Vivir como un mandala que fluye. (12)
La responsabilidad vital y
primaria, está íntimamente relacionada con el karma. MJ
Hablar del karma, es un asunto que asusta a muchas personas. En algunas
ocasiones es como percibir que este concepto no pertenece a nuestro bagaje
cultural, casi como todo eso que encierra cierto hermetismo o falta de claridad,
por no ser parte de nuestra tradición de vida. Nos puede causar escozor. Escuché
esta palabra desde mi juventud y, a decir verdad, no empezó a interesarme
propiamente hasta mucho más tarde cuando noté que la centralidad de su
significado era algo mucho más positivo de lo que la simple palabra parece
significar. Es normal que cuando estos términos utilizados por otras
tradiciones culturales, religiosas y filosóficas, nos empiezan a resonar, crean
o pueden crear incertidumbre y ruido, cuando en realidad es tan solo saber aclarar.
Voy a poner en términos facilísimos esto del karma: Toda acción tiene una reacción.
Las reacciones han de ser lo más claras y con respuestas asertivas, ya que de
otra manera podrán revertirse. No es en realidad nada difícil de comprender que,
a lo hecho, siempre le seguirá una reacción que, de no ser la justa y necesaria
en energía e intención, podrá repetirse. Cuando nos damos cuenta que entender
mejor no solo nos hace crecer sino evolucionar, es necesario apoyarnos de
términos que algunas tradiciones de pensamiento nos ponen a la mano y nos
permiten estar mejor informados con los significados.
Todas las acciones
es obvio que determinan a nuestro ser. En
los ámbitos de algunas culturas se piensa que uno nace con una condición karmatica,
se da como algo natural. Para todo ser, la condición básica que tenemos al
nacer, se determina tan solo con lo que somos y las variantes se dan en la
personalidad, afinar lo emotivo será trabajo terrenal pensante. Acción y reacción que se acumula sin buen
sentido y sin fluidez, nos puede llevar a percibir energías innecesarias.
La acción vital es
dialéctica, se combina entre lo que se vive inevitable y lo que se elige, en
esa dinámica es que nos desenvolvemos.
No es necesario pensar que hemos vivido vidas anteriores
o que volveremos a la tierra en otro momento después de morir, eso dejémoslo a
quienes lo creen así. Pensar como simples mortales siempre es algo que nos ha
de permitir tener más en cuenta el sentido de lo que hacemos y cómo esas
acciones repercuten. Para algunas personas las repercusiones no son importantes.
Es así, que entender el karