jueves, 31 de agosto de 2023

 

D.L.V.D. Creatividad, es actitud. (11)

                                                          Encontrar los espacios y los tiempos propicios para la acción que propone, no es tarea del todo fácil, es más bien el empeño en percibir las señales adecuadas a cada momento. MJ

 

                                                      Ser creativos es algo que de pronto toma asiento. En nuestras vidas esto sucede paulatinamente cuando hemos sido perseverantes en las actitudes propicias y se vuelve un tanto como respirar. Casi como una costumbre de esas que entonan el alma y podemos decir que hasta se asienta en nuestra vida la percepción, podría decirse que hasta como un vicio.  Obviamente no es algo ni automático ni continuo y como en todo lo que vale la pena, la parte que se trabaja cuenta mucho. Hay que tener cuidado de no importunar, no solo a los demás, sino a nosotros mismos. Eso de estarnos recriminando no es buen camino. Tan solo mantener el flujo necesario para que la acción siempre se dé y como dice Mihaly Csikszentmihalyi en su libro Fluir, Una psicología de la felicidad, nos deja claro que las cosas que amamos van tomando su sitio en la vida si las reconocemos y no nos empeñamos en lo que se sale del guion.

Es muy conveniente que de pronto nos demos cuenta, los flujos de bien son más fáciles de llevar, pesan menos y están en una frecuencia energética que sin quererlo, de pronto nos hacen esbozar una sonrisa, porque nos hemos olvidado de sonreír cuando es muy empinado el devenir que nos abate. Habrá personas que podrían creer que solo lo que cuesta más trabajo es válido, cuando en realidad si estamos en el camino realmente propositivo y creativo, siempre hay flujo de dinamismo asertivo. Como en una obra plástica abstracta: Todo puede estar mas no está con la lógica que a veces se espera.

                                                                        En el mundo interior de cada ser, habita la mayor valía, es la parte que sabemos que no morirá nunca, ya está dada y es ahí en donde se dan las bases para la trascendencia. Se implementa la vida desde ahí, y las interacciones darán más asiento a lo que vale la pena.  ¿Intenciones? Mucho se dice que solo la intención no basta, algunas veces sí es suficiente como empuje, aunque lo propuesto no se dé como originalmente se pensó.

                            Vivimos con muchas dualidades a cuestas, en el mundo de hoy. Las incógnitas son un ejemplo contante y sonante de eso, lo dual enriquece cuando somos más observadores, puede ser materia para tener claro que es lo que queremos, para que lo que no es nuestro se vaya a volar.

                                                                               Todo instante de vida es sagrado.

¿A que le llamamos una rutina normal?

No hay definiciones concretas y cerradas al respecto, pero si podríamos decir que una rutina es el aspecto central de la acción, podría definirse como un seguimiento que causa gozo. Ritmos que nos pueden llevar con más agilidad.

A veces lo normal parece que es enemigo de lo bueno. Tal vez porque creemos que la normalidad es aburrida, tediosa y simple, cuando es ahí en donde estaremos más seguros y firmes.

Es conveniente ser rutinarios, al menos en la base de las acciones, el secreto está en que las rutinas se hagan divertidas, con ese sentido personal, sintiendo cada acción como importante. Los vientos huracanados de pronto se presentan exactamente cuándo creemos estar menos preparados ¿Cuándo se estaría preparado para un huracán? Yo creo que nunca, es por eso que hay que estarlo siempre. Como pasa con los mares, que producen las movilidades de sargazos. Los arribos en exceso se dan de pronto, inesperadamente, pero no por eso son negativos.  Sentimos que las playas de pronto reciben plantas en demasía como si fuera basura, cuando en realidad es tan solo el reacomodo del mismo mar, plagado de vida. Me narraba el otro día una amiga muy querida, que en su niñez la abuela con la que pasaba grandes días de mar, a ella y a sus hermanas les llenaba el cuerpo de sargazo y les decía que era la manera de tomar muchos nutrientes necesarios.

Que cómodo seria que las playas que se enchumban de plancton marino fueran las más alejadas, porque es verdad que impide el libre flujo para lo que llamamos playar, ese caminar pausado que las más de las veces nos restituye el espíritu. Nos encantaría que en las áreas menos habitadas arribase el sargazo, pero no es así, porque los movimientos vitales no están al antojo humano, somos las personas quienes habremos de aprender a comprenderlos con respeto, porque son parte de todo el movimiento.  

El ritmo para mantener la paz, como ya hemos mencionado, es personal. Lo trabajamos cada día para lograr que se vuelva parte de esa rutina tan deseada, que no es estática.

                                                                       Los sueños en la vida, van cambiando.

 Los que tuvimos en las primeras juventudes un tipo de sueños, un estilo de llevar nuestras vidas, hoy día soñamos con los sueños idos porque están presentes no solo los que se han ido cumpliendo, sino los que hemos tenido que soltar por causas fuertes como lo es una muerte repentina, un cambio de residencia, una nueva visión, o simplemente porque no eran parte de nuestro ser. Nada se da exacto como lo soñamos.  Claramente vemos como, sin notar a veces las líneas que dividen los estratos vitales (como arqueóloga aprendí que las líneas divisorias en los estratos son importantísimas) me doy cuenta que en el devenir de los hechos y acciones del día a día no son tan claros, a veces apenas y los percibimos.

                 Cuando el orden mental se estructura, fluye como viento de brisa fresca.

                                                             En estos días tuve una plática muy interesante con mi madre. Alguien había fallecido y ella quería asistir a todas y cada una de las misas que se dirían por el alma del difunto. Le dije que con mucho gusto le acompañaría, mas no a todas, porque no creía que fuera necesario. Las misas seguidas, según comprendo son para facilitar a los acompañantes de los deudos un cómodo movimiento dentro de las rutinas y que las personas encuentren los días que les quedan más propicios. Pues -que no-, me argumentó clara y segura de que ella quería asistir, al menos a la mayoría. Entonces vino la mejor parte de la plática, me dejó ver un sentimiento que a veces solía tener, que, así como el que compra más en la tierra puede ser más feliz (tenía mis dudas al respecto de su pensar, y es que ella, aunque no compraba todo, si asociaba ese actuar con cierto tipo de felicidad) y me dijo: -Quien paga más misas, está asegurando su entrada al cielo. -  Solo pude responder, -no lo creo-.  -bueno-, me concretó, -no es que sea una acción directa, es que obviamente mientras más se encomiende el alma del difunto a Dios, la entrada será segura-. ¡Oh my God! Pensé, así es como funciona el cielo. Que importante ha sido el devenir con el pensamiento dialéctico, creo que nos ha liberado de muchos tropiezos.

         Todos tenemos nuestros modos de relacionarnos con la materialidad. Sabemos que desde que se implanto la agricultura en el planeta, los modos se trastocaron, porque acumular se volvió un valor que traspasó la lógica de dicha acción, y produjo controversias innecesarias.

                                      En estas épocas aun no me desencantaba de los problemas que vienen con las herencias, qué como el lastre de un barco llegan sin mas, lo que dejan los difuntos aparte de hacer ir a los deudos a sus muchas misas que es algo que si aporta paz, es bienvenido, a veces se legan buenas herencias materiales, que me ha quedado claro suelen producir desacuerdos, mil horas con abogados y litigios. En lo personal me habían hablado de algo que yo recibiría, y que nunca llegó. Los pájaros negros del alambre se avorazaron y el alpiste, éste que una persona destina en un sentido, el humano trastocado lo desvía. Así me di cuenta de las distorsiones del pensar en pleno siglo XXI, podría hasta hablarse de actitudes malévolas, de mala leche, como se dice comúnmente. Tenía esperanza de que como más jóvenes tendrían acceso a las aportaciones de la ciencia del homo sapiens sapiens y del pensamiento de las ciencias humanas, podrían aminorar esas modalidades distorsionadas, pero en verdad, ni porque se nos ha puesto duplicado el nombre sapiens, es que nos lo merecemos. A veces uno cree que el paso por las universidades que ya es tan común, traería más sabiduría y todo el conocimiento que un joven puede adquirir le hace más humano, cuando a en algunos casos es todo lo contrario.   Cuidado con creer que el pasado fue mejor, lo que se ha ido ahí queda y que bueno que aiga sido como aiga sido, como aprendizaje todo cuenta.

                                                           Otras controversias que percibí a principios de siglo fueron como la de que mi madre jamás consideró siquiera, el pasar sus últimos días en una residencia de adultos mayores. Ese era un tema de estas épocas, que empezaba a tomar forma en el ambiente. No era parte del pensamiento, se reconocía por parte de algunas personas que esas soluciones para la tercera edad son una afrenta insostenible. Ni mencionarlo siquiera se podía entre algunas de las personas que vivieron sus últimos años con el siglo pasado y principios de este. De hecho, el que una señora muy conocida de la ciudad hubiera dejado su herencia para la construcción de una de esas casas, fue comidilla que revolvió algunos estómagos, asustó a un buen grupo de mujeres mayores.

 Algunas señoras empezaron a medio abrir la mente para entender de que se trataba el asunto. Supe de dos que fueron a probar y obviamente no duraron ni lo que al triste la alegría. Cuando no se está listo para algo, ni los mil argumentos de Dios Padre cuentan. Hoy día, las cosas se han asentado un poco más, y como a muchas personas les ha ido bien en esas residencias, se han acomodado un tanto los pensares también, porque valoran el convivir con otras personas de su edad.  Es tan claro que en esas residencias tienen buena atención médica y de rehabilitación física, que no se pueden negar los beneficios. En los lugares pequeños como la provincia, mucho arrastra el ejemplo.

Señoras solteras (como la que donó los medios para construir una residencia) así como algunas mujeres viudas, al fin comprendieron que nadie les estaba abandonando.   Si se les abría un espacio para comodidad de ellas mismas y de todos, era necesario apreciarlo como un bien. Hijas únicas, que no pudiendo tener a su madre adulta a la vera, es decir en sus recintos caseros por obvias razones de falta de tiempo y fuerza para esos menesteres, han optado por las casas de gente mayor. Tuve una tía que aun viviendo en EE. UU. y habiendo escuchado mucho de lo positivo de estos sitios, se resistía. Al fin accedió, pero con la condición de que quería un cuarto solo para ella. Todo le concedieron sus hijas, más de pronto avisaron de la casa en la que estaba: la señora tenía una petición, se había hecho tan amiga de la nueva compañera de actividades diarias con la que algunas tardes compartidas entre otras actividades como enhilar collares para ellas mismas, la cercanía la llevó a querer compartir habitación.

El católico, quiere el cielo.

El científico, ser reconocido.

El artista, motivar al alma.

Y, una señora mayor, quiere terminar lo más dignamente sus días.

(Continuará).

 

 

 

 

 

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