jueves, 22 de junio de 2023

 

D.L.V.D. Creatividad, es actitud. (4)

                                                                           El lenguaje nos da intersubjetividad.

Valerio Rocco.

                                                                Hace algunos días viendo una entrevista en la televisión, unos especialistas en el quehacer humano hablaban de cómo se van dando las ideas que van cambiando al mundo, uno de ellos se enfocaba en el lenguaje, diciendo que es una herramienta en principio tan básica, que es bueno saber sus acepciones y así llegar a comprender ese mecanismo intersubjetivo que es tan suyo. Si observamos todo lo que esto implica, nos damos cuenta que mucho de lo que vivimos se define dentro de los ámbitos de la subjetividad, no solo en lo que decimos sino cómo proviene de lo que pensamos, por lo que esa parte de la realidad hay que tenerla más en cuenta. Lo subjetivo es tan real como el respirar, solo hace falta saber cuándo está más presente, y el reto se enfoca en cómo acceder a sus dones. A veces las ideas las sentimos no del todo objetivas y hasta limitadas cuando queremos decir exacto lo que hay que expresar, mas es con actitud y paciencia de comprensión lo que transforma y hace creativa a la expresión.

                                                          Cuando somos seres que hemos decidido reproducirnos, esa misma situación define las etapas de vida y absorbe más que nada por momentos, el modo como percibimos el intercambio y el diálogo es importante. Es diferente a la visión de quienes viven sus vidas en otras modalidades. Si hemos asumido la paternidad existe como una leve sensación incierta de cómo serán conducidos con buen talante los hijos, y hasta que no les observamos encaminados es cuando nos damos cuenta que tanto les transmitimos con un lenguaje que, en su subjetividad, dice mucho. Con la vida que he llevado en algunos aspectos casi monástica (por los modos disciplinados y tranquilos de mi marido) me quedó claro que en el encause a los jóvenes hay que ser más claros y precisos al opinar, ya que ellos ya tienen sus trazas vitales bien puestas y sus caminos se abrirán.

Nunca vi en la casa paterna un afán por parte de mis padres de estar en el centro de la vida social, subjetivamente eso se transmitía. Mis padres tenían sus propios derroteros como tales, los más claros eran los relativos a llevar una vida diaria muy vivible y además de que sus actividades personales ocupaban buen tiempo del tiempo, mi madre y sus finas manualidades y mi padre no solo estaba muy presente en su trabajo en el área de la construcción civil que es absorbente, demandante y propositiva, y lograba combinar todo con hobbies bien definidos y compartidos abiertamente con sus hijos, cacerías, bucear entre las rocas de los mares cercanos, nadar, etc. Siempre los medios días en casa se tomaban como un rato de descanso con alguna lectura, el periódico, y los libros que tenían bastante centralidad.

En la casa de la infancia, la luz entraba por todos lados. Vivir en recintos abiertos y con una concepción moderna para su época, nos permitió a mis hermanos y a mi comprender mejor cuando tuvimos que dejarla por cambios necesarios. Bien dispuesta la había proyectado mi progenitor y con varios colores escogidos esmeradamente para los ambientes, fue una casa que me marcó y vive aun en mí. De pronto percibimos como los ambientes nos marcan y son parte de esa expresión intersubjetiva. Hoy día, que paso por esa casa la noto un tanto abandonada y me da pesar, pero he de entender que así son los caminos y ese recinto ya nada tiene que ver con mi vida. Muchos recuerdos perviven, como uno de mi padre que solía esconder sus chocolates favoritos, eran redondos y rellenos de la crema de menta más deliciosa que uno pueda imaginar. En el cajón de sus calcetines guardaba todo lo que quería tener a buen recaudo y nosotros como críos perceptivos lo supimos muy bien, ir hasta ahí y escarbar entre bolas de algodón para llegar y hacer el hurto ingenuo, era algo muy divertido y creo que él gozaba viendo cómo iba disminuyendo el contenido de esa cajita tan preciada que traía de sus viajes con cazadores a New Orleans. Eran dulces que comíamos con medida, pero ese sigilo hasta llegar al cajón de los tesoros, jamás lo olvidaré. Los buenos recuerdos cuando regresan, siempre son bienvenidos.

