jueves, 18 de mayo de 2023

 

L.V.D. Construir, Paz. (13)

 

                                                     Hemos sido incongruentes con nuestra esencia. No es comprensible que la ganancia material en desequilibrio, produzca sufrimiento humano. MJ

 

                                En verdad, aprender a detectar las incongruencias para hacerlas vida en la vida (y más en la acción de cada día) podría ser la entrada a muchos momentos felices y de paz.

Dejar de tener miedo al miedo dándonos cuenta que es tan solo un sentimiento que tiene sus raíces en algunos infundios que no hemos superado.

 Mucho de lo que percibimos como discordante tiene su fuerza en nuevos enfoques, aunque nos cueste más trabajo visualizar y parezca un esfuerzo inútil, nunca lo es.

El sufrimiento se instala y hasta podemos hacernos afines a él, nadie tiene porque aceptarlo como inevitable. Sabemos que cualquier revés es parte actuante, mas no por eso mismo ha de causar pesares que nos descuadren la vida fluida. Obtener ganancias en el ámbito material es parte de una vida equilibrada y son muy necesarias, lo que no es aceptable es el mal uso que se les pueda dar. Tener el cuidado de que las religiones no anestesien el progreso del ser con propuestas tales como que el sufrimiento es bueno per se y dentro de otros grupos enseñan que habremos de achacar los malos momentos al karma, interpretando mal este concepto como si fuera algo inevitable. No siempre se hace ágil la acción creativa cuando lleva tantos bemoles y milagritos adosados. A fin de cuentas, lo importante es ser observantes de un equilibrio tanto material como inmaterial.

                                    Se ha llegado a considerar entre las valoraciones históricas (con el apoyo de otras disciplinas sociales) la interpretación de que la revolución agrícola fue el punto de inflexión de la separación del sapiens de la naturaleza. Al alejarnos de ese ámbito del que formamos parte, las percepciones se pueden salir del cauce preferente. Resulta hasta paradójico, ya que lo agrícola está vinculado con lo natural, mas no necesariamente funcionan en armonía.

                              ¿Qué tanto mal nos ha hecho el habernos alejado de un mundo natural tal y como lo recibimos? Ante todo, recordar que los cambios son inevitables, lo positivo vendría con la claridad de cómo serán tratados esos mismos cambios, para beneficio de más gente.

                                             Con la revolución agrícola se propició el egocentrismo.

Esta dimensión redundó en lo social y resultó nada favorable para el individuo. A la hora de la cacería y la recolección en el pequeño grupo, se piensa que hubo un buen orden al utilizarlos para subsistir. Esto no quiere decir que no se practicase la repartición diferenciada cuando habría que repartir el mamut o los frutos silvestres, obvio es que cada parte de lo obtenido correspondiera a cada sección del grupo, por la naturaleza del momento había cantidad y calidad para todos, ya luego sin previsión fue el desequilibrio lo que prevaleció.

El agricultor no solo se tenía que preocupar de sembrar con el orden aprendido de los ciclos naturales y recolectar a su tiempo, también tenía que optar por más manos disponibles, y saber qué hacer con el excedente y ni que decir los cuidados que ahora requería su prole que crecía exponencialmente, más sus bienes de casa. Cuidar los graneros de la rapiña y velar por los bienes adquiridos se volvió todo un tema.

En la mente de los agricultores, tomo la delantera el ciclo estacional temporal, así como tratar de abatir la incertidumbre de la escasez, fue todo un asunto que ocupo mucho tiempo y esfuerzo.

Así, se fundamentó el primer sistema político y social para poder regular las acciones. A la letra nos dice el autor: - Los pocos milenos que separan la revolución agrícola de la aparición de las ciudades, reinos e imperios, no fueron suficientes para permitir la evolución de un instinto de cooperación en masa- Nos perdimos de nosotros mismos en lo mismo que habíamos creado.

                                               La creatividad, vista como una actitud que se fomenta y trabaja y que resulta en un bien para mejorar muchos aspectos y situaciones de la vida diaria, es dinámica, mientras vivamos sin tenerla en cuenta y sin comprender los modos que la sustentan cada día, nos costará más trabajo ver los buenos efectos.

Los mitos son muy fuertes y determinan de maneras insospechadas los procesos humanos. Mucho daño se puede hacer a los congéneres por el manejo de ideas que no proponen y que nos llevan a desfiladeros sin salida.

                                    La palabra cooperación ha perdido su sentido original.   Habremos de entender que la cooperación varía en cuanto las necesidades, mas su esencia sigue siendo la misma: aportar para que un bien se logre más ágil y en beneficio de más personas. No es por naturaleza ni voluntaria ni igualitaria, mas si se logra manejar con un sentido propositivo, puede permear positivamente a más congéneres.

