L.V.D. Construir, Paz. (13)
Hemos sido incongruentes con nuestra esencia. No es comprensible que la
ganancia material en desequilibrio, produzca sufrimiento humano. MJ
En verdad,
aprender a detectar las incongruencias para hacerlas vida en la vida (y
más en la acción de cada día) podría ser la entrada a muchos momentos felices y
de paz.
Dejar de tener miedo al miedo dándonos cuenta que
es tan solo un sentimiento que tiene sus raíces en algunos infundios que no
hemos superado.
Mucho de lo que
percibimos como discordante tiene su fuerza en nuevos enfoques, aunque nos
cueste más trabajo visualizar y parezca un esfuerzo inútil, nunca lo es.
El sufrimiento se instala y hasta podemos hacernos afines
a él, nadie tiene porque aceptarlo como inevitable. Sabemos que cualquier revés
es parte actuante, mas no por eso mismo ha de causar pesares que nos descuadren
la vida fluida. Obtener ganancias en el ámbito material es parte de una vida
equilibrada y son muy necesarias, lo que no es aceptable es el mal uso que se
les pueda dar. Tener el cuidado de que las religiones no anestesien el progreso
del ser con propuestas tales como que el sufrimiento es bueno per se y
dentro de otros grupos enseñan que habremos de achacar los malos momentos al karma,
interpretando mal este concepto como si fuera algo inevitable. No siempre se
hace ágil la acción creativa cuando lleva tantos bemoles y milagritos
adosados. A fin de cuentas, lo importante es ser observantes de un equilibrio
tanto material como inmaterial.
Se ha llegado a considerar entre las
valoraciones históricas (con el apoyo de otras disciplinas sociales) la interpretación
de que la revolución agrícola fue el punto de inflexión de la separación del sapiens
de la naturaleza. Al alejarnos de ese ámbito del que formamos parte, las
percepciones se pueden salir del cauce preferente. Resulta hasta paradójico, ya
que lo agrícola está vinculado con lo natural, mas no necesariamente funcionan
en armonía.
¿Qué tanto mal
nos ha hecho el habernos alejado de un mundo natural tal y como lo recibimos?
Ante todo, recordar que los cambios son inevitables, lo positivo vendría con la
claridad de cómo serán tratados esos mismos cambios, para beneficio de más
gente.
Con la revolución agrícola se propició
el egocentrismo.
Esta dimensión redundó en lo social y resultó nada
favorable para el individuo. A la hora de la cacería y la recolección en el
pequeño grupo, se piensa que hubo un buen orden al utilizarlos para subsistir.
Esto no quiere decir que no se practicase la repartición diferenciada cuando
habría que repartir el mamut o los frutos silvestres, obvio es que cada parte de
lo obtenido correspondiera a cada sección del grupo, por la naturaleza del
momento había cantidad y calidad para todos, ya luego sin previsión fue el
desequilibrio lo que prevaleció.
El agricultor no solo se tenía que preocupar de sembrar
con el orden aprendido de los ciclos naturales y recolectar a su tiempo, también
tenía que optar por más manos disponibles, y saber qué hacer con el excedente y
ni que decir los cuidados que ahora requería su prole que crecía exponencialmente,
más sus bienes de casa. Cuidar los graneros de la rapiña y velar por los bienes
adquiridos se volvió todo un tema.
En la mente de los agricultores, tomo la delantera el
ciclo estacional temporal, así como tratar de abatir la incertidumbre de la escasez,
fue todo un asunto que ocupo mucho tiempo y esfuerzo.
Así, se fundamentó el primer sistema político y social
para poder regular las acciones. A la letra nos dice el autor: - Los pocos milenos
que separan la revolución agrícola de la aparición de las ciudades, reinos e
imperios, no fueron suficientes para permitir la evolución de un instinto de
cooperación en masa- Nos perdimos de nosotros mismos en lo mismo que habíamos creado.
La
creatividad, vista como una actitud que se fomenta y trabaja y que resulta en
un bien para mejorar muchos aspectos y situaciones de la vida diaria, es dinámica,
mientras vivamos sin tenerla en cuenta y sin comprender los modos que la sustentan
cada día, nos costará más trabajo ver los buenos efectos.
Los mitos son muy fuertes y determinan de maneras
insospechadas los procesos humanos. Mucho daño se puede hacer a los congéneres
por el manejo de ideas que no proponen y que nos llevan a desfiladeros sin
salida.
La palabra cooperación
ha perdido su sentido original. Habremos de entender que la cooperación varía
en cuanto las necesidades, mas su esencia sigue siendo la misma: aportar para
que un bien se logre más ágil y en beneficio de más personas. No es por
naturaleza ni voluntaria ni igualitaria, mas si se logra manejar con un sentido
propositivo, puede permear positivamente a más congéneres.
