D.L.V.D. Libertad, es decisión. (9)
Las angustias se originan de todo aquello que amenaza (real o
ficticiamente) y va en contra de los intereses vitales.
Erich Fromm.
Lo que como vitalidad definimos, es
todo aquello que nos significa para el continuo de la vida personal, tanto en
lo material como en lo espiritual. Si ese continuo está lo más ordenadamente
posible, es muy factible que las angustias se disminuyan o tan solo sean parte
de los imprevistos. La angustia, esa
misma que se aloja en el interior, puede minar al ser total. La persona se
resquebraja y puede afectar el cuerpo físico y también el espiritual.
El estado general humano puede verse comprometido y hasta
pensar que lo que siente y vive es causa de una depresión, cuando en realidad,
a veces es una mala concepción y/o administración de la realidad. Las angustias
son expertas en disfrazarse, pueden llevar a pensar que el estado ansiolítico
es el natural.
La realización humana en todo su
potencial, es totalmente necesaria.
Nunca olvidarnos que todo lo que hacemos tiene momentos y
etapas en la vida, no siempre los asuntos tendrán la misma fuerza, es por eso
que si estamos atentos a lo que corresponde en el momento que estamos, lo
venidero se logra mejor. Cuando nos concentramos en lo que parece urgente pero
no es lo importante, puede haber desequilibrio. Las urgencias se atienden por
naturaleza, se cierra el episodio y se regresa al flujo natural.
Sea lo que el ser humano elige o lo que el mundo le
proponga, tener y trabajar con conciencia entre lo que queremos y lo que
podemos, es básico y podría decirse que hasta saludable. Si somos dueños de
nuestro pensar, podremos tener más claro todo, el alma es parte del cerebro, no
hay que olvidarlo.
En algunos casos la vida nos urge y hasta nos invita de
una manera demandante a conformarnos con lo que vivimos.
De momento se
puede sentir que nos está presionando el destino con algo que no queremos como
parte de nuestro plan. No es así, la aceptación es sabiduría.
Ironías de la vida, dirán algunos, aceptar lo que no
parece ser parte de ¿mi plan?, no olvidar que a veces ese irónico
devenir por el que se puede repelar con fuerza, tiene maravillosas respuestas
que se mantienen escondidas y que hay que descubrir.
¿Cómo derivan una serie de acciones en frustración?
Uno de los caminos directos a la frustración es adoptar
pautas culturales solo porque están de moda, sin que en realidad formen parte
de las acciones creativas. Al yo, ese yo
mismo habría que mantenerlo por el camino de las propuestas vitales y no
las exigencias descabelladas.
Dice el autor: -La persona que se despoja de su yo
individual, y se transforma en autómata, paga un precio demasiado alto y puede
perder aspectos de la personalidad. – y de la estabilidad emocional, diría yo.
Se puede entender como los pensamientos provienen de
fuera de nosotros, del exterior del yo mismo y sin embargo aceptarlos
como propios y veraces. Si se hacen propios y van respondiendo a nuestra esencia
propositiva solo han de responder a nuestra realidad. Vivir fuera de la
realidad equilibrada cobra tributo.
¿Cuándo podemos detectar que los pensamientos no son
propios?
Tan fácil como que no responden a nuestro camino
creativo.
Tengo una amiga que ha definido a las exigencias sociales
como el monstruo sin cabeza, y me parece muy acertado, porque ese
aspecto de la vida exige con un modo que a veces no es pensante.
Hoy día la práctica tan de moda de la plástica, da
muestra de esto. Cuando se esculpe o se pinta el tema elegido es muy
significativo. A veces se toman temas porque si, sin mayor razón que practicar
las técnicas. Eso es parte del proceso. Ya cuando se pasa al punto de la
creatividad personal, los temas tienden a ser más significativos como parte del
ser expresivo. En el camino del arte esto es detectable, conjuntamente con el
logro de un estilo personal. Así como hay un estilo reconocible en la plástica,
también puede haberlo en el vivir, en los modos de resolver los asuntos, en los
modos de ser.
La libreta numero 54 (cincuenta y cuatro) se abrió ante mí. Aunque ya mi
ser iba encontrando un asiento de serenidad una vez entrado este siglo, hace 21
años insistía en poner al frente y en primera instancia: algunas expectativas.
No me daba cuenta cómo iba copando mi propio devenir libre. Es un vicio crear
expectativas, mas hasta que no lo experimentamos lo suficiente es que eliminamos
esas prácticas. Todo lo que uno ha vivido está ahí asentado en el ser que somos,
lo difícil es tener claro que todo eso nos da el sustento diario de creatividad.
Repensar con nuevos bríos es algo natural de la vida del ser humano, si
lo hacemos serenamente, es posible que se atenúen dudas y conflictos. Estar
cada día observantes y dando pie a que la vida se manifieste con lo que trae,
es un modo muy positivo.
En esta época me preguntaba varias veces al día, que quería
decir exactamente mi madre cuando sin que ni para que aseveraba: -ustedes,
creen que eso que quieren hacer, es unto de la Magdalena-. tal vez para ella, resolvíamos con una actitud
de premura y rapidez y sin meditar los asuntos.
¿Atorones? Siempre los hay, y los habrá.
