jueves, 31 de agosto de 2023

 

D.L.V.D. Creatividad, es actitud. (12)

 

                                                      La muerte, es algo que no debemos temer, porque, mientras somos, la muerte no es y cuando la muerte es, nosotros no somos.

Paráfrasis de Epicuro.

                         

                                 Empezaba a sentir como la muerte cada vez más y más rondaba los círculos cercanos. El ritmo vital que nos conforma en todas las actividades de hoy día, lejos de ayudarnos con los adelantos técnicos, nos propicia nuevos enfoques de vertiginoso aliento que nos desborda en ocasiones en esos asuntos que abarca lo que hemos solido nombrar como stress. Las librerías están cuajadas de libros de autoayuda, cuando en realidad, a decir verdad, todos conducen al mismo desfiladero: Tener clara la vida propositiva y dejarnos de lado todo lo que no es nuestro. Nada fácil el asunto, porque todos podríamos afirmar que las tentaciones a tener más en lo material y mejor vida en el nivel social, están a la orden del día. Más y mejores actividades es asunto que se va adentrando en nuestra piel como si fuera una necesidad de respirar.

De pronto, uno se percata de que, con mucha más facilidad de lo pensado, los seres queridos se nos adelantan, los amigos cierran el círculo vital y la vida de pronto se nos aparece en toda su fragilidad. Nos ponemos la mano en el pecho a veces con pesar y nos decimos hacia adentro que ese corazón que late es parte de un ritmo que nosotros debemos cuidar, y que pertenece a la contingencia total y no a nosotros mismos. Tal vez, la vida es muy exigente y a veces llena de controversias, esas que nos crean espejismos por las formas en las que se nos hace creer que aun lo que no nos incumbe, es parte.

De pronto, nos vamos al siguiente nivel, en un tris. Cuando escribí esto en primera instancia, nadie había muerto en estos días, y en plena escritura del texto se nos fue un ser muy importante para el periodismo local. Me quedé atónita, porque escribía en general sobre el morir, y Mike se fue sin más. La encomienda queda en manos de otros, sea que lo hayamos previsto o no, eso es lo que toca afrontar. El dolor embarga, los nuevos métodos de la tanatología no están a la mano aun para todos.  Los tiempos son de cada quien, y han de ser respetados, asumidos desde el ámbito personal y si hemos de retomar lo conveniente es que sea desde nuevos enfoques.

Cuesta muchísimo entender que la muerte, es parte de la vida. Me asombré una de estas noches cuando en una entrevista a Chabela Vargas la cantante, ya mayor, se le pregunta: - ¿Qué es lo que más amas de la vida? - y sin más dice: -La muerte-.

En verdad que parece muy siniestro y macabro el hecho de contestar así, analizando un poco más allá, miremos sus razones. Empezamos a morir desde que nos volvemos personas fuera del vientre materno, pero si lo vemos desde la perspectiva de la vida totalmente cumplida en su misión central, todos habríamos de estar felices de crear y luego cerrar la etapa terrenal con serenidad. Nada que ver cuando la muerte nos llama demasiado jóvenes, con sueños enormes que se van cuajando en las dos manos y con ilusiones por cumplir. Y, esto ¡se da! lo sabemos muy bien.

¿Por qué algunos seres humanos se desligan pronto de la vida terrenal siendo muy jóvenes? La respuesta que he escuchado (Y que aún tengo que comprender mejor, porque no me cuadra del todo) es que, a misión cumplida, cierre del círculo vital.

 La muerte nos cambia y nos hace ver nuevos rincones que tal vez se habían nublado. Todos vamos a ese singular lugar del que nadie puede dar pruebas fehacientes de lo que es, pero todos hemos escuchado algo. Que si el túnel de luz, que si el regreso a la vida, que si hemos podido vernos desde fuera de nuestro propio cuerpo, y si lo que escuchamos nos da paz, resulta que morir es abrirnos a una vida nueva.

Que si hacer ejercicio, que si el ejercicio debe hacerse sintiendo el cardio claro y el ritmo del corazón, que si es mejor caminar que correr en demasía, que si algunos piensan que el ejercicio más completo es la natación, que si esto, que si lo otro.

 De nada sirve argumentar cuando la vida ya tiene su propio ritmo y se nos cierra sin más. Asumir el ritmo personal es lo que nos toca. El mismo Marcel Proust la sintió venir y nos dice: -es una inquilina demasiado impaciente, que quiere estrechar relaciones  conmigo.-

 En casa gozan muchísimo fortalecerse en lo físico y son activos y disciplinados en ejercicio de deporte y de gimnasio. Las dietas bien planeadas van aunadas a todo esto, y voy viendo como es parte de sus vidas jóvenes. Mas, ¿Estamos siempre abiertos a comprender que el cuerpo humano por más perfecto nunca será eterno? bueno, claro que si leemos la ciencia ficción del futuro esto ya queda como del pasado, porque se pretende que la vida sea mucho más larga y hasta inmortal, pero en verdad que eso ya es harina de un costal que no a todos nos tocará ni ver y mucho menos vivir. Desear completar el ciclo de vida con los adelantos actuales es una cosa muy respetable, pero ¿Cuál es ese ciclo de vida preferencial? A fin de cuentas, habremos de asumir que cada ser tiene su tiempo en el planeta y se irá cuando ya la misión necesaria esté dada. Nos cuesta aceptarlo, creemos que habría mucho más que hacer por delante, y cuando lo miramos bien, nos damos cuenta que la vida pareciendo injusta, es justa. El ser que nos deja se va a la Gloria eterna y somos los que nos quedamos quienes tenemos que asumir esas pautas de nuevos aprendizajes, nuevas visiones para también crecer.

Si nuestro ser querido se ha marchado en lo físico, no podemos dejar de apreciar que muchísimo es lo que dejó de sus modos como persona para seguir sintiéndole cercano. Si ese ser que se fue, lo percibimos presente, ya la parte de que su muerte nos parezca injusta se atenúa, y con los legados bien dispuestos siempre habrá mucho para continuar.

                                                     Con la muerte a cuestas, los humanos estaríamos mucho más serenos sabiendo que el poder está en la mente. Estar, según nos han dicho algunos investigadores, sigue su curso, no nos vamos del todo. En los ámbitos del espíritu aún hay vida, para la vida.

                                                      Ese caleidoscopio que es el vivir, se centra y se recompone cuando vivimos una muerte que nos marca. La muerte nos puede mucho, nos puede hacer temblar de dolor y en algunos casos hasta de rabia por no poder seguir compartiendo todo con el ser que nos dejó. Los aciertos en ese enorme conglomerado de colores que nos habitan en nuestro propio mundo, deben hacerse más fuertes, más claros, mas nítidos.

Nadie se va de este mundo por un destino injustificado. Las razones cada ser que se queda las irá comprendiendo dentro de las percepciones personales y todo se hará mucho más claro con el tiempo. Cuidado con las pamplinas de la existencia, esas que nos pueden revolcar y hacernos creer que no hay manera de transformar el dolor. Quien se va, quien nos deja, estoy convencida de que quiere que asumamos una nueva visión y esa partida nos da los elementos.

¿Qué es lo que nos da la felicidad en sí misma?

Solo lo que se asume como actuante y que da vida. La vida se da, se renueva de diferentes maneras y eso la madurez nos lo va enseñando. Generalmente, la expectativa es un tanto paralizante, porque es asumir que las cosas se pueden dar tal y como las imaginamos, y es ahí donde el cuidado de la mente es necesario, nada es exacto como lo pensamos.

Generalmente en la espiritualidad, no hay fuerzas que choquen con el mundo. Si lo que vivimos sentimos que es controversial en demasía con lo mundano, habremos de rectificar el sentido que llevamos. Uno de los sentidos menos comprendidos es el sentido de la trascendencia. Creemos que trascender es un asunto de quedarse en el mundo de alguna manera con claridad actuando en lo que legamos, cuando la verdadera trascendencia ya la propusimos con nuestra propia vida, la hemos trabajado tal vez sin percibirlo en las acciones de cada día, porque no es trascender solo la parte de que seamos recordados, trascender es que la acción diaria de la misión encomendada se cumpla. Eso mismo que pensamos, exactamente lo que dijimos, así como lo que dejamos de decir y hacer y lo que hacemos en el día a día, está haciendo viva nuestra trascendencia. Trascender no solo es dejar legados físicos, también lo es lo que el ser que se fue dijo, como sonrió, cuando tuvo que hacerlo, cuando se dio completo con una mirada.

Lo que nos toca vivir es mero pretexto para abrir el espíritu y llevarlo a otros planos. Nada de lo que vivimos permanecerá y mucho menos tal cual es, por lo que quien no comprende la apelación de que solo somos energía actuando y que esas fuerzas energéticas darán las posibilidades de ser un ser único, pues no estamos entendiendo nada.

                                                                                         A la vida, nunca se le exige.

Exigir, es el desgaste más inútil del ser. Nadie está obligado a dar nada mientras no sea claro para el dador, y el que recibe si no logra abrir el corazón para recibir, está tomando más bien materia inerte. La toma y daca del mundo puede convertirse en lo más siniestro, si no logramos comprender ese tono y forma de la donación. La paz se ve trastocada cuando se espera de más, cuando se espera de menos. No es poca cosa despertarnos y poder decir: Estamos en paz.

Cuando sentimos que la materialidad, el dinero y lo que nos da sustento en la vida diaria nos ocupa de más, y peor aún, nos preocupa y nos crea pesares imperiosos, es seguro que estamos con mal talante de humor. Mas adelante hablaremos de la Libertad aunada al humor que nos habita. (Continuará).

 

 

 

                                             

 

 

 

 

 

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