir y bajar del camioncito.  Vale mucho la pena todo el entorno porque está situado en un área  remozada de la ciudad con una modernidad admirable. Cerca está el embarcadero y permite una vista preciosa de los barcos. El museo es un edificio en sí mismo admirable y con mucho cristal que da  luz suficiente para las colecciones de arte. Lo primero que encontramos  al entrar fue una escultura en tela o más bien una instalación de varios colores fuertes que en sí mismos forman círculos, en lo personal en todo veo  mandalas y eso fue lo que interpreté, acordandome que en mucho el arte de instalación es para eso, para permitirnos pensar e interpretar con la imaginación,  ese gusto de gozar  forma y color/ color y forma. Si nos preguntamos ¿ Y, eso que es? Ya perdimos la mitad o más del total gozo que una instalación nos puede dar.  Con las instalaciones se fluye, no se pregunta, eso creo yo.      Sé que muchos dirán que unas telas o lienzos colgados no son nada y cualquiera las cuelga (es lo que a veces he escuchado decir a algunas personas ante el arte contemporáneo) pero cada uno de nosotros no somos cualquiera, y quien tuvo esa parte  necesaria para expresarse así ha hecho una diferencia y eso cuenta, seguro tiene una trayectoria digna de averiguar que nos permitirá saber más de la historia personal de ese artista,  este nuevo arte nos lleva directo y casi de cabeza al ser humano, a saber:  ¿quien  es? y ese porqué seguro va tomando camino en nuestra mente. Si lo vemos bien, hasta ese horror que nos produce que no sean nada (las expresiones de otros) nos habla de que son mucho. El ICA o Institute of Contemporary Art es muy bello. 

Otra pieza que admiré mucho aquí en este recinto fue una escultura de un niño como leyendo boca abajo con un globo terráqueo en la cabeza, título: Planets in my head de Yinka Shonibare. El nombre del autor a veces es bueno tenerlo en mente, por si se nos antoja buscar y averiguar de más trabajos. No son demasiadas salas las del ICA, por lo que vale mucho y se puede recorrer en una mañana. Tuvimos la suerte de que la instalación de la artista Yayoi Kusama de título: Love is calling estaba muy accesible, solo unas jóvenes y nosotros éramos los visitantes en ese preciso momento,                   ¡valioso momento!, así es que saliendo ellas, esa instalación tan colorida quedo toda para nosotros. Re admira mucho a esta autora, es una artista esquizoide declarada y recluida por propia voluntad en un centro en donde le dan los cuidados necesarios. Vale la pena investigar más sobre su obra que es en base a calabazas que tienen una razón de ser y no son un invento sacado de la manga, sus instalaciones siempre son llenas de color, en verdad que son maravillosas.                                                                                                  No se que tanto podremos comprender como el amor se manifiesta de muchísimas   formas,  yo concuerdo con ella de que el color es una de ellas.

                                              Una mañana de sabado  completa nos tomó el recorrido de la casa/ museo Isabella Gardner.Todos estábamos muy interesados en conocer este lugar, un poco más allá del centro en lo que antes eran las afueras de la ciudad, mas hoy dia ya es parte de la urbe. Prácticamente transportado todo el interior desde Italia. Leer antes siempre viene muy bien. Ya sabíamos más o menos lo que nos esperaba. En verdad que nos sorprendió la cantidad de gente visitante, seguro por ser fin de semana. Con esa gran multitud nos abocamos a visitar yendo más bien en busca de  las piezas escogidas y gozando mucho esos momentos. Tanto la Planta Baja como los dos pisos tienen profusión de objetos originales y muy artísticos, para nuestro gusto son excesivos, mas como así lo pidió la Sra  Gardner, se ha respetado hasta el último detalle su decisión, se nota que ésta coleccionista se dedicó a la compra apoyada en su guía que viviendo en Europa le daba los tips más valiosos y ella así adquiere tanto. Su guia de compras fue Bernard Berenson. 

