jueves, 29 de junio de 2023

 

D.L.V.D. Creatividad, es actitud. (5)

                                                        Lo esencial, es tener el espíritu bien hecho.      dijo,

Madame de Sevigné.

Diario de Amiel.

                                                          Es así, que vamos implementando la armonía para lograr que impregne todas las vivencias, y que luego al revisarlas nos aporten la mejor parte, eso que se asienta en el alma. No todo ha de asentarse, ya que, si nos desempeñamos dentro del ámbito de lo que preferimos, es ahí en donde estaremos mucho más seguros. La viabilidad de un buen espíritu tiene que ver con la selectividad, abrir puertas para dirigir esas preferencias a los campos del arte, la literatura o cualquier manifestación artística que nos dé solaz, empatía o hasta discrepancias que nos hagan evolucionar. -El arte es muy necesario, no es tan solo ese divertimento con el que se le identifica lo que lo hace importante, ya que no es un asunto lateral ni mínimamente complementario, también es: -la acción de convertir lo misterioso en evidente, lo confuso en clarificado, lo complicado en simple y muchas veces lo fortuito se convierte en necesario-, así lo dice Amiel en una de sus páginas. A veces, no es en el momento preciso en que vivimos los eventos cuando se deja sentir la razón de ser de la vivencia, sino pasados los años las cosas toman nuevos visos, nuevos coloridos.

Vale mucho la pena dejarnos atrapar por lenguajes que no hablamos del todo. Y no me refiero a idiomas, sino más bien a temas que no a diario tocamos de fondo, aunque de momento no entendamos, el paso del tiempo tendrá la última palabra. Existen  ámbitos que siempre podrán se mas expresivos para nosotros si nos dejamos atrapar, como esas oportunidades de contemplar la naturaleza aun sin saber mayormente de sus movimientos o razones, tal vez escuchar la variedad de sus sonidos de cada día aunque nos sean del todo evidentes, o los olores que nos brinda como el de la tierra mojada por la lluvia, no creo que nadie en este mundo pueda quedar indiferente  después de haber sentido el olor, ese maravilloso olor  de cuando se avecina un buen aguacero.

                                                      Con los hijos en plena juventud y a punto de abrir las alas a lo que serían sus derroteros propios, tratábamos de que hubiera actividad física en casa. Sabíamos que entregarse a algún deporte por el simple hecho de el valor de poder tener una pasión, proporcionaría esos acentos de armonía en el cuerpo y ni dudar de lo mucho que se expande el espíritu si el ejercicio físico está presente. Las caminatas eran obligadas más que nada por el gusto que todos sentían de salir, caminar un ejercicio que puede ser compartido o solitario, temprano en la mañana o a la caída de la tarde. Camine mucho de niña, en salidas con mis padres al extranjero o yendo de cacería por los entornos de la península. Con los hijos pequeños mucho íbamos por los senderos que encontrábamos visitando el interior del estado, o por los mismos entornos de la casa, ya que vivimos a las afueras de la ciudad.  Probaron varios deportes y por razones tal vez mas genéticas que de otra índole, uno se decantó por los asuntos marinos y la otra por los ejercicios aeróbicos.

 Siendo yo la más activa de la pareja en cuestiones de ejercicios físicos, los dos propusimos esa valía de ejercitarnos siempre en el área de nuestra preferencia.

En lo personal tengo un amor muy especial por el tenis, porque como he dicho en otro momento de estos escritos, lo practiqué desde los seis años de edad, así que no había momento de torneos televisados que nos perdiéramos, y hoy día ya  los nietos se sientan a ver esos eventos tenísticos que son sagrados para nosotros, no solo por el gusto de la competencia bien llevada, sino por lo que se puede apreciar el buen desempeño de la técnica, en concordancia a  lo propositivo que es el tenis en los ámbitos de lo humano. Se llega a apreciar a las jugadoras y jugadores valorando su personalidad que se hace más evidente en el modo del juego en la cancha.

El flujo verdadero y vital que nos renueva tiene todo que ver con lo que hacemos. Eso que nos define no necesariamente es tan solo la parte que nos da la vida para generar el recurso material y poder vivirla con holgura, sino aquello que nos abre el alma a las percepciones que nos invaden y las percibimos en cada célula.

El bien es circular, si estamos armónicos trabajaremos mucho mejor y si trabajamos con gusto la armonía se presentará en cada acción, prácticamente sin buscarla.

                                        Aun sabiendo que los hijos van encontrando sus caminos, uno va sintiendo de pronto dudas, todas muy validas que se asientan cuando ya los vemos plenos y realizados en sus vidas propias, aunque de pronto el camino de llegada tenga sus propias sinuosidades. No solo es elegir, hay que gozar lo que se elige y si no es del todo de nuestro gusto, saber encontrar otras vetas de gozo.

En textos que se comparten hoy día en el Facebook, me tope con un pensamiento de Ernesto Sábato que aquí comparto en paráfrasis: Hay desorientación hoy día en lo que percibimos como gozo auténtico. Gozar, no es ir de compras o hacer más viajes que el vecino de al lado. Más bien esto del gozo profundo se asienta en valorar un encuentro con el ser humano, gozar con los cercanos, la felicidad que da permanecer en silencio frente a las glorias de la naturaleza y ni qué decir de gozar del arte, y del trabajo bien realizado. Habremos de reaprender el sentido de la palabra gozo.