En los principios del orden humano se crearon los códigos a seguir. El
código de Hammurabi es el más representativo de estos primeros intentos de
orden socioeconómico. Este código fue el baluarte ideológico a seguir y uno de
sus postulados más claros fue que los hijos son propiedad de los padres,
asuntos como estos se percibían como muy naturales como también lo fue la pena
de muerte. Esta manera de ordenar no contemplaba el dolor humano, el sistema
era más práctico que humanista y causó de pronto mucho pesar. También en la
declaración de independencia de los Estados Unidos se plantearon absurdos que,
aunque no parezca a simple vista que lo son, no tienen base probable. Decir que todos los seres humanos son iguales
parece muy humano, cuando en la realidad lo propio es reconocer las diferencias
no para discriminar, sino todo lo contrario, para sumar. La igualdad en si
misma pareciera un bien, cuando no lo es necesariamente para la armonía, ya que
al igualar pareciera que hay que obligar a lo que no lo es a transformarse en
otra cosa dejando de lado la esencia. Si se conserva lo esencial aun en las
diferencias, hay logro armónico.
De entrada, el
principio de evolución que nos rige a todos los seres vivos está basado en los
cambios, por lo que estos son muy importantes para valorar que acciones tomar.
Estamos determinados por el medio ambiente, por la cultura y ni que decir por
las costumbres más acendradas.
La biología nunca garantiza la libertad. En la libertad mal entendida y
el modo cultural mal enfocado, se asienta la potencialidad de que seamos más o
menos violentos. No queda duda de que la violencia es desequilibrio.
Los derechos del homo sapiens no se dan por
sentados en función a su natura. Estos nacen de la convivencia y de la
cooperación, son resultado de ver mejoras en las acciones necesarias. El
esfuerzo es a voluntad y se convierte en un don creativo en la medida que lo
valoramos como propositivo para el bien individual y con los alcances
pertinentes en el bien comunal.
En algunos sitios se ha enarbolado la ley del menor
esfuerzo como un don, como si fuese natural el hacer menos para obtener más, cuando
la necesidad de organización en su imperativo de orden da sentido al esfuerzo.
No porque nos esforcemos menos seremos más felices, cada quien tiene su tarea
necesaria para un equilibrio personal y no por eso hay menosprecio en el
trabajo.
Se ha llegado a comprobar dentro del ámbito de los
estudiosos que, de todas las actividades colectivas humanas -La más difícil de
organizar es la violencia-.
El uso de la violencia requiere un esfuerzo muy especial
y redunda siempre para mal. ¿Qué es lo que nos ha hecho creer que su presencia
dará mejores resultados? Hasta hoy día tiene un imperio de poder e impronta,
quien es violento es temido. Los grupos
de poder que se organizan con esta base nunca logran en realidad más que cuantiosas
ganancias en lo material, y se puede considerar que en lo interior tengan un
deterioro psicológico/social. En el caso de la guerra se cree que hoy día es
más por poder. Millones de congéneres han perdido la vida por causas absurdas
de la violencia y de creencias de supremacía racial y religiosa. Yuval lo
explica muy claro. Dejare la ficha del texto al final, para quien quiera
ampliar. Vale la pena.
Miles de mujeres mueren a manos de los varones que han creído
en la violencia como una solución a sus miedos. La irracionalidad del
feminicidio de género, está basada en el miedo a los cambios que propician
movimientos en el status establecido, el no poder entender que las
mujeres no están a su servicio, no tiene más explicación de fondo que la
inconciencia.
La exterminación
de mujeres, y más las de aquellas que tan solo quieren dar voz personal a sus
actividades y participar más activamente en el mundo, tiene como base el miedo
que es primo hermano de la ignorancia. Aplaudir el servilismo femenino hacia
los varones en las familias, no es poca cosa y ha ahondado el surco
separatista.
Cuando el género femenino pudo hacer visibles sus
pensamientos como actuantes fuera del ámbito del espacio como familia, ya el
mito había hecho su trabajo y solo se podía concebir al género femenino con
ciertas acciones preconcebidas y producto de la división del trabajo. Mal
entendidas las acciones de cada género, empezó una batalla que no tiene sentido
y, de entrada, perjudica mucho a los mismos varones.
Gran parte de la respuesta está en la educación. Otro tanto a solucionar está las familias que
dejen a los críos ser ellos mismos y no cuadricular el pensamiento con
patrones. Muchos ordenes injustos establecidos se consideran mandados por los
dioses y es por eso que es más difícil convencer de que no tienen sentido. El
orden imaginado modela nuestros deseos que en realidad deberían ser
preferencias siempre presumiblemente a respetar.
Habremos de tener mucho cuidado con los órdenes
imaginados, porque a fin de cuentas son intersubjetivos, y al volverse
imperceptibles permean las mentes sutilmente. Están apoyados en premisas teóricas que llevan
a las realidades a sucumbir ante ideas sin fundamento. (Continuará) MJ
Yuval Noah Harari
Sapiens. De animales a dioses. Editorial Debolsillo.
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