D.L.V.D. Creatividad, es actitud. (4)
El
lenguaje nos da intersubjetividad.
Valerio Rocco.
Hace algunos días viendo una entrevista en la televisión, unos
especialistas en el quehacer humano hablaban de cómo se van dando las ideas que
van cambiando al mundo, uno de ellos se enfocaba en el lenguaje, diciendo que
es una herramienta en principio tan básica, que es bueno saber sus acepciones y
así llegar a comprender ese mecanismo intersubjetivo que es tan suyo. Si
observamos todo lo que esto implica, nos damos cuenta que mucho de lo que vivimos
se define dentro de los ámbitos de la subjetividad, no solo en lo que decimos
sino cómo proviene de lo que pensamos, por lo que esa parte de la realidad hay
que tenerla más en cuenta. Lo subjetivo es tan real como el respirar, solo hace
falta saber cuándo está más presente, y el reto se enfoca en cómo acceder a sus
dones. A veces las ideas las sentimos no del todo objetivas y hasta limitadas cuando
queremos decir exacto lo que hay que expresar, mas es con actitud y paciencia
de comprensión lo que transforma y hace creativa a la expresión.
Cuando somos seres que hemos decidido reproducirnos, esa misma situación
define las etapas de vida y absorbe más que nada por momentos, el modo como
percibimos el intercambio y el diálogo es importante. Es diferente a la visión
de quienes viven sus vidas en otras modalidades. Si hemos asumido la paternidad
existe como una leve sensación incierta de cómo serán conducidos con buen
talante los hijos, y hasta que no les observamos encaminados es cuando nos
damos cuenta que tanto les transmitimos con un lenguaje que, en su
subjetividad, dice mucho. Con la vida que he llevado en algunos aspectos casi
monástica (por los modos disciplinados y tranquilos de mi marido) me quedó
claro que en el encause a los jóvenes hay que ser más claros y precisos al
opinar, ya que ellos ya tienen sus trazas vitales bien puestas y sus caminos se
abrirán.
Nunca vi en la casa paterna un afán por parte de mis
padres de estar en el centro de la vida social, subjetivamente eso se
transmitía. Mis padres tenían sus propios derroteros como tales, los más claros
eran los relativos a llevar una vida diaria muy vivible y además de que sus actividades
personales ocupaban buen tiempo del tiempo, mi madre y sus finas manualidades y
mi padre no solo estaba muy presente en su trabajo en el área de la construcción
civil que es absorbente, demandante y propositiva, y lograba combinar todo con hobbies
bien definidos y compartidos abiertamente con sus hijos, cacerías, bucear
entre las rocas de los mares cercanos, nadar, etc. Siempre los medios días en
casa se tomaban como un rato de descanso con alguna lectura, el periódico, y
los libros que tenían bastante centralidad.
En la casa de la infancia, la luz entraba por todos lados.
Vivir en recintos abiertos y con una concepción moderna para su época, nos
permitió a mis hermanos y a mi comprender mejor cuando tuvimos que dejarla por
cambios necesarios. Bien dispuesta la había proyectado mi progenitor y con
varios colores escogidos esmeradamente para los ambientes, fue una casa que me
marcó y vive aun en mí. De pronto percibimos como los ambientes nos marcan y
son parte de esa expresión intersubjetiva. Hoy día, que paso por esa casa la
noto un tanto abandonada y me da pesar, pero he de entender que así son los
caminos y ese recinto ya nada tiene que ver con mi vida. Muchos recuerdos
perviven, como uno de mi padre que solía esconder sus chocolates favoritos,
eran redondos y rellenos de la crema de menta más deliciosa que uno pueda
imaginar. En el cajón de sus calcetines guardaba todo lo que quería tener a
buen recaudo y nosotros como críos perceptivos lo supimos muy bien, ir hasta
ahí y escarbar entre bolas de algodón para llegar y hacer el hurto ingenuo, era
algo muy divertido y creo que él gozaba viendo cómo iba disminuyendo el
contenido de esa cajita tan preciada que traía de sus viajes con cazadores a
New Orleans. Eran dulces que comíamos con medida, pero ese sigilo hasta llegar
al cajón de los tesoros, jamás lo olvidaré. Los buenos recuerdos cuando
regresan, siempre son bienvenidos.
Conforme pasa la vida el cuidado más preciado que hay que tener en
cuenta, es no caer en juegos mentales. La mente sí que puede jugar de pronto el
peor papel y nos desencaja esa originalidad redonda de la que todos debemos
disponer, tenerla a mano.
En esos días de principios del siglo XXI escribí: -Si soy
feliz, apenas y me estoy dando cuenta de los nuevos caminos de la felicidad-,
porque también poco apoco comprendemos que la felicidad no es un baluarte
completo y constante, tiene sus rutas y senderos, propuestas nuevas y en lo
personal ya iba descubriendo el cómo, los porques y todo lo que uno va adosando
a lo que concebimos como feliz. Es hasta posible llegar a pensar que uno no
puede ser feliz con todo lo elegido y percibir desencanto, mas la fuerza
creativa ha de prevalecer porque hay razones mucho más fuertes y necesarias que
estar pensando en que la vida va a ser totalmente gratificante siempre. Hacer
de los momentos difíciles algo llevadero, también es necesario. A veces el mundo
lo vemos de cabeza, mucho más cuando estamos en etapas de decisiones de los
hijos. A las jóvenes que nacimos en los mediados del siglo pasado mucho nos propusieron
no pensar de más, y con frecuencia se regresaba al dicho bastante común entre
algunos adultos: -Suerte te de Dios de que el saber poco te importe-. Recuerdo
que en sexto año de Primaria cuando recibí el libro de Historia Universal que estudiaríamos
durante el curso, me puse muy feliz, quería leerlo en una sola noche y no me
quedaba claro eso de que poco debería importarme saber, ¿cómo así? así se vivía
en ese entonces, no creo que haya sido adrede, era una manera de entender la vida,
más que nada de las mujeres adultas.
Por estos días de principios del siglo, leía la biografía
de Picasso. En el cuarto de diseño y
proyectos constructivos de mi padre ahí en la casa de la infancia, había tenido
los primeros encuentros con el arte moderno, suficientes libros de esos temas
estaban dispuestos y accesibles a los niños, él nunca reparó en que los
hojeáramos, creo que era feliz viendo como los bajábamos de sus libreros para
fijarnos más que nada en las ilustraciones. Percibir a Picasso es todo un reto, ya tenía
bastante claro su estilo y cuando terminé de percibir en los museos propiamente
sus obras, solo faltaba más adelante el saber algo de sus porques. Siempre
me han gustado las razones, hasta que mi circulo de pensar se concretó con el
valor de la sinrazón. No es de mis autores postimpresionistas preferidos, pero
tengo que reconocer el carácter de su obra, su maestría en lograr lo que él
quiso. Me dejaba atónita ver como ese hombre genial había aprendido a
visualizar la vida con tanta creatividad. Recibí el libro de la biografía de
manos de una niña estadounidense que asistía al taller de motivación del arte,
que muchos años impartí. De las citas que tomé en ese entonces aquí comparto
algo.
De entrada, me propuse percibir el carácter del artista y
como una prioridad sus intenciones. En lo personal creo que son más convincentes
los creadores plásticos que crean con un sentido profundo e intencionado y que
llevan coherencia con su vida, la intención lo dice todo. En una ocasión una persona me dijo que era lo
mismo comprar un cuadro en una esquina callejera que uno de autor, atónita le
dije: -nada que ver- y solo me dijo, -bueno, tal vez solo sea la diferencia del
precio- absolutamente que no es así, es arte lo que se realiza con una
intención que une autor/obra, a diferencia de lo que se plasma casi con plantillas
y es mera mercancía.
Picasso no
precisamente era un tipo de buen carácter. Su padre, que trabajaba en las artes
le influenció y abrió el camino, por lo que una frase literal del artista fue:
-Afirmo haber llevado una vida de pintor- a decir verdad, no deja claro que
tanto le significa esto en la vida de cada día, mas nos dice mucho en función a
como visualizó su obra desde su centro rector y no como consecuencia de una
demanda externa. Dejó la casa paterna a su debido tiempo para vivir básicamente
entre Barcelona y Paris, siendo que esta última ciudad fue clave para su
devenir de percepciones valiosas, como lo fueron entre otras, la influencia del
color por parte de los impresionistas. Solía tener el humor más sombrío que
alegre y fue tomando las decisiones de su vida de una manera más intuitiva que
lógica. No por no ser lógico perdió el rumbo, supo cuando darle tiempo a que la
creatividad se definiera y más que nada seguir sus sentimientos. Era muy
observador.
Se consideraba en parte poeta del pincel, y de hecho hizo
poesía literaria. Creía que habría que transformar metafóricamente la realidad
y cuando lo hizo decía que era necesario porque así todos la comprenderíamos mejor.
Su afán era convertir en visuales los pensamientos, por lo que se puede decir
que su pintura es anímica, traduce estados de ánimo y los transforma con color.
Le inquieta la parte precaria y perecedera del vivir, y no digamos del morir,
la muerte para él será un signo permanente y de influencia en su coloración.
Llega a afirmar: -solo la muerte es segura-
Para Picasso la libertad es el cuajar el lienzo con el
sentir, sus pinceladas son inestables, frescas y decisivas, pero a la vez
tremendamente realistas. Se dice que su cromatismo es frenético y hasta
nervioso, elige el movimiento y la deformación porque cree que solo así se
puede entender lo real.
Vive un dolor muy fuerte en Paris, cuando se entera de
que su amigo Casagemas, el pintor y poeta español, muere. Su amigo tan cercano comete
suicidio y a Picasso le afecta tanto que empieza a incluir más y más el color
azul en algunos cuadros y da pie a los años de su periodo conocido como azul.
El azul, con su frialdad le representa el dolor de morir, a la vez que lo
considera el color del espacio infinito. En un poema de 1930 dice:
-Usted, es lo mejor que existe en el mundo. Es el color
de todos los colores…el más azul de todos los azules-.
A todo lo que observa con materia y volumen le infringe
sentimiento y a todo lo que percibe lineal le da amplitud.
Llega a afirmar que este mundo que vemos no es nada, ya
que el ojo interno del artista esta más atento a lo emotivo. Esa monstruosidad
que imprime un carácter único a su obra representa la parte icónica de la misma,
por momentos resulta tremendamente conmovedora y hasta grotesca e intimidante, tiene
el fin de hablar de antetemporalidad que conduce hacia el infinito.
Junto con Braque, de quien fue muy amigo, hace su
propuesta de Cubismo. Braque afirma: -La dirección maestra del cubismo es la
materialización del espacio-.
Los representantes del cubismo y por ende Picasso, aman
la fragmentación organizada, tienen claro que la realidad como tal no existe,
es nuestra mirada quien la crea y recrea.
Mi mirada infantil tuvo un encuentro con la obra de Picasso como a los siete
años de edad. Fue una visión del Guernica en un viaje a Nueva York, visitando la
Feria Mundial en Flushing Meadows. Me impactó. Tardaría años en volver a estar frente a ese
lienzo y entender lo entendible, porque ahí hay más sentimiento que otra cosa.
Uno de mis cuadros favoritos de Picasso es el autorretrato
de 1972. En esta imagen lograda con lápices de color y acentos en negro, nos
deja claro que comprende de fondo como es el homo, lo representa con una
distorsión en la mirada y ni qué decir del rostro en sí mismo, trágico y
marcado. Un ojo grande, el otro pequeño y a la vez el dinamismo forma/fondo se
abraza a todo con un tono rojo a la izquierda del lienzo. (Continuará)
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