jueves, 1 de junio de 2023

 

D.L.V.D. Creatividad, es actitud. (1)

                                                        Cada paso, cuenta.

                                                        Cada pensamiento, propone. Y

                                                        Cada acción puede ser con actitud creativa. MJ

 

                                  Sin esperar de más, podremos abrir la puerta a la creatividad.

Los ojos de nuestros ojos, esos con los que miramos más atentos al mundo, han de ir proponiendo el color de la aventura que podremos construir con nuestra propia existencia, sin importar en que etapa de la vida estemos. Muchos seres humanos reciben desde la infancia los primeros indicadores de cómo hacer de la vida algo creativo, esa actitud puede ir en progreso si se convierte en parte de la vida, se empieza con sentir lo creativo como algo natural, lo que será traducido en acción con mirada personal. Nadie tiene ni por asomo las mismas experiencias, lo importante es descubrir la propuesta individual.

                                                    La vida es tan personal como el modo de respirar.

Desde que comprendí mejor (gracias a Nazaret Castellanos, científica que ha estudiado la importancia de respirar adecuadamente) de que todo se ve afectado por el modo de respirar, cada día al abrir los ojos, siento el afán de tener esa conciencia del respiro pleno, de la inspiración que abra las puertas al día como si fuera el único, el mejor o tal vez ¿el último?  

Cada etapa presenta sus propios y particulares dones a considerar y cada día cuando la creatividad está presente, se pinta de manera única, irrepetible, con vibración colorida, una tensión positiva se percibe, clara y nítida. Cuando las opciones son dignas, es segura la felicidad. Nunca es lo mismo proponer que poner, hay un abismo de por medio.

  Proponer con actitud es algo que se siente porque da más claridad a todo, cuando solo ponemos estamos respondiendo un tanto a ciegas o con ligereza ¿Por qué no logré tal o cual cosa? Es una pregunta frecuente, tal vez hizo falta intuición o claridad en la intención. El percibir el mundo de una manera creativa es privilegio de cada quien. Requiere visualizar.

Cada ser humano se define con una percepción que prevalece con un sentido más definido ya sea visual, tal vez auditivo o táctil.

¿Qué significa en verdad renovarnos?

 Además de la acepción que nos dice que es volver algo a su primer estado, es parte de la acción creativa, la renovación tiene todo que ver con un sentimiento de estar enteros siempre, saber que depende de nuestro enfoque reconstruir lo que se ha desdibujado. Es por eso que cuando algo necesita un nuevo aire, muchas personas optan por la soledad. La mejor respuesta es la interna.

 Todo lo que se transforma en nosotros afecta a cada célula de nuestro cuerpo, así es que mientras más nos tardemos en optar por lo acertado, más vueltas le demos a los asuntos más difícil será reconstruir. El sentimiento especial de sentir el avance en lo interior permite lo propositivo, es lo mismo como cuando tenemos claras las transiciones por las que fluimos.  Muchos no necesitan sentir que crecen, es cuestión de conciencia.

Visualizar y observar habrán de ir en concordancia, son los remansos de una creatividad bien nacida, no podemos proponer sin antes ser observadores asiduos.

                                                               La temporalidad que lo abarca todo, también tiene una manifestación de varias dimensiones en cada uno de nosotros, el tiempo total, el tiempo ordenado para la acción y el tiempo de lo personal. Distinguirlos y hacer que trabajen para nuestro beneficio.

                                                                                      La vida a veces nos paraliza.

Hay momentos en que las percepciones como que toman las de Villadiego y comenzamos a ver moros con trinchetes. Son momentos en los que habremos de parar, volver a percibir, saber qué tiempo nos habita para reenfocar. El espíritu es noble, mas no es bueno abusar de esa nobleza, hay que alimentar a la mente para la claridad.

Compartir cuando el momento sea propicio, cuando se perciba que lo que se da, cae en terreno fértil.

Corría el año 2001 y llegaba el día 14 de febrero.

Un nuevo siglo veníamos estrenando en el catorceavo mes y había en el aire el sentir como de una propuesta destinada a dar lo mejor. El mundo occidental se refrendaba en sus propuestas y los principios orientales iban calando en algunos ámbitos.  No hay controversia en la diversidad, íbamos aprendiendo de ambos.

No hay que debatirse en ese sentido, y así saber cómo lo que propone el mundo las más de las veces nos entona. El número 14 catorce del segundo mes del año nos dice que habremos de pensar un poco en el valor de la amistad. Así me sucedió este año que reviso, ya lo había venido haciendo desde años atrás, para desencantarme o encantarme de nuevo. El nuevo siglo lo proponía y llegar a nuevas visiones era algo natural.  En general no soy muy afecta a considerar esos días establecidos para festinar acciones concretas (que sabemos responden más bien al mundo comercial) mas cuando se hace presente la reflexión hay que darle la mano y caminar con sus propuestas, justas y necesarias. Siempre he considerado que la amistad es importante, y siempre también he notado que a veces se torna difícil. Al principio de nuestro camino juntos mi marido presento claramente sus ideas al respecto y me dejo claro que para él la amistad es totalmente un mito. Muy seca sentí esa frase y me dejó algo pensativa, para continuar escuchando y corroborando que los verdaderos amigos están y estarán contra viento y marea. Vamos notando que los seres afines se presentan claros, no tiene uno que acarrearlos o casi rogarles para poder compartir. A mis casi siete décadas en este mundo, voy dándole en parte la razón: Solo están cerca quienes, con su afinidad, no esperan de más. Esos mismos propiciaran encuentros felices.

 Tuve por mucho tiempo como asignatura pendiente de juventud, el haber tenido más amigas que amigos varones, lo achacaba a que mi madre se enterco en la educación en colegio de monjas, ya luego me di cuenta que nada que ver.  Cada que mi padre propuso educación laica y mixta el grito en el cielo lo ponía mi madre y yo lo recordaba como con cierto recelo, que superé. Con los años lo aprendido se asienta para bien, tengo buenas amigas y compartimos el aprendizaje religioso como una base de lo humano, sin fanatismos ni fundamentalismos.  

                               He tenido tiempo de observar a los niños de principios de siglo. Necesitaba hacerlo, iba percibiendo como viven mucha más apertura y propuestas educativas concretas. Cada vez me doy cuenta que están más presentes en sus propias vidas, y no es que a los nacidos el siglo pasado se nos quisiera ausentes de las nuestras, pero era mucho más cómodo para los padres decidir por los críos.  Así se creía. Iba notando en los talleres motivacionales de arte que impartí, esa actitud de propuesta abierta y franca de los niños y deseaba eso mismo para mis hijos. Las propuestas actuales abren con claridad decir lo que no les parece, ya es tarea de cada día, ¡qué maravilla!

Se sentía muy claro en este momento de mis reflexiones personales como estábamos pisando tierra nueva, y me queda claro que solo ese sentir de que nos tocó estrenar un siglo, nos hace dar un respiro como esos de los que habla Sabina Berman en sus entrevistas, de larguísimo aliento.

La actitud, es como una chispa interna que explota con naturalidad profusa, es un sonreír por dentro, empujando y obteniendo la mejor parte de nuestra mente para asentar el pensamiento en acciones que proponen.

 Nunca he temido a los cierres, lo único que ha cambiado es que tal vez con los años uno los aprende a ver venir, y se toman previsiones. Prevenir no es siempre muy fácil y podría decir que en algunas ocasiones ni siquiera es necesario, uno aprende a ver llegar lo nuevo. Sin duda somos adaptables.

Sin embargo, en estos tiempos de principios de siglo sentía como un desgano manifiesto en las personas de mi edad, no se comprendía bien a bien que era eso de la nueva era, había hasta temor. Daba la impresión que la llegada de un nuevo milenio no estaba dando esperanzas realistas a todos por igual. A veces, las acciones que se llevan por inercias, repelen los cambios y se dificulta dar cabida a la creatividad de la mirada con causa, con determinismo.

De pronto recordé una frase que había estado rumiando en mi mente, de Sarah Ban Breanach, escritora que por años me ha acompañado: -para ver cualidades hay que tener espíritus exquisitos-.

 El refinamiento en el pensar y en lo espiritual no siempre viene aunado como un regalo de la madurez, ésta da el camino, quien lo camina lo hace a voluntad. Ver con más perspicacia es algo que se trabaja, y leer ayuda mucho, es un camino que no precisamente es fácil. Los clubes de libros a veces convertidos en reuniones sociales son un espejismo que hay que saber transitar. Con la temporalidad que cierra y abre, se puede percibir erróneamente que el mundo está girando demasiado de prisa, hay momentos en los que uno entra como en un mareo cósmico del devenir  y pareciera que al alcanzarnos nos sacude.

Cuando aprendí esto, como consecuencia de que una nueva era estaba en puerta, conjuntamente se esfumaron de mi mente muchos momentos de incertidumbre. ¿Cómo nos hacemos amigos de las certezas danzantes? Bailando con ellas, llevándolas de la mano para que ese delirio en el que nos inmersa, con el tiempo se afloje y los nubarrones no ofusquen.

Ese aporte de nosotros mismos a nuestra propia vida es mucho más fluido si los sentimientos están bien claros. No es analizar de más, es tener claras las cosas y tomar mejores decisiones. Afinar preferencias.

La adultez hace de las preferencias verdaderos gozos. Eso mismo me sucedió con las plumas. Sean plumas fuentes, bolígrafos o las de gel del supermercado, al llegar a mis manos son disfrutadas como únicas. En este principio de siglo, paseando por Paris decidí que una pluma fuente sería un buen autorregalo.  Apareció sin buscar de más, porque bien se dice que lo que uno ama siempre llega.

En una pequeña tienda de libros nos encontramos de frente, pluma y humano.

 Llegó a mis lares. Escribí varios meses con ella. Escribir a mano es uno de los placeres más grandes que me ha dado la vida.   De pronto la deje descansar, porque siempre hay otras opciones a probar. La puse ante mis ojos en mi escritorio para poder contemplarla. Cambie a una sencilla pluma de supermercado (son las que utilizo con más frecuencia) y cuál fue mi sorpresa pasados los años cuando abrí los textos de principios de siglo, y descubrí que todo lo escrito con esa pluma fuente estaba prácticamente borrado. No sé qué fue.  Hablaremos de lo efímero en siguiente texto. (Continuará) MJ

 

 

 

 

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