jueves, 1 de febrero de 2024

 

D.L.V.D. Vivir como un mandala que fluye. (2)

 

                                           Agacha tu oído cerca del alma, y escucha con atención.

Anne Sexton.

                                                    El alma de un mandala se sitúa en los coloridos que se combinan dentro de la forma figurativa, y esa esencia de las combinaciones entre las formas y los colores como una totalidad, es la que da sentido a la parte anímica de la figura.  Puede ser una combinación de figuras geométricas o naturalistas con sentido simple o complejo y algunas veces pueden ser una combinación elegida por preferencias ya que cualquier figura puede formar parte de un mandala. Cualquier formación de figuras y coloridos es válida, sea simétrica o asimétrica. Lo importante es que no se sobrepongan demasiado para no crear confusión, cada figura tiene su sitio exactamente como cada acción tiene el suyo.

El mandala tiene un sentido espiritual, que, en estos momentos en el mundo actual, se está revalorando. Por los estudios que se han hecho en antropología se sabe que, en la prehistoria, el circulo tenía un sentido sagrado. Esto se manifiesta en muchas culturas.

Así como la señora Sexton nos propone escuchar al alma, mucho se nos pide hoy día acercarnos a los mandalas y percibir como nos dan asiento interior.  Encontrar cuales son más afines a uno mismo es tarea divertida y nos estará indicando como somos, si nos gustan los de figuras sencillas, o los mas garigoleados o también si percibimos que somos concordantes con los que tienen formas de la naturaleza. Cuando sentimos serenidad y armonía, ahí es.

                                                  En el arte, sabemos que fue la figura monocromática lo primero, luego se añadió el color y hoy día ya lo conceptual cuenta mucho. Muy claro nos queda que lo manifestado por nuestros congéneres de las primeras eras humanas en las figuras rupestres, tenía un significado profundo, se capturaba la esencia de algunos animales que les eran cercanos.

Se utilizaban colores provenientes de la misma naturaleza y se realizaba muy probablemente como parte de lograr la caza para la subsistencia.

En la prehistoria la expresión gráfica era una manifestación con mucho sentido, estaba ligada a vivir o morir, y es por eso que la cacería era también una actividad sagrada, misma que con el tiempo se desvaneció porque ya solo como un deporte tuvo un tiempo de vida mucho más corto y fue perdiendo significado para tornarse como algo que ya no era viable con la naturaleza de la actividad.

El sentido virtuoso de los colores tiene asiento en su vibración, nada más. Si un color nos gusta es porque al vibrar nos hace sentir mejor. Por más interpretaciones que se les dé a los coloridos, el más científico es el de la energía del magnetismo. Y para el común de los mortales como somos cada uno de nosotros, lo más importante es saber elegir que colores nos gustan más, y sin darle muchas vueltas quedarnos con eso.

Existe la teoría del color. Los colores se han estudiado en muchos sentidos y hasta se han relacionado con virtudes humanas dependiendo de las acciones y la vibración energética.

Por lo tanto, descubrir la forma del mandala con la que nos identificamos, disfrutar con las figuras internas que lo conforman y con los coloridos que nos son más acordes, es un hecho que aportará a nuestra serenidad interior.  Cada que estemos sintiendo desarmonía, recurrir a esas figuras nos puede reconfortar en lo interno y en lo externo.

Cuando conocí los mandalas me cambió la vida. No me di cuenta de la dinámica tan positiva de esa figura hasta que fui aprendiendo más y más de la naturaleza y de la estética que guarda. Esa combinación de figuras y coloridos que nos motiva, que nos hace mirar con más atención. Comencé coloreándolos y de ahí pasé a diseñarlos con coloridos más personales. Los colores, se acercan más y más a nosotros en la medida que así lo decidimos, y colorear madalas es un buen camino. Sin miedo, uno va tomando los colores y va poniendo cada uno con el cuidado de los contrastes, con la armonía de las complementariedades.  

Se logran con respiros de satisfacción, mucho más que pensar si lo que hemos hecho es bonito o feo. En el arte esa conceptualización de la belleza o la fealdad son categorías que han dado paso a otras, porque desde que se fue tornando conceptual la expresión, la dimensión se recompone y amplía mientras nos exprese algo en el alma. Sí, el alma se ha retomado como punto de valoración con relación a la percepción del arte y es la esencia de cada ser la que tiene la última palabra.

Es bueno recordar todo esto, porque ni tenemos que comulgar con todo lo que se propone como arte hoy día, y mucho menos decir si es bonito o no lo es, tan solo nos puede y debe proporcionar un sentimiento sea este positivo o negativo. Hay aun hoy día, muchísima gente que no comprende el arte abstracto, y no pasa nada, ese arte no siempre se explica y mucho menos debe calificarse, más bien debe observarse, sentirse.

La presencia del alma, cada vez se hace más preponderante en el modo de percibir de cada ser, y sabemos que no es un concepto que solo esté relacionado con las religiones. Tiene todo que ver con el comportamiento y con las percepciones y ni que decir con las acciones del día a día.

La vida misma, o se convierte en una satisfacción del diario vivir, o más nos valdría revisar. La actitud vital es una especie de consuelo permanente, que, al ir yendo por la resolución de problemas (aunque no nos guste mucho esta palabra) es de lo que se compone el vivir. Si observamos más atentamente, nos la pasamos resolviendo. No todo lo que resolvemos tiene la misma profundidad.  Los hechos sencillos tal vez ni los pensemos como problemáticos.

Hay una frase anónima que me gusta mucho y dice:

-Se que en mi interior llevo todo el consuelo que necesito-.  Añadiría yo misma:   Porque sé que soy un ser completo. En este caso la palabra consuelo puede ser sinónimo de satisfacción.

Y si sabemos comparar ese interior con una estructura compuesta de coloridos, esos colores personales escogidos nos aportan.

Si hablamos de mandalas no podemos dejar de pensar en nuestra condición anímica, la esencia que nos define y que nos da el sentido profundo tan solo percibiendo con adecuación.

El escritor Daniel Defoe nos dice:

El alma está en el cuerpo en un principio como un diamante en bruto, debe ser pulida, o el brillo nunca aparecerá. -

Con esto nos queda clarísimo que es trabajo secular y no solo del ámbito religioso, el pulir las almas.

La vida siempre es muy interesante. Es una pena cuando escuchamos que ha dejado de serlo para algunos de nuestros congéneres, quisiéramos poder decirles que solo en ellos mismos están las respuestas. Lo que resulta más interesante claro está, que no se centra en lo que hacemos y tenemos en concreto, más bien está asentado en la actitud, ante todo, en como miramos. Los ojos también pueden hablar, y algo muy bello nos dice Gustavo Adolfo Bécquer:

-El alma que hablar puede con los ojos, también puede besar con la mirada-.

El pensador Geoffrey Fisher nos dice algo que es bueno recordar:

-Hasta no tener claro que la vida es muy interesante, no se revela todo el contenido del alma-

Y, yo agregaría: Todo ese contenido está en nosotros mismos, y hay que motivarnos y encontrar los caminos de revelarlo, exacto como pasa con una fotografía. Motivar a los niños a disfrutar de lo nimio y de lo importante, empezando por los más sencillos logros que tengan. Nada tendremos que ir a buscar más allá de nosotros mismos sí sabemos que somos creativos del bienestar personal, eso es lo que tendríamos que proponer a los jóvenes que nos rodean.  El arte es un camino para convertir lo que observamos en algo con contenido muy personal. Yo misma que por muchos años he motivado niños y a algunos adultos en el arte, en el camino de lo creativo cada quien pone lo suyo, nunca un trabajo queda ni remotamente igual al de otra persona.

Si logramos hacernos de la idea de que esto que se nos ha entregado como vida humana, es un gran mandala lleno de color, ¿Qué más podremos pedir?

Nada.

Muchas mañanas al abrir los ojos y comenzar el día, procuro dar un respiro profundo y de inmediato me pregunto:

¿Cómo me he de mover hoy? ¿De mi centro hacia afuera? ¿O tal vez permitir que lo que me circunda de las pautas necesarias? Cada uno de nosotros lo percibe. Lo sabe. Las más de las veces es una combinación de movimientos.

                                                                     La imaginación, no es la loca de la casa.

Nos han cooptado de cuajo ese elemento tan valioso que todos llevamos en la mente y que es la imaginación. Eso de decir que es la loca de la casa no se a quien se le ocurrió, cerrando un reducto tan valioso que forma parte de la creatividad en primera instancia y de ahí se extiende a todas las artes.

Nuestra imaginación solo tiene los límites que uno mismo quiera darle. Nos puede llevar ante todo a experimentar con la vista, las formas y los colores, pero mucho más, con las acciones de la vida misma del día a día.

El escritor Víctor Hugo lo tiene muy claro:

-El alma humana tiene mayor necesidad por lo ideal. Sabemos que es por lo real que existimos, mas, es por lo ideal que vivimos-.

Quien no comprenda que todo eso que idealizamos tiene unas razones muy seguras y realistas de ser, pues estaremos cerrado las puertas a esa gran compañera que es la imaginación.

Gandhi no hubiera logrado nada para el género humano como lo logró, si no hubiera creído en sus puntos ideales. Él sabía y tenía claro que es lo que no estaba funcionando y fue capaz con su imaginación de rehacer los principios y darse a la tarea de lograr cambios que nos afectan a ti, a mí, a toda la especie.

Si no nos proponemos, no logramos.

Nos dice el mismo Gandhi:

-La cultura de una nación existe en los corazones, pero más que nada en las almas de sus gentes-.

Si nosotros mismos queremos en verdad alimentar el alma, comencemos concibiendo lo que somos como una unidad completa, como ese mandala que todos somos, para tenerlo como un referente de lo que llevamos dentro. (Continuará).

 

 

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