Aprendí, al observar la obra de Picasso, que podemos darnos cuenta como la inexactitud es gloriosa, hay que agradecerle a este artista su visión personal de la realidad.

Así como mi hija a sus veintitantos años nos afirmó a su padre y a mí que no éramos tan abiertos a los cambios, en ese momento de juventud me daba cuenta que más me valía guardar silencio, aunque me muriera de ganas de intervenir y dar opiniones. Hoy día veo lo práctico de haberlo escrito y con el paso de los años, revisarlo.

La relación humana, aun las de los hijos y padres en sus modalidades de la época que se vive, tiene fecha de caducidad en cuanto se cierran las etapas, y aunque haya pesar, hay que saber que eso es lo mejor que nos puede pasar, es como una percepción de renovación.

Esa necesidad de estar por siempre conviviendo como muéganos, no es lo mejor. Quien lo vive y lo disfruta debe saber que es una modalidad, mas no una necesidad.  La comunión con los seres queridos se manifiesta por momentos, tiene sus tiempos y espacios y hay que aceptar que a veces se cierra para siempre.

Tener claro que no es la continuidad una condición del cariño, y como dice Sábato, hay que valorar el encuentro con el otro, cuando se da fluido.   

A veces es necesario aclarar que, por estar en banalidades, no nos ajustamos a las demandas reales y somos más superficiales que reflexivos. dice Giovanni Papini: -El hombre no desciende del mono, pero hace todo lo posible por hacerlo creer. -

 Somos una rama homínida, y a quien le interesa ese enramaje, es seguro que comprenderá mejor los recovecos del vivir. Hay mucha divulgación relativos a los estudios sobre nosotros mismos como especie, para leer a plenitud. Mucho se ha estudiado la teoría de Darwin, no es tan sencilla como si dijéramos que dos más dos son cuatro, precisamente un científico español actualmente está escribiendo sobre las nuevas visiones de ese tema.

                                                         Las libretas de vida que he escrito van sucediéndose en revisión, mientras extraigo lo más compartible, al mismo tiempo reviso otros momentos de las mismas, observo como van moviéndose en el librero y observo lo que me falta revisar y me hace muy feliz. Los colores variaron por periodos, los iba escogiendo por lo que me significa el color, hoy día en movimiento de revisión me hacen dar un respiro profundo de satisfacción.

                                                                        Gracias a las reflexiones escritas, empecé a valorar la convivencia armoniosa mucho más que los dones de afinidad del matrimonio. Me daba cuenta que en las insondables diferencias como pareja hay que aceptar y no bucear ni ahondar en las discrepancias mientras estas sean de forma, encontrar lo que une y no lo que separa. Quien elige la vida de pareja es bueno que sepa esto, antes de darle finiquito a algo que puede dar dolor a los hijos. Me propuse exacto como lo dice el Zen, estar en lo presente y no debatirme con las imperfecciones de la vida de relación, que tiene muchas. Es una vida difícil la del matrimonio, mas no imposible si se tiene la actitud. Me parece muy valiente saber cerrar esos ciclos cuando es necesario.

Revalorar los intereses netamente personales es muy positivo y puede aportar mucha a la vida compartida, porque cuando un ser esta completo puede dar más. A veces estos intereses tienen que esperar mejores tiempos cuando la atención es más dedicada a los hijos y la paciencia se vuelve la mejor compañera. En el horizonte vimos un nuevo acomodo y así lo fuimos logrando.  Mi esposo volvía poco a poco sus libros y escritos, y yo a retomar mis trabajos de plástica y clases impartidas.

Al fin comprendí que, aunque me quedara claro que, en algunos aspectos, mi marido no estaba hecho para la vida en común, con su vida interior tan rica y personal tendría mucho que dar y aportar al grupo, enriqueciendo las salidas de la ciudad y como de hecho lo hace en muchos momentos de cada día.

Me percaté de que los asuntos del temperamento están muy presentes siempre, si no se cuida y observa, puede causar estragos. Es bueno estar atentos, como dice el Zen, y ponerlos en su sitio si se presentan.

La creatividad, escribí, -debe bañar el diario vivir como una luz, como un viento tenue suele abarcar todo-. Si somos y sabemos cómo ser creativos es seguro que la energía del vivir se transforma, y las satisfacciones más sencillas se vuelven grandiosas.

Saber olvidar. En estos días leía el libro de Duccio Demetrio que me había recomendado un querido amigo escritor y que al leerlo me daría más confianza en esto de escribir (me) el título: -Escribirse- lo dice todo. Y una de sus frases es ésta:

-El olvido, tiene una razón de ser, muy válida-.

¿No va esto en contra de los buenos recuerdos? No necesariamente. Recordaremos lo que es claro y nítido, y lo demás si cae en brazos del buen olvido, a buen recaudo llega. No todo lo vivido es significante, así que se vuelve tarea importante saber ¿Que sí? ¿Qué no?, saberlo da armonía. (Continuará.)

 

 

 

 

 

 

 

 

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