                                                    En los principios del orden humano se crearon los códigos a seguir. El código de Hammurabi es el más representativo de estos primeros intentos de orden socioeconómico. Este código fue el baluarte ideológico a seguir y uno de sus postulados más claros fue que los hijos son propiedad de los padres, asuntos como estos se percibían como muy naturales como también lo fue la pena de muerte. Esta manera de ordenar no contemplaba el dolor humano, el sistema era más práctico que humanista y causó de pronto mucho pesar. También en la declaración de independencia de los Estados Unidos se plantearon absurdos que, aunque no parezca a simple vista que lo son, no tienen base probable.  Decir que todos los seres humanos son iguales parece muy humano, cuando en la realidad lo propio es reconocer las diferencias no para discriminar, sino todo lo contrario, para sumar. La igualdad en si misma pareciera un bien, cuando no lo es necesariamente para la armonía, ya que al igualar pareciera que hay que obligar a lo que no lo es a transformarse en otra cosa dejando de lado la esencia. Si se conserva lo esencial aun en las diferencias, hay logro armónico.

 De entrada, el principio de evolución que nos rige a todos los seres vivos está basado en los cambios, por lo que estos son muy importantes para valorar que acciones tomar. Estamos determinados por el medio ambiente, por la cultura y ni que decir por las costumbres más acendradas.  

                                                                     La biología nunca garantiza la libertad. En la libertad mal entendida y el modo cultural mal enfocado, se asienta la potencialidad de que seamos más o menos violentos. No queda duda de que la violencia es desequilibrio.

Los derechos del homo sapiens no se dan por sentados en función a su natura. Estos nacen de la convivencia y de la cooperación, son resultado de ver mejoras en las acciones necesarias. El esfuerzo es a voluntad y se convierte en un don creativo en la medida que lo valoramos como propositivo para el bien individual y con los alcances pertinentes en el bien comunal.

En algunos sitios se ha enarbolado la ley del menor esfuerzo como un don, como si fuese natural el hacer menos para obtener más, cuando la necesidad de organización en su imperativo de orden da sentido al esfuerzo. No porque nos esforcemos menos seremos más felices, cada quien tiene su tarea necesaria para un equilibrio personal y no por eso hay menosprecio en el trabajo.

Se ha llegado a comprobar dentro del ámbito de los estudiosos que, de todas las actividades colectivas humanas -La más difícil de organizar es la violencia-.

El uso de la violencia requiere un esfuerzo muy especial y redunda siempre para mal. ¿Qué es lo que nos ha hecho creer que su presencia dará mejores resultados? Hasta hoy día tiene un imperio de poder e impronta, quien es violento es temido.  Los grupos de poder que se organizan con esta base nunca logran en realidad más que cuantiosas ganancias en lo material, y se puede considerar que en lo interior tengan un deterioro psicológico/social. En el caso de la guerra se cree que hoy día es más por poder. Millones de congéneres han perdido la vida por causas absurdas de la violencia y de creencias de supremacía racial y religiosa. Yuval lo explica muy claro. Dejare la ficha del texto al final, para quien quiera ampliar. Vale la pena.

Miles de mujeres mueren a manos de los varones que han creído en la violencia como una solución a sus miedos. La irracionalidad del feminicidio de género, está basada en el miedo a los cambios que propician movimientos en el status establecido, el no poder entender que las mujeres no están a su servicio, no tiene más explicación de fondo que la inconciencia.

 La exterminación de mujeres, y más las de aquellas que tan solo quieren dar voz personal a sus actividades y participar más activamente en el mundo, tiene como base el miedo que es primo hermano de la ignorancia. Aplaudir el servilismo femenino hacia los varones en las familias, no es poca cosa y ha ahondado el surco separatista.

Cuando el género femenino pudo hacer visibles sus pensamientos como actuantes fuera del ámbito del espacio como familia, ya el mito había hecho su trabajo y solo se podía concebir al género femenino con ciertas acciones preconcebidas y producto de la división del trabajo. Mal entendidas las acciones de cada género, empezó una batalla que no tiene sentido y, de entrada, perjudica mucho a los mismos varones.

                                                       Gran parte de la respuesta está en la educación.  Otro tanto a solucionar está las familias que dejen a los críos ser ellos mismos y no cuadricular el pensamiento con patrones. Muchos ordenes injustos establecidos se consideran mandados por los dioses y es por eso que es más difícil convencer de que no tienen sentido. El orden imaginado modela nuestros deseos que en realidad deberían ser preferencias siempre presumiblemente a respetar.

Habremos de tener mucho cuidado con los órdenes imaginados, porque a fin de cuentas son intersubjetivos, y al volverse imperceptibles permean las mentes sutilmente.  Están apoyados en premisas teóricas que llevan a las realidades a sucumbir ante ideas sin fundamento. (Continuará) MJ

Yuval Noah Harari

Sapiens. De animales a dioses. Editorial Debolsillo.

 

 

 

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