                                                                El robo, es un asunto muy importante del museo. 

Todo porque hace varios años ya,  robaron con facilidad varias obras que a fin de cuentas se cree que fueron mandadas a buscar por algún coleccionista ávido y malicioso. Ninguna ha sido recuperada y los marcos siguen en sus sitios, vacíos. Los arcos italianos de piedra gris estilo gótico veneciano crean una atmósfera muy peculiar, muy parecida a la de los Cloisters a las afueras de New York, que también fue un edificio traído de Europa. Esta similitud me la hizo reflexionar y notar una gran amiga cuando le compartí todo lo de este recinto, ella que es muy viajada, se dió cuenta, y hasta me hizo volver a mis albumes de fotos de cuando hace años visité ese edificio tanto románico como en partes gótico en N.Y. En el caso concreto del Isabella toda la construcción fue ideada y dirigida para el arte que se coleccionó. Cada sala es nombrada según el color o tonos que prevalecen o por la proveniencia del país de origen. 

El retrato de la Sra Gardner pintado por el artista preferido de ella, John Singer Sargent así como el cuadro de título: El Jaleo del mismo autor, son piezas clave. 

               El jardín central y sus flores es un imán a la hora que uno entra a la Planta Baja. Conservado tal y como ella misma lo planeo, la Sra Gardner  ha sido respetada hasta la última hoja. Las flores que prevalecen son como unas espigas en color malva, otras blancas así como palmeras flacas y exóticas. Existe un vivero que se puede visitar y disfrutar (estaba en arreglos por el momento) en el cual  se mantienen esas plantas con todo cuidado. Una pequeña terraza de mosaico italiano da la centralidad al jardín.

                                                               Todo está tan bien organizado en el país del Norte que cuando uno sale cansado y hambriento ahí está una cafetería esperando, nada del otro mundo pero si con lo necesario para restablecer las fuerzas. Nosotros pensábamos esta tarde hacer una caminata de unos quince minutos hasta el estadio Fenway Park de los Red Sox, porque el juego de Baseball comenzaba como a las cuatro y media de la tarde, mas tuvimos que cambiar de opinión, y preferimos ir en Uber, nos esperaba todavía un domingo bastante profuso de la visita al último museo que son varios en uno, los de Harvard. 

                                                 Ir a disfrutar del juego de baseball fue realmente un antojo.  El Otero mayor no tiene el menor interés en el baseball y menos ir a los estadios en vivo. Éramos tres, y en verdad que fuimos disfrutando lo que cada uno más deseaba, cada quien con sus momentos clave y especiales. Re, que es amante de los museos en sumo grado no podía dejar pasar algunos espacios más allá y que con su juventud eso era necesario, y cuando me propuso lo del baseball acepté, en realidad tanto a madre e hija nos habían motivado Cam que habiendo estudiado a una hora de Boston durante un año, tenía los buenos recuerdos de muchos juegos. Nos interesaba tan sólo para conocer el estadio tan clásico y para percibir el ambiente, que en verdad resultó ser único, ya que  los aficionados están alborotados desde los alrededores y gozan  el atuendo que se ponen así como el lugar en que se sientan en las graderías, los gritos son de un entusiasmo que en verdad contagia, había momentos en los que no sabíamos ni porque era la algarabía y la felicidad. Terminada la séptima entrada nos decidimos regresar al hotel antes del anochecer, los diurnos así somos, preferimos todo con luz de día y eso nos hace una organización lograda. Al llegar al hotel estaba muy animado todo, en el área del Bar abierto con la transmisión del juego desde una pantalla, así que nos unimos para constatar que no ha sido esta la mejor temporada del equipo de Boston, los Red Sox perdieron y pronto se acabó el entusiasmo.                                                                        Ahí en el Bar nos atendió un mesero mexicano que se atrevió a hablar de su nacionalidad por escucharnos hablando en español y preguntó. Me sorprendió que dijera que aunque lleva varios años en la ciudad de Boston  está considerando volver a México, aunque es de la CDMX nos dijo que su idea es irse al sureste yucateco. Cuál fue su sorpresa y la nuestra al decirle nuestro lugar de procedencia, por lo que por poco no deja de conversar y como yo me pinto sola para esas lides ya los Otero me conocen mas que bien, querían volar. Nos dijo este compatriota que ha investigado y sabe que es muy bello todo lo del sureste. Es increible como está de moda la península yucateca, muchos han llegado y vemos como otros tantos están por llegar.

Un domingo en Harvard.

                                                        La entrada a este lugar tan emblemático está marcada por una reja de hierro alta y garbosa, por toda la ciudad se maneja el hierro con tanta diversidad de modelos de rejas que en verdad no sabe uno ni cual fotografiar. Tome varias fotos porque los enrejados me pueden fascinar, Harvard tiene variedad. Al entrar ya se percibe el verdor de los jardines que unen a todos los edificios más conocidos, tanto dormitorios de estudiantes como sedes de las oficinas y sitios de estudio. Tomamos un tour a pie dirigidos por una joven estudiante que hizo el recorrido muy ameno y que nos llevó con mucho entusiasmo por diferentes sitios. Me llamó mucho la atención que hiciera mención de que en Harvard apenas se están abatiendo asuntos de discriminación añosos, fue  a principios de este siglo cuando las mujeres han comenzado a recibir el mismo diploma o certificación de estudios que los varones, antes había uno especial para cada género. De hecho más atrás en el tiempo las clases eran en salones diferentes y se impartía la misma materia dos veces al día, asunto que por lógica decidieron acabar y hacerlo más práctico juntando a las féminas con los varones. Se extiende el jardín arbolado, las pequeñas áreas demarcadas por grupos de sillas o bancas invitan a sentarse dispuestas para conversar, leer o estudiar. Hay una estatua que muchos asocian con el Sr.Harvard, que no lo es, es en realidad un monumento a uno de los fundadores de lo académico. Harvard fue más bien un benefactor en lo económico.

                                                                  Los museos son varios dentro de un solo edificio.

El edificio fue diseñado por Renzo Piano y se nota su estilo. Las colecciones son completas y escogidas casi sin piezas de relleno, valen la pena todas las áreas ya que no son mayormente grandes y se pueden recorrer con calma, no se sintió tan lleno de gente. En el patio central un móvil titulado: Triangle Constellation nos llamó mucho la atención  y mucho más cuando nos enteramos que es obra de un compatriota nuestro llamado Carlos Amorales.

El área contemporánea está muy bien dispuesta, hay obra desde Kandinsky, Pollock y otros menos conocidos.  Un cuadro que en lo personal me encanto y que adquirí la postal  para conservar, es uno de Georgia O Keeffe de 1925, Un abstracto en sentido biológico titulado: Red and Pink.

                                                        Desde el uber se pueden apreciar muy bien los veleros en el río Charles.   Se ven a montones las velas en movimiento y creemos que son muchas más los domingos. Otro día nos acercamos al río para sentarnos un rato en un pequeño muelle que da directo, sitio que descubrió Re en sus caminatas matutinas. Gracias a esa juventud aventurera es que se aparecen de pronto esculturas por los jardines y otras cosas que ya las edades más avanzadas no detectamos tan fácil, somos afortunados los de las seis décadas de edad o más, de que nos acompañe una mujer joven que además de ser buena compañía sabe resolver mil cosas y  con variadisimos  intereses compartidos.

                                                              El Museo Fine Arts de la ciudad está en un edificio estilo Beaux Arts.  Es una estructura grande, uno de plano tiene que hacer una selección de salas porque no se puede abarcar tanto en una sola visita. El edificio en sí mismo merece ser visto y apreciado con detenimiento, la escalinata central del Hall, la majestad del recinto y que al estar flanqueada por enormes columnas hacen que se perciba  más imponente. 

En lo personal me centré  en las pinturas de Monet porque la colección de sus obras esta muy bien escogida y vale la pena detenerse un poco, la sala es pequeña y muy interesante. En el salón adjunto me encontré con una sorpresa, Manet interpretó el asesinato de Maximiliano de Habsburgo en México, llama la atención, porque como que no asociamos a Manet con estas pinturas un tanto de reclamo o protesta y en el escrito lateral al cuadro se puede leer que fue porque en Francia no les pareció que Napoleón hubiese abogado para ese asunto de mandar a un Habsburgo a México a ser emperador. Es un cuadro de formato medio que se nota se realizó más por demandas políticas de otros que por la misma inspiración del autor. Fusilar a alguien no creo que sea el mejor camino para dar escarmientos a nadie, aunque políticamente parezca que sí lo es. Espejismos de una civilización mal entendida.

                    La sala de Grecia llama mucho la atención por una enorme estatua de mujer.  Quien esculpe así, obviamente no puede tener ni por asomo sentimientos de misoginia, que lástima   que no todo se perciba desde el arte y apreciemos más allá de lo simple material. Como muchas esculturas de la antigua Grecia, ésta impone.                              Se lee ahí mismo que es la de mayor tamaño de las colecciones griegas en Estados Unidos. 

                                                                Unos retratos de los Obama estaban de visitantes. En el área de la Planta Baja muy solicitados el expresidente y su esposa propiciaron larga cola para entrar. Nos esperamos un rato y logramos un poco más despejado para pasar muy rápido frente a cada retrato. Re, que tiene participación en las redes sociales en sitios en los que comparte visitas a museos concretamente, quiso una foto que yo tomé de volada.                                                                                                                                 En verdad nada del otro mundo, buenas técnicas y en el caso de ella Michelle, no bien lograda la expresión. Yo creo ( y es mi personal apreciación ) que un retrato sea cual sea la técnica del artista, es central que refleje la expresión del retratado. Michelle no se parece, aunque el cuadro está bien logrado como una factura de lo moderno, el colorido es muy personal de la artista que la pintó. El caso de Barack, aunque es un cuadro de factura más dentro de lo clásico y de otro artista diferente al de su esposa, no aporta más allá de las tendencias modernas, tiene buen colorido, es alegre y sí refleja la expresión de él mismo.                                                                                                                           Valió la pena esperar un poco y estar tan rodeados de gente porque ahí mismo en el recinto había varios paneles con pinturas de niños a quienes motivaron a plasmar a su héroe favorito y es muy interesante apreciar lo que los niños expresan con tanta naturalidad y colorido, en lo personal esto de los crios lo gocé muchisimo.

Caminar y apreciar la cúpula del edificio desde el segundo piso resulta más espectacular por la cercanía, así como los pasillos intersalas que tienen lo suyo, un edificio bastante bien conservado a diferencia de la Biblioteca Pública que es un edificio muy parecido al de este museo, pero con descuido. Fue aquí en las áreas de la Biblioteca en donde vimos personas que viven en la calle, en lo personal me puede cuadricular el corazón y amargar la vida, porque no concibo este fenómeno mundial. Conozco a personas cercanas que se dedican a ayudar en estos rubros y me han comentado q a veces a estos seres conocidos como homeless, no les interesa ser ayudados ni sacados de esa condición.                     Es una pregunta que queda al aire: ¿Porque? Me encantaría saber tu version. 

                                                                              Vale mucho la pena la ciudad de Boston.  Llevaba años sabiéndolo en teoría, pero ahora ya lo comprobé.  Es una ciudad emblema de los Estados Unidos. La mayoría de sus sectores están bien cuidados y mas que nada el asombro que nos hace percibir una ciudad fluida, limpia y con mucho desarrollo moderno, lo que hace que uno disfrute cada día. MJ




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