D.L.V.D. Creatividad, es actitud. (2)
Si Algo se
va, estemos seguros de que se ha ido con sentido. Un espacio abierto queda, las
pérdidas son ganancias. MJ
Me queda claro que los giros que a veces nos
da la vida nos atolondran, de una u otra manera nos podemos sentir afectados,
mas es seguro que se dan nuevas vivencias en los espacios que quedan abiertos y
aunque de momento los bríos de luz renovada no sean tan claros, nunca son percibidos
de la noche a la mañana, es así que queda muy bien situada la frase: saber dar
tiempo al tiempo. Tener presente que el tiempo es tan solo una
convencionalidad creada para nuestro mejor desempeño y no algo que nos traga
sin remedio. La renovación que es parte actuante de la vida se hace presente y
aterriza en la actitud. Aunque nos puede invadir el sopor del paso de los años,
o esa bruma que llega sin avisar y que parece ligera, se estaciona y nos nubla
el flujo positivo, es como un viento que a veces quema y hasta la mirada puede distorsionarse.
Ya lo decía así mi madre: con paciencia y un ganchito, podremos ver los
tonos naranjas de paz viva.
Haciendo recuento de daños nos podemos encontrar más de
una vez. Ajustar los hombros y plantarnos con la espalda derecha para saber que,
aunque los tiempos den la impresión de estar pesados y como que se nos enciman,
esbozar una sonrisa ante situaciones que se convierten en retos, nos da fuerza.
No importa si sonreír es algo que de momento hacemos solo para nosotros mismos,
si y al fin y al cabo se logra reconocer que todo tiene dos caras. Aquí en
Yucatán, un talco producido por una empresa local nombró así a su producto:
-Dos caras-. Para mí siempre fue una intriga detectar en la dual imagen de la
caja de ese talco, si en verdad eran dos caras del mismo ser o dos caras diferentes,
mas la generalidad de las personas que lo conocen lo nombran como el talco
hipócrita, así queda claro que son dos versiones del mismo ser. Pensándolo
bien, no necesariamente tener dos versiones de uno mismo implique hipocresía,
tal vez de pronto las necesitemos para reconstruirnos, reinventarnos y volver a
las andadas o tal vez dejarlas por la paz. Uno nunca termina de conformar al yo real
(creo que cuando lo hacemos, es porque ya estamos listos para dejar el cuerpo).
Cuando nos damos cuenta que todo tiene otra cara y a veces la menos visible es
la más misteriosa, vamos por buen camino.
Fue Armando Manzanero, en los años 70s setentas, con las
baladas románticas de una generación, quien nos propone mirar la otra cara de
la luna. Así el canta/autor, imprimió un toque plausible y posible a lo que no
se puede ver con claridad. Cada que escucho esa canción, mi mente se va hacia
ese lado de la luna ¿cómo será?
desplegar la mente y darnos un respiro de gozo imaginativo, y eso mismo
hacerlo con nuestra actitud.
Imaginación y creatividad son primos hermanos, llevan el
mismo bagaje. La manifestación depende del ámbito, unas veces en la vida de
relación, otras veces en las creaciones del ámbito artístico o bien en lo que
la mayoría realizamos en el día a día.
Lo efímero, tiene algo de relación con esas otras caras
de las caras. En realidad, lo que se va solo se transforma, y si lo vemos bien
lo más seguro es que sea para algo mejor, sabiéndolo estamos preparados para no
temer al devenir.
La pluma fuente para mi preciosísima, esa misma que me
hizo levantar la ceja del asombro el día que encontré que había escrito (¿en
vano?) con ella y todo se esfumó, me abrió la puerta para agradecer a los cuatro
vientos su presencia, lo efímero puede aparecer y llevarse lo que sea y lo
que quiera y al mismo tiempo dejar posibles asombros de enseñanza. Comprendí
que esa parte volátil también cuenta.
Miré por un buen tiempo esa pluma inerte en su espléndido
azul prístino. La acompañé con algunas otras que habían ido llegando a mi vida,
y todas en su momento fueron parte de estos textos. Estuvo quieta en el envase
frente a mis ojos, y parecía que quería decirme: -encuentra la otra cara de estos
textos que se han esfumado- y sí que la encontré, mucho después. Obtuve la lección más clara asentada en los
inicios del siglo XXI: Todo lo que parece irse, también se queda.
Bien lo dijo Serrat,
los caminos en la mar también son caminos.
Han pasado 23 veintitrés años, y esa pluma me dio una gran lección. Hoy
la utilizo con medida.
Algunos de nosotros tenemos más o menos claros esos momentos vividos en
los que sentimos que algo se hace efímero y desaparece. Yo tengo varios, unos más
claros que los otros, les comparto algunos.
El primer cambio significativo de mi ser en donde percibí
lo efímero de una manera personal, fue un cambio de ciudad y por ende de todo.
Sentí en verdad un pesar enorme de dejar mi ciudad natal
a los catorce años. Confiaba en mi padre que tenía buenos motivo para probar
otros lares y otras actividades. Llega uno a sentir que todo lo vivido se
esfuma como una nube blanca barrida por el viento. Cuál fue mi sorpresa que en la ciudad a la
que llegué, esa nube presentó varios tonos de otro color. Ahí se cultivaron las
mejores amigas, un amor de juventud que aún tiene un lugar especial en mí, y ni
que decir los mejores recuerdos de pasar de la adolescencia a la juventud.
Fueron tan solo unos años, más para uno como ser adolescente se pueden traducir
en una etapa completa y circular, con sus brillos muy propios y concretos, cada
que la recuerdo solo puedo decir que se convierte en un sonreír silencioso y
agradable en lo interior.