                                                       Conforme pasa la vida el cuidado más preciado que hay que tener en cuenta, es no caer en juegos mentales. La mente sí que puede jugar de pronto el peor papel y nos desencaja esa originalidad redonda de la que todos debemos disponer, tenerla a mano.

En esos días de principios del siglo XXI escribí: -Si soy feliz, apenas y me estoy dando cuenta de los nuevos caminos de la felicidad-, porque también poco apoco comprendemos que la felicidad no es un baluarte completo y constante, tiene sus rutas y senderos, propuestas nuevas y en lo personal ya iba descubriendo el cómo, los porques y todo lo que uno va adosando a lo que concebimos como feliz. Es hasta posible llegar a pensar que uno no puede ser feliz con todo lo elegido y percibir desencanto, mas la fuerza creativa ha de prevalecer porque hay razones mucho más fuertes y necesarias que estar pensando en que la vida va a ser totalmente gratificante siempre. Hacer de los momentos difíciles algo llevadero, también es necesario. A veces el mundo lo vemos de cabeza, mucho más cuando estamos en etapas de decisiones de los hijos. A las jóvenes que nacimos en los mediados del siglo pasado mucho nos propusieron no pensar de más, y con frecuencia se regresaba al dicho bastante común entre algunos adultos: -Suerte te de Dios de que el saber poco te importe-. Recuerdo que en sexto año de Primaria cuando recibí el libro de Historia Universal que estudiaríamos durante el curso, me puse muy feliz, quería leerlo en una sola noche y no me quedaba claro eso de que poco debería importarme saber, ¿cómo así? así se vivía en ese entonces, no creo que haya sido adrede, era una manera de entender la vida, más que nada de las mujeres adultas.

Por estos días de principios del siglo, leía la biografía de Picasso.  En el cuarto de diseño y proyectos constructivos de mi padre ahí en la casa de la infancia, había tenido los primeros encuentros con el arte moderno, suficientes libros de esos temas estaban dispuestos y accesibles a los niños, él nunca reparó en que los hojeáramos, creo que era feliz viendo como los bajábamos de sus libreros para fijarnos más que nada en las ilustraciones.  Percibir a Picasso es todo un reto, ya tenía bastante claro su estilo y cuando terminé de percibir en los museos propiamente sus obras, solo faltaba más adelante el saber algo de sus porques. Siempre me han gustado las razones, hasta que mi circulo de pensar se concretó con el valor de la sinrazón. No es de mis autores postimpresionistas preferidos, pero tengo que reconocer el carácter de su obra, su maestría en lograr lo que él quiso. Me dejaba atónita ver como ese hombre genial había aprendido a visualizar la vida con tanta creatividad. Recibí el libro de la biografía de manos de una niña estadounidense que asistía al taller de motivación del arte, que muchos años impartí. De las citas que tomé en ese entonces aquí comparto algo.

De entrada, me propuse percibir el carácter del artista y como una prioridad sus intenciones. En lo personal creo que son más convincentes los creadores plásticos que crean con un sentido profundo e intencionado y que llevan coherencia con su vida, la intención lo dice todo.  En una ocasión una persona me dijo que era lo mismo comprar un cuadro en una esquina callejera que uno de autor, atónita le dije: -nada que ver- y solo me dijo, -bueno, tal vez solo sea la diferencia del precio- absolutamente que no es así, es arte lo que se realiza con una intención que une autor/obra, a diferencia de lo que se plasma casi con plantillas y es mera mercancía.

