D.L.V.D. Vivir como un mandala que fluye. (11)
El individuo paleolítico
vive siempre en el presente eterno. No hay sucesión temporal. Gaudio.
Continuar con las
reflexiones en base a los textos del Dr. Del Castillo, permite que comprendamos
como es que el pensamiento de nuestra especie ha evolucionado. Nada se
transforma sin una razón, nunca es magia lo que se percibe como un cambio, y
aunque resulte asombroso en algunos momentos, todo es explicable.
Si la temporalidad para nuestros ancestros no era asunto de
tener en cuenta, como algo a voluntad, si podríamos decir que ese era parte del
estadío temporal, natural y evolutivo para la vida del momento histórico que
vivían. Esa supervivencia inimaginable y asombrosa, no deja de serlo para
nosotros mismos en la actualidad.
Vivimos en evolución constante mas o menos intensa y
sujeta a las demandas de mejorar y debemos tenerlo presente siempre, para no
creer que lo que sucede en la vida total del humano solo está sujeto al
capricho de ideologías, o peor aún, a la voluntad de algunos individuos. Somos
lo que nos hemos propuesto respondiendo al medio o a los imperativos sociales,
sea que esto se dé con conciencia o sin ella.
La estructura mental de los homínidos
empieza desde muy temprano a ser fuente y factor de cambios, transformaciones que
nos han permitido convertirnos en los homos sapiens sapiens modernos.
El primer homínido esta datado con una antigüedad de 3.5 mill. de años,
definiéndonos en lo básico por una conformación ósea que ya nos permite lograr
al completo la postura erguida. El género humano en general es más reciente, se
sitúa en 2.5mill. de años, ya con una capacidad de hacer grandes
desplazamientos y caminatas largas por el planeta. El homo sapiens sapiens
es el que se perfeccionó hace unos 150mill. de años, con una incipiente
conciencia del yo, muy unida al sentido de grupo. Prevalece una mente emotiva
de supervivencia y las expresiones artísticas son más de tipo zoomorfas, casi
no se comunican entre ellas y son realizadas con una expresión aleatoria. Es un
arte que representa el sentimiento del instante, del momento que se vive.
Tomó su tiempo la conciencia del ser, -el hombre siente
como humano, pero no se siente aun humano-, para sí mismo.
Conforme evolucionamos se dieron cambios en los modos
externos de ser, en lo grupal se propician asentamientos temporales y la
incipiente tecnología va tomando su lugar, aunque aún con todo lo que se avanza,
no se refleja en la mente, porque primero se adapta lo material y necesario, que,
aunque nace del cambio cerebral, es más adelante cuando se hace totalmente
consciente.
Al llegar al sedentarismo, el arte toma cierta estabilización
en la figura, ya no solo se plasma lo natural, se dan nuevos trazos.
-No es la mano prensora lo que hace evolucionar al cerebro,
sino que la modificación de éste es la causa…-.
Cuando el yo se
colectiviza, otro gallo nos canta como especie. Pensamos y sentimos
diferente, la especie permite a cada persona reconocerse como tal, de una
manera más clara, siempre con la colectividad como base. Ese yo neolítico, no es como el yo que hemos
alcanzado en la época moderna, y dice el Dr. Castillo: -es un yo que representa
el inicio de una personalidad que despierta por primera vez a la vida-
Jung denomina esta etapa como: alma colectiva.
Erich Fromm dice al respecto: - El individuo de un clan
primitivo, puede expresar su sentimiento de identidad con la formula: yo soy
nosotros-.
Esta manera de percibirnos, de vernos va a abarcar hasta
el helenismo. No existe aún la introspección ni pensamiento estructurado en lo
individual. No hay unidad entre el mundo físico y el mundo abstracto.
En las artes plásticas se dan las incipientes expresiones
simbólicas que en la era mesopotámica y egipcia se transformaran en
figuraciones narrativas e iconográficas, para dar pie más adelante a lo
realista.
Con evolución progresiva es que hemos llegado a la
individualización de la era moderna. Nacen las diferencias estéticas que no son
caprichos de nadie, sino mera manifestación de lo que somos.
La profundización psicológica varía según la época
histórica y se irá manifestando en todas las artes.
La concepción del mundo deja de ser lineal o plana para
convertirse en concepciones diversas, con un yo más independiente que va a
llegar a ser capaz de concebir la idea de trascendencia como algo valioso, un
crisol de tendencias se crea y recrea. Hoy día, manifiesto en la diversidad.
Se piensa que el momento histórico del cristianismo fue
crucial ya que permitió una amalgama de creencias que eran muy necesarias y que
encontraron el terreno fértil, no solo para expandirse más allá de los confines
del área natural de su surgimiento, sino más allá de los grupos que las
propiciaron, permeando lugares diversos.
Este terreno fértil de ver y comprender el mundo de una
manera nueva, dio pie al desarrollo de otros aspectos. El cristianismo es una
corriente sincrética de pensamiento dentro del helenismo y el judaísmo.
Muchos factores intervienen cuando una creencia ha de propagarse
y asentarse.
Bertrand Russel atribuye el crecimiento del cristianismo
a: -diversas causas coincidentes, como el celo de los creyentes en la
propaganda de la doctrina, su austeridad y disciplina, los poderes milagrosos
de Jesús, la promesa de eternidad de una vida futura y la posesión de un libro
sagrado-.
Las causas psicológicas van resultando determinantes en
el camino de las posturas que nos permiten evolucionar. Lo que se requiere en
un momento dado, si logra surgir con la fuerza necesaria, es seguro que
postulará sus bases con enraizamiento fuerte. Los fenómenos sociales están
asentados en las causas de los grupos, que van proponiendo y obteniendo lo que
se requiere.
La reafirmación de creencias que apelan a las
causalidades psicológicas de un momento dado, hace que florezcan las ideas.
El yo, como una realidad personal se empieza a
manifestar. Así se ha dado pie a las mentalidades apoyadas en una ideología, ideas
que se hacen parte de grupos nutridos que han permeado la historia humana.
Ese yo mucho más personal, con la evolución traspasa la
realidad física de la especie y lo abstracto va tomando un sitio preponderante.
El triunfo de la nueva concepción religiosa que ya
considera al ser humano como un ser poseedor de individualidad, se da cuando
encuentra a una persona actuante y se manifiesta en todo. En particular en los
templos pasa algo muy interesante: incluyen la presencia del individuo. En el
caso de los templos románicos se empieza a permitir la entrada de los
feligreses para ser parte del rito, estar cerca de su Dios. En el
helenismo y recintos grecorromanos el lugar sagrado era dentro e inclusivo solo
de la deidad, lo que se conoce como el Sanctus-Santorum y los fieles peregrinaban
por la galería exterior por entre columnas o períptero, no se penetra a la cella
o santuario.
El templo gótico va a venir a agrandar y a abrir un
espacio renovado y dar con esta nueva concepción más esplendor al recinto
ocupado por la feligresía, con novedosos apuntes dentro del arte que le da
vida, con vitrales, un rosetón que es una imagen de la centralidad y de la armonía.
Un gran aporte, es un mandala luminoso añadido a la arquitectura permitiendo la
claridad y la luz natural colorida, un logro patente del arte.
La integración del individuo a la vida religiosa se ira
proponiendo en las artes y en la arquitectura estructural como la concepción de
Bernini en la factura del abrazo pétrico que se representa en la arcada del
Vaticano. En el arte plástico, Las Meninas de Velázquez propiciarán que el
espectador se integre al cuadro, ya no es un agente neutral o pasivo quien mira,
sino un ser actuante, participativo con la obra misma.
En el pensamiento
filosófico es Descartes quien da las pautas. Su pensar ya no está poniendo a
ningún Dios en la centralidad, es la razón misma la que tendrá el pandero del pensamiento.
Este filósofo da entrada a la modernidad apartándose de las ideas medievales.
Soltar el pensamiento teológico hace que se tome un nuevo asiento entre
religiosidad y filosofía.
La incorporación de la razón como un modo evolutivo y de
trascendencia diferente, va a dar pie a que se den las bases del pensamiento científico
y abrirá nuevos cuestionamientos que habrá que responder.
El yo creativo, ese del que hemos hablado en otros párrafos de estos
textos, es el que se propone conjuntamente con la evolución del pensamiento y
es el que se concibe para mejorar cada día como camino factible a todos los
seres humanos.
Dice el autor: -si el yo quiere evolucionar hacia estados
superiores…el impulso de la materia tiene que retirar la capa ideológica que
protege al yo, al igual que hace la mariposa cuando después de ser crisálida,
rompe el capullo y vuela-.
Un nuevo modo de conceptualizar habrase de crear. Lo
religioso ha de tomar el sitio que le corresponde y la razón dará lo suyo, un
mundo acorde a lo humano y pensante. Lo realista ha de permear.
Desde fines del siglo XVII se da una nueva era en la que
-la persona es pensada independiente del Abstracto-.
La mente ideológica ha de evolucionar a un pensar no tan
de referencias sino de soluciones concretas planteadas por los grupos de
especialistas. En la segunda mitad del siglo XX mucha más gente de la que
podríamos imaginar, ha comprendido la importancia de no guiarnos por
ideologías, sino con soluciones dinámicas y posibles en relación a los
problemas mundiales. El individuo de este siglo es un ser con más espontaneidad
y autonomía de sus actos.
Fernando Mora dice:
-La creatividad, al igual que la ética, la belleza, la
toma de decisiones o la capacidad de imaginar o razonar, no existe como tal en
ninguna parte física del cerebro. Crear significa tener la capacidad de
emocionarse y razonar, aprender, recordar, imaginar y todas estas son funciones
cerebrales cuya elaboración se encuentra distribuida en áreas, circuitos y
redes neuronales, cuya actividad en códigos de tiempo comparten y a su vez son
reclutadas para otras múltiples funciones-.
Somos lo que somos, por ser lo que somos.
Referencia bibliográfica: Dios, Darwin y Freud nos han
abandonado.
Fernando del Castillo Martín. Ed. Ensayo, Biblioteca
Nueva. España.
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