Y volví a la ciudad natal, para conocer otra cara de la
misma. Recobré algunas de las amigas de infancia con las que hasta hoy día me
siento muy feliz. A veces solía sentir que no había aprendido a cultivar como
es debido la amistad, mas el tiempo me ha demostrado todo lo contario, no es
necesario siempre profundizar en una buena relación, siempre y cuando el
intercambio sea genuino y aporte gozo. Hay seres que saben que un momento de
platica no es para adjudicaciones de propuestas de nada, solo conversar es el
intercambio más creativo de la especie.
Hoy día, tengo amigos y amigas que han llegado por FB y
aunque no los conozco mayormente en trato activo, su modo de ser ha sido de
coincidir y lo que se comparte se disfruta y agradece. No todos comprendemos de
igual manera la fuerza de esa energía que cuando va y viene también crea
esferas de dones invaluables. Pocas son
las personas que saben valorar cómo el sencillo momento de intercambio de ideas,
se percibe como donador de vida. Platicar, un vocablo que se apareció en mi
vida mucho después, lo que en estas tierras más bien todos lo conocemos como
conversar, es otra manera de mencionar ese donarnos con la palabra.
Cuando se comparte tan solo se refrenda el aprecio. No es
poca cosa, aunque algunas personas si no reciben contante y sonante algún
beneficio, dejan de valorar. Con la edad se hace más difícil estar con rutinas
de encuentros, aprendemos a percibir lo que cada persona nos ha dado, aun con
etapas de silencio.
El
momento del matrimonio representó un gran cambio.
Creo que no estaba
yo lista del todo, aun estando en la medianía de los veintes. Lo efímero que sentí fue como si la vida diera
paso al cierre de una etapa que podía yo ver deslizarse como una manta mojada
que se escurre de entre nuestras manos. Esa burbuja de tiempo que viví junto a
mis padres como hija mayor. Y aunque nunca sentí nada especial al haber inaugurado
a mis padres en ese ámbito de la paternidad, me dio cierto pesar cerrarlo. Ellos
fueron padres con mucha diligencia y naturalidad, con sus creatividades
especiales nos dieron la pauta de cómo vivir la vida fluida, una buena actitud
da circularidad a la vida de pareja. Al
cabo agradecí a mis padres que nunca hablaron del desencanto de lo romántico
que más temprano que tarde se siente al lanzarnos como al vació, en la vida
matrimonial, ya que es una vida que hay que crear. Nada es bueno dejar al libre
entendimiento, porque la cara de la vida que es mas demandante puede rompernos.
Sentía que a mí como fémina, me tocaba la parte mas fuerte del asunto y así lo
propuse y planteé, no quería sentir ese peso (que sabía tenía que ser
compartido) fuera solo mío. Por lo general el varón cambia de casa y de modos,
pero sus actividades siguen siendo las mismas.
Al cabo aprendí que es más importante el convivir con garantía de gozo,
que estar pensando en los romanticismos que nos venden en el mundo occidental.
En casa de mis padres el sentido de la pareja nunca fue de romanticismo, se
vivía lo práctico y se compartía lo gozable. En su momento para fortalecerme
acudí a una ayuda psicológica profesional, para comprender que la vida en
pareja tiene en realidad su máxima expresión en acuerdos bien dados. Siempre es
necesario enfocar los puntos de vista. La psicóloga me corroboró lo que mi
padre compartió en el momento en que contrajimos nupcias sus dos hijas: -el
matrimonio más que nada es un contrato que requiere vocación- y se añadió luego
en su momento: -y se sustenta con acuerdos- Estos acuerdos nivelan la balanza
de equidad, ésta solo existe en cuanto uno la propone, nunca es la misma para
todos. La columna vertebral de la vida en común conlleva paciencia, y las
burbujas de gozo son como pompas de jabón, aunque se desvanecen son parte. Hoy
día que ya existen parejas que deciden vivir como tales sin procrear, son
muchas cosas en común que se pueden manifestar como vínculos reales, gozosos. Así también las parejas del mismo sexo están
dando las pautas de que el homo sapiens se une dignamente para solventar
la parte emotiva y compartida tan necesaria a la especie, acompañamientos para
crecer, no es necesario ni procrear ni mucho menos bailar al son de danzas
impuestas.
Como dice Hellen Mirren: Ninguna mujer tendría porque
explicar su decisión de no tener hijos. Esa forma de antaño cuando se percibía
como manda y danza ineludible la maternidad, ya duerme el sueño de los justos. La
amistad entre la pareja es básica, aunque por momentos se sienta sostenida con
alfileres, de pronto se sujeta por las sonrisas de los hijos si los hay, y de
otros muchos motivos para estar juntos. Las expectativas nunca se cumplan del
todo, aprendemos a tener claro que la vida en realidad se vive en una
individualidad compartida de dos naranjas completas, no somos medias naranjas
de nadie. No podemos soslayar que las relaciones se desgastan y es un asunto de
creatividad y actitud lo que nos hace volver la cara y darnos cuenta que si no
se aplica el verbo reinventar, estamos fritos.
El siglo comenzó con las primeras cincuenta libretas de
mis vivencias. Las enumeré para mayor orden, sabía que algún día volvería con
otra mirada. Resguardaban a ese yo que estaba segura se iba transformando
y que redescubriría más adelante. Hoy siento que al revisar (me) en algunos
momentos me aparezco en el texto tal como soy, mas hay párrafos en los que me
encuentro que soy otra persona.
¿Cuándo y cómo nos reconocemos, como para tener del todo
claro quiénes somos?
Yo creo que nunca. Jamás dejamos de sorprendernos con y
para nosotros mismos. Ese percibir momentáneo cuando posamos los ojos sobre el
papel escrito a mano, nos hace sentir como en las palabras se puede encerrar la
vida, éstas, son como las células de un texto. (Continuará).
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