jueves, 29 de diciembre de 2022

 

De la vida diaria.

Colores del día a día. (7)

                                          El amarillo (dorado) es el habla y la palabra. El que hace posible que se esparzan las enseñanzas.

                                                       Osuna.

 

                            Mucho de lo que aprendemos está íntimamente ligado al orden y movimiento específico  en nuestras redes neuronales, éstas determinan la mayoria de las respuestas del cerebro (Yuval Noah Harari, historiador hebreo opina que todas las respuestas humanas son condicionadas, lo que da un sentido diferente a lo que hemos considerado por milenios como la libertad. Al final daré la ficha bibliográfica.) Nuestra libertad está determinada, ordenada según las épocas, más el adjuntar conocimiento significativo nunca deja de ser tarea personal.  Esto de tener claro cuál es el mecanismo de nuestra libertad, puede causar  molestia en algunos  congéneres, solo es cuestión de comprender mejor.  A otros muchos nos da paz, porque saber quiénes somos como especie, así como lo que nos rige, es sabiduría.

 Parte de la sabiduría humana es sabernos limitados, no es que nos falte algo, es tan solo que tenemos un ritmo específico. Nazareth  Castellanos, la científica  española lo deja muy claro en la conferencia impartida en el Museo del Prado, en exposición explicativa y amena nos aclara como desde la forma de respirar así como el modo de estar ligado el cerebro a la emoción y ésta  a la memoria, son únicos. La conferencia se llama: - El olfato: memoria y emoción. (En YouTube, recomendable).

                                                                             El color amarillo se asocia a la luz. 

Una buena claridad de mente impregna las ideas y así se enriquece el  lenguaje.   Cuando cambian los paradigmas generales que nos rigen, la flexibilidad ayuda para mejorar el modo de ver.

¿Es la aureola que se les pone a los santos sobre la cabeza un asunto tan solo estético? No, de ninguna manera, estos seres tienen un tipo específico de desarrollo cognitivo y sapiencia específica que los hace dignos de llevar ese signo.

 La sabiduría en muchas tradiciones religiosas está ligada a la humildad, se piensa que el bien material distrae al cerebro sabio, es mejor que sea austero el entorno de estos seres dedicados a un tipo de sapiencia especifica o mística. En el caso del catolicismo el entorno en general se puede interpretar como una contradicción,   por un lado  está la austeridad franciscana y el nacimiento de la deidad/hombre en un sencillo pesebre y por otro la suntuosidad vaticana, dos lados de la misma moneda. ¿Complementarios?

La abundancia de materialidad puede tornarse en distractor, para que esta condición mundana no perjudique, se requiere de un empeño especial, justo y ordenado y así poder poner cada cosa en su lugar.    

Que el Papa actual de los católicos se auto nombró Francisco no es casual, tiene un sentido muy claro de incidir  y dar una mirada renovadora a valores de los que está urgidísima la iglesia que él conduce, si no se reconsidera el rumbo se puede caer en colapsos irremediables. Todo tiene remedio si se retoma la serie de bases teóricas que tengan de nuevo sentido creativo. Cuando se cierra un ciclo es propicio revisar los aspectos en disyuntiva y volver a enfocar con renovación de mente. Si hay un aferramiento al conocimiento estático del mandato divino (que las más de las veces están en escrituras muy antiguas) habrase de reconsider la  interpretación. Desde que Darwin publicó el libro de  -El Origen de las Especies- el barco comenzó a hacer agua y algunas tradiciones de pensamiento se vieron afectadas haciendo necesario reenfocar, ver con nueva luz. Es muy bello ver imágenes del arte en donde los santos con aureola encausan al cielo su mirada de éxtasis, mas las doctrinas hay que fundamentarlas en conceptos viables y actualizados.

El razonamiento lógico, tiene el mismo mecanismo mental desde las épocas antiguas, eso no cambia, lo que si se renueva es la credibilidad, ya que los momentos históricos traen nuevos paradigmas que no se pueden desdeñar.

El despertar de la conciencia ha tomado caminos insospechados hoy día, ya se pone más atención a la presencia de ánimo, ni que decir de la valoración del aspecto emocional y atención para los estudios, prácticamente todo individuo mujer o varón consideran parte necesaria el asistir a la universidad, aunque a veces en el caso de algunas féminas se guarde el título y la dedicación más fuerte sea a los hijos, o también si la decisión es vivir en pareja sin procrear ya las luchas feministas han dado el fruto maravilloso: apertura de la conciencia. La valoración del estudio, el hecho concreto del crecimiento personal ha tomado un buen lugar, quien se quede por voluntad en los lares de la ignorancia, pagará las consecuencias.

Asimismo todos nos hemos convertido en atentos observadores y vamos yendo con sentido de alerta muy diferente al de hace algunos años atrás.

M.Osuna nos dice:

No hay iluminación mental sin conocimiento de base.

No hay camino a una buena sabiduría si no estudiamos.

No hay iluminación mental sin observación.

La iluminación se basa en el diálogo  entre lo que percibimos y lo que llevamos dentro como único y personal.

¿Podremos decir que si cultivamos la sabiduría lo tenemos todo?

Podemos vivir sin cultivar la sabiduría, seguir solo al corazón, pero es un hecho que tener presente los postulados sabios que la vida nos va proponiendo, nos hace mucho más libres.

Con sabiduría se abren las puertas a otros muchos dones, ya veremos cómo estos están ligados a otros colores.

Las situaciones vitales del día a día fluyen mejor si se cultiva la sabiduría y más que nada nos ayuda a tomar mejores decisiones. A veces llegamos a sentir que todo está como en contra, esto nos habla de retomar el sentido de las creencias y deslindar sentimientos de paranoia.

Cuando cultivamos la sabiduría no permitimos los parloteos mentales y mucho menos estarle dando vueltas a los asuntos en la mente, tan solo nos enfocamos y actuamos en consecuencia. Se ha observado que se duerme mejor.

Cuando aprendemos a ser observadores sabemos cuándo  hablar y cuándo  callar. Escoger mejor las batallas que habremos de librar es un acto sabio, así como no entrar en discusiones que se pueden convertir en callejones sin salida. Los problemas se solucionan con mucha más sencillez y presteza, menos emotividad y desgaste, se erradica el discurso culposo.

Con tesón y buena voluntad se vuelve tarea del día a día el saber discrepar. No estar de acuerdo es maravilloso cuando el paso siguiente es descubrir los avances.

Respecto al dolor en la vida, ha quedado  claro que es un asunto de aprendizaje y de lograr el mecanismo mental para enfocarlo hacia un bien. No es aceptar el sufrimiento como asunto masoquista, es saber transformarlo.

Las cualidades más fácticas del color amarillo es que nos ayuda a saber dar y recibir, ese mecanismo de intercambio se aligera, aumenta la lealtad y nos podemos convertir en seres más comprensivos delante de personas que piensan diferente de nosotros. Cuando está laxa nuestra sabiduría, nos podemos volver más duros en cuanto a la comprensión de los demás seres. Sin sabiduría se nos hace difícil comprender las diversidades mundanas, hoy día  más presentes ya que son parte de todos los ambientes en el mundo entero.

La sabiduría incrementa la calidad de nuestro pensar, esos cuestionamientos que a veces nos inundan van obteniendo una respuesta más centrada. El sentido del respeto se hace viable desde los congéneres cercanos, los modos de ser de los hijos y amigos. Es difícil perder la motivación en la vida si cultivamos una sabiduría constante, esa contaminación verbal que a veces nos invade por el exceso de información, va quedando de lado.

¿Cómo soy?

¿Qué pienso de mí mismo?

¿Puedo percibir los cambios que he vivido para bien?

En una tarde de café, ese momento tan sencillo y simple que algunos disfrutamos, puede ser el momento propicio para la sabiduría casual, diaria. Así se me dio con una tía que disfrutaba hacer poesía de sus sentires, yo los recogí para siempre:

Recordar, perdonar, haber amado.

Ser feliz un instante, haber creído.

¿Y si ha llegado el desengaño?

Tener claro el camino elegido,

Y luego reclinarse fatigado,

Sobre el hombro de nieve del olvido./J.J.

Joko Beck, mujer practicante del zen, en su libro –La vida tal como es- Nos deja claro que nada importa que hayamos vivido actos de injusticia y de dolor. Todo lo que es parte del vivir aporta,  solo es conveniente volvernos expertos y atentos a obtener los sentires y sentidos sabios.

En el catolicismo se practica una moción de saber vislumbrar la voluntad de Dios. Nada fácil de comprender en toda su dimensión. Algunos de nosotros (me incluyo) por algún tiempo creímos que es como soltarle nuestra propia voluntad a otros ser y quedar a la deriva, hasta que comprendemos que ese pensar va en otro sentido: Es más bien saber que no podemos controlar todo y una parte de lo que nos toca vivir está más allá de nuestro poder personal y hay que aceptar que está en manos de Dios. Los no creyentes tal vez se angustien más, no lo sé. Algunas personas creen que tienen todo en control hasta que la vida les da un revés y pierden la esperanza. Mi madre, cuando nos veía en situaciones pico y que no sabíamos que pasaría al respecto, tenía una frase: Dios dirá. (Continuará) MJ

Si te gusta leer, este libro es recomendable: Titulo: Homo Deus.

                                                                        Autor: Yuval Noah Harari.

                                                                        Editorial: Debate

                      

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