¿Reencuentros con verdades que no nos placen del todo?
Las verdades duras de roer, siempre están a la vuelta de
la esquina. Son el pan nuestro de cada día.
En estos momentos viví mucho aprendizaje. Vengo de un
grupo humano en donde se planeaba poco, la vida se concebía como iba llegando,
y aunque este modo tiene sus beneficios, creo que es caldo de cultivo para la
angustia. Se podría decir que, con
promesas incumplidas la vida golpea, más al cabo uno comprende que es tan solo
un modo de vivir, y más nos vale siempre proponernos vivir con lo que sí se
puede cumplir.
¿Cómo se hace presente la serenidad?
A base de ensayo / error. No pasa nada si de pronto hay
que hacer altos inesperados, también en lo que se recompone hay vida plena.
Uno de los valores que ayuda mucho a fluir con más gracia
es el de la sencillez. Todo lo que es muy rebuscado o implica propuestas
complejas, al cabo acaba cobrando gran tributo. El principio sano de la
sencillez estriba en que podemos planear con claridad y mejor, dejando un
espacio con apertura de acción. Querer tal o cual cosa de determinada manera no
es un pecado, pero siempre hay que tener la puerta abierta a que eso se
transforme, y haya que retomar de alguna otra manera. Disfrutar las opciones
evita cerrazones.
Cancelar planes con acierto no era aún lo mío. Siempre me
causaba pesar y por más que podría yo tener las mil explicaciones, siempre
había un dejo de tristeza. Y, aun no podía comprender que lo que no se hace o
no se logra, es porque algo más fuerte lo ha impedido y tiene validez. Decía mi madre: -Líbrenos, trino Señor-. O lo
que es lo mismo (entre otras acepciones del dicho), que bueno que eso, no se
dio.
No es que seamos contradictorios los humanos, más bien es
que las expectativas no son buenas compañeras de viaje.
Sabiendo más claramente lo que se pretende en cada etapa,
se evitan muchos atropellos y dentro de esto no tener que dar explicaciones de
más. Yo misma, cuando cambiaba los
planes, me sentía en la obligación de estar explique y explique, cuando hoy día
eso me parece irrelevante. Son unos cuantos los que deben saber algunos motivos,
los demás, están tan ocupados en lo suyo que ni les interesa por qué las aguas
toman de pronto otros cauces. Si se nos cuestiona por qué se toman caminos y
decisiones muy singulares, habremos de valorar la intención de la pregunta, ya
que mucha gente se regodea en el chisme, ¡cuidado con esa energía! (de
averiguar de más, o estar en asuntos que no nos incumben) puede hacer mucho
daño.
En épocas de fin de año son tantos los compromisos que se
generan, que ya nuestro humor está más enfocado en cumplir a pie juntillas,
como si fuera manda. Elegir los más significativos es tarea obligada, aunque
sintamos que todos son importantes.
Ahora, hoy día que veo lo que viven mis nietos (que prácticamente
son unos bebes aun) me espanto de tanto que se propone para festejar, y me da
tranquilidad cuando escucho decir a sus papás que no irán a todos los eventos
propuestos. Ningún niño necesita festejar el cierre de año con múltiples
reuniones.
La hermana mayor
de mi padre que vivía la mitad del año en Nueva York y venia en algunos meses a
la ciudad, convivía con nosotros y me decía:
-Que junten a todos los niños que cumplen años el mismo mes, y hagan un
festejo colectivo- Me pareció estupenda la idea, misma que jamás vi
concretarse.
Creer que uno tiene derecho a vivir particularmente
algunos asuntos como mejor le plazca, es algo natural de la condición humana. Algunos
de los sacramentos de la religión católica ya se imparten colectivamente, asunto
que veo muy práctico. Cuando se Bautizó a nuestra nieta yo sabía que había
otros niños que serían bautizados ese mismo día, en la misma iglesia. Cuando se
dio, percibí falta de orden a la hora de organizar. Ese día me puse muy
molesta, porque estoy de acuerdo en lo grupal, pero bien llevado. Fue tan
rápido, que literalmente nos sacaron del altar y área de la pila bautismal pisándonos
los talones y quedamos dispersos. Salimos al atrio a reencontrarnos como
pájaros despistados por una ventisca. No pasa nada, la terraza exterior de la
iglesia es muy arbolada y ahí cerramos el capítulo. Aunque no puedo dejar de lamentar que un
evento así, se apremie, sacando a unos porque vienen los otros detrás. No es
carrera de obstáculos.
El momento vivido debe ser pleno, así sea compartido por
otros grupos ajenos. Nunca es fácil coordinar, mas de eso se trata la vida
actual, cuando ya somos tantos los seres humanos.
Cuando en la época navideña pongo el pesebre en casa, y dispongo las
figuras tratando de buscar un acomodo diferente cada año, me doy cuenta que la
imagen Casita de Nazareth siempre tendrá los elementos en los que
creemos y en los que se apoya nuestro sentido de vida, mas, esa imagen no es
estática ni cerrada. Si se cree en la perfección, no perder de vista que ésta
consiste en tener criterio y si es necesario recomponer, acción que dependerá
de lo que estemos viviendo. (Continuará).
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