 Picasso no precisamente era un tipo de buen carácter. Su padre, que trabajaba en las artes le influenció y abrió el camino, por lo que una frase literal del artista fue: -Afirmo haber llevado una vida de pintor- a decir verdad, no deja claro que tanto le significa esto en la vida de cada día, mas nos dice mucho en función a como visualizó su obra desde su centro rector y no como consecuencia de una demanda externa. Dejó la casa paterna a su debido tiempo para vivir básicamente entre Barcelona y Paris, siendo que esta última ciudad fue clave para su devenir de percepciones valiosas, como lo fueron entre otras, la influencia del color por parte de los impresionistas. Solía tener el humor más sombrío que alegre y fue tomando las decisiones de su vida de una manera más intuitiva que lógica. No por no ser lógico perdió el rumbo, supo cuando darle tiempo a que la creatividad se definiera y más que nada seguir sus sentimientos. Era muy observador.

Se consideraba en parte poeta del pincel, y de hecho hizo poesía literaria. Creía que habría que transformar metafóricamente la realidad y cuando lo hizo decía que era necesario porque así todos la comprenderíamos mejor. Su afán era convertir en visuales los pensamientos, por lo que se puede decir que su pintura es anímica, traduce estados de ánimo y los transforma con color. Le inquieta la parte precaria y perecedera del vivir, y no digamos del morir, la muerte para él será un signo permanente y de influencia en su coloración. Llega a afirmar: -solo la muerte es segura-

Para Picasso la libertad es el cuajar el lienzo con el sentir, sus pinceladas son inestables, frescas y decisivas, pero a la vez tremendamente realistas. Se dice que su cromatismo es frenético y hasta nervioso, elige el movimiento y la deformación porque cree que solo así se puede entender lo real.

Vive un dolor muy fuerte en Paris, cuando se entera de que su amigo Casagemas, el pintor y poeta español, muere. Su amigo tan cercano comete suicidio y a Picasso le afecta tanto que empieza a incluir más y más el color azul en algunos cuadros y da pie a los años de su periodo conocido como azul. El azul, con su frialdad le representa el dolor de morir, a la vez que lo considera el color del espacio infinito. En un poema de 1930 dice:

-Usted, es lo mejor que existe en el mundo. Es el color de todos los colores…el más azul de todos los azules-.

A todo lo que observa con materia y volumen le infringe sentimiento y a todo lo que percibe lineal le da amplitud.

Llega a afirmar que este mundo que vemos no es nada, ya que el ojo interno del artista esta más atento a lo emotivo. Esa monstruosidad que imprime un carácter único a su obra representa la parte icónica de la misma, por momentos resulta tremendamente conmovedora y hasta grotesca e intimidante, tiene el fin de hablar de antetemporalidad que conduce hacia el infinito.

Junto con Braque, de quien fue muy amigo, hace su propuesta de Cubismo. Braque afirma: -La dirección maestra del cubismo es la materialización del espacio-.

Los representantes del cubismo y por ende Picasso, aman la fragmentación organizada, tienen claro que la realidad como tal no existe, es nuestra mirada quien la crea y recrea.

                                                                     Mi mirada infantil tuvo un encuentro con la obra de Picasso como a los siete años de edad. Fue una visión del Guernica en un viaje a Nueva York, visitando la Feria Mundial en Flushing Meadows. Me impactó.  Tardaría años en volver a estar frente a ese lienzo y entender lo entendible, porque ahí hay más sentimiento que otra cosa.

Uno de mis cuadros favoritos de Picasso es el autorretrato de 1972. En esta imagen lograda con lápices de color y acentos en negro, nos deja claro que comprende de fondo como es el homo, lo representa con una distorsión en la mirada y ni qué decir del rostro en sí mismo, trágico y marcado. Un ojo grande, el otro pequeño y a la vez el dinamismo forma/fondo se abraza a todo con un tono rojo a la izquierda del lienzo.   (Continuará)

                                                              

 

 

 

 

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario