jueves, 2 de noviembre de 2023

 

D.L.V.D. Libertad, es decisión. (9)

 

                                                          Las angustias se originan de todo aquello que amenaza (real o ficticiamente) y va en contra de los intereses vitales.

Erich Fromm.

                                                                             Lo que como vitalidad definimos, es todo aquello que nos significa para el continuo de la vida personal, tanto en lo material como en lo espiritual. Si ese continuo está lo más ordenadamente posible, es muy factible que las angustias se disminuyan o tan solo sean parte de los imprevistos.  La angustia, esa misma que se aloja en el interior, puede minar al ser total. La persona se resquebraja y puede afectar el cuerpo físico y también el espiritual.

El estado general humano puede verse comprometido y hasta pensar que lo que siente y vive es causa de una depresión, cuando en realidad, a veces es una mala concepción y/o administración de la realidad. Las angustias son expertas en disfrazarse, pueden llevar a pensar que el estado ansiolítico es el natural.

                      La realización humana en todo su potencial, es totalmente necesaria.

Nunca olvidarnos que todo lo que hacemos tiene momentos y etapas en la vida, no siempre los asuntos tendrán la misma fuerza, es por eso que si estamos atentos a lo que corresponde en el momento que estamos, lo venidero se logra mejor. Cuando nos concentramos en lo que parece urgente pero no es lo importante, puede haber desequilibrio. Las urgencias se atienden por naturaleza, se cierra el episodio y se regresa al flujo natural.  

Sea lo que el ser humano elige o lo que el mundo le proponga, tener y trabajar con conciencia entre lo que queremos y lo que podemos, es básico y podría decirse que hasta saludable. Si somos dueños de nuestro pensar, podremos tener más claro todo, el alma es parte del cerebro, no hay que olvidarlo. 

En algunos casos la vida nos urge y hasta nos invita de una manera demandante a conformarnos con lo que vivimos.

 De momento se puede sentir que nos está presionando el destino con algo que no queremos como parte de nuestro plan. No es así, la aceptación es sabiduría.

Ironías de la vida, dirán algunos, aceptar lo que no parece ser parte de ¿mi plan?, no olvidar que a veces ese irónico devenir por el que se puede repelar con fuerza, tiene maravillosas respuestas que se mantienen escondidas y que hay que descubrir.

¿Cómo derivan una serie de acciones en frustración?

Uno de los caminos directos a la frustración es adoptar pautas culturales solo porque están de moda, sin que en realidad formen parte de las acciones creativas.  Al yo, ese yo mismo habría que mantenerlo por el camino de las propuestas vitales y no las exigencias descabelladas.

Dice el autor: -La persona que se despoja de su yo individual, y se transforma en autómata, paga un precio demasiado alto y puede perder aspectos de la personalidad. – y de la estabilidad emocional, diría yo.

Se puede entender como los pensamientos provienen de fuera de nosotros, del exterior del yo mismo y sin embargo aceptarlos como propios y veraces. Si se hacen propios y van respondiendo a nuestra esencia propositiva solo han de responder a nuestra realidad. Vivir fuera de la realidad equilibrada cobra tributo.

¿Cuándo podemos detectar que los pensamientos no son propios?

Tan fácil como que no responden a nuestro camino creativo.

Tengo una amiga que ha definido a las exigencias sociales como el monstruo sin cabeza, y me parece muy acertado, porque ese aspecto de la vida exige con un modo que a veces no es pensante.

Hoy día la práctica tan de moda de la plástica, da muestra de esto. Cuando se esculpe o se pinta el tema elegido es muy significativo. A veces se toman temas porque si, sin mayor razón que practicar las técnicas. Eso es parte del proceso. Ya cuando se pasa al punto de la creatividad personal, los temas tienden a ser más significativos como parte del ser expresivo. En el camino del arte esto es detectable, conjuntamente con el logro de un estilo personal. Así como hay un estilo reconocible en la plástica, también puede haberlo en el vivir, en los modos de resolver los asuntos, en los modos de ser.

                                                                    La libreta numero 54 (cincuenta y cuatro) se abrió ante mí. Aunque ya mi ser iba encontrando un asiento de serenidad una vez entrado este siglo, hace 21 años insistía en poner al frente y en primera instancia: algunas expectativas. No me daba cuenta cómo iba copando mi propio devenir libre. Es un vicio crear expectativas, mas hasta que no lo experimentamos lo suficiente es que eliminamos esas prácticas. Todo lo que uno ha vivido está ahí asentado en el ser que somos, lo difícil es tener claro que todo eso nos da el sustento diario de creatividad.

                                                                    Repensar con nuevos bríos es algo natural de la vida del ser humano, si lo hacemos serenamente, es posible que se atenúen dudas y conflictos. Estar cada día observantes y dando pie a que la vida se manifieste con lo que trae, es un modo muy positivo.

En esta época me preguntaba varias veces al día, que quería decir exactamente mi madre cuando sin que ni para que aseveraba: -ustedes, creen que eso que quieren hacer, es unto de la Magdalena-.  tal vez para ella, resolvíamos con una actitud de premura y rapidez y sin meditar los asuntos.

¿Atorones? Siempre los hay, y los habrá.

¿Reencuentros con verdades que no nos placen del todo?

Las verdades duras de roer, siempre están a la vuelta de la esquina. Son el pan nuestro de cada día.

En estos momentos viví mucho aprendizaje. Vengo de un grupo humano en donde se planeaba poco, la vida se concebía como iba llegando, y aunque este modo tiene sus beneficios, creo que es caldo de cultivo para la angustia.  Se podría decir que, con promesas incumplidas la vida golpea, más al cabo uno comprende que es tan solo un modo de vivir, y más nos vale siempre proponernos vivir con lo que sí se puede cumplir.

¿Cómo se hace presente la serenidad?

A base de ensayo / error. No pasa nada si de pronto hay que hacer altos inesperados, también en lo que se recompone hay vida plena.

Uno de los valores que ayuda mucho a fluir con más gracia es el de la sencillez. Todo lo que es muy rebuscado o implica propuestas complejas, al cabo acaba cobrando gran tributo. El principio sano de la sencillez estriba en que podemos planear con claridad y mejor, dejando un espacio con apertura de acción. Querer tal o cual cosa de determinada manera no es un pecado, pero siempre hay que tener la puerta abierta a que eso se transforme, y haya que retomar de alguna otra manera. Disfrutar las opciones evita cerrazones.

Cancelar planes con acierto no era aún lo mío. Siempre me causaba pesar y por más que podría yo tener las mil explicaciones, siempre había un dejo de tristeza. Y, aun no podía comprender que lo que no se hace o no se logra, es porque algo más fuerte lo ha impedido y tiene validez.  Decía mi madre: -Líbrenos, trino Señor-. O lo que es lo mismo (entre otras acepciones del dicho), que bueno que eso, no se dio.

No es que seamos contradictorios los humanos, más bien es que las expectativas no son buenas compañeras de viaje.

Sabiendo más claramente lo que se pretende en cada etapa, se evitan muchos atropellos y dentro de esto no tener que dar explicaciones de más.  Yo misma, cuando cambiaba los planes, me sentía en la obligación de estar explique y explique, cuando hoy día eso me parece irrelevante. Son unos cuantos los que deben saber algunos motivos, los demás, están tan ocupados en lo suyo que ni les interesa por qué las aguas toman de pronto otros cauces. Si se nos cuestiona por qué se toman caminos y decisiones muy singulares, habremos de valorar la intención de la pregunta, ya que mucha gente se regodea en el chisme, ¡cuidado con esa energía! (de averiguar de más, o estar en asuntos que no nos incumben) puede hacer mucho daño.

En épocas de fin de año son tantos los compromisos que se generan, que ya nuestro humor está más enfocado en cumplir a pie juntillas, como si fuera manda. Elegir los más significativos es tarea obligada, aunque sintamos que todos son importantes.

Ahora, hoy día que veo lo que viven mis nietos (que prácticamente son unos bebes aun) me espanto de tanto que se propone para festejar, y me da tranquilidad cuando escucho decir a sus papás que no irán a todos los eventos propuestos. Ningún niño necesita festejar el cierre de año con múltiples reuniones.

 La hermana mayor de mi padre que vivía la mitad del año en Nueva York y venia en algunos meses a la ciudad, convivía con nosotros y me decía:  -Que junten a todos los niños que cumplen años el mismo mes, y hagan un festejo colectivo- Me pareció estupenda la idea, misma que jamás vi concretarse.

Creer que uno tiene derecho a vivir particularmente algunos asuntos como mejor le plazca, es algo natural de la condición humana. Algunos de los sacramentos de la religión católica ya se imparten colectivamente, asunto que veo muy práctico. Cuando se Bautizó a nuestra nieta yo sabía que había otros niños que serían bautizados ese mismo día, en la misma iglesia. Cuando se dio, percibí falta de orden a la hora de organizar. Ese día me puse muy molesta, porque estoy de acuerdo en lo grupal, pero bien llevado. Fue tan rápido, que literalmente nos sacaron del altar y área de la pila bautismal pisándonos los talones y quedamos dispersos. Salimos al atrio a reencontrarnos como pájaros despistados por una ventisca. No pasa nada, la terraza exterior de la iglesia es muy arbolada y ahí cerramos el capítulo.  Aunque no puedo dejar de lamentar que un evento así, se apremie, sacando a unos porque vienen los otros detrás. No es carrera de obstáculos.

El momento vivido debe ser pleno, así sea compartido por otros grupos ajenos. Nunca es fácil coordinar, mas de eso se trata la vida actual, cuando ya somos tantos los seres humanos.

                                                                  Cuando en la época navideña pongo el pesebre en casa, y dispongo las figuras tratando de buscar un acomodo diferente cada año, me doy cuenta que la imagen Casita de Nazareth siempre tendrá los elementos en los que creemos y en los que se apoya nuestro sentido de vida, mas, esa imagen no es estática ni cerrada. Si se cree en la perfección, no perder de vista que ésta consiste en tener criterio y si es necesario recomponer, acción que dependerá de lo que estemos viviendo. (Continuará). 

 

 

 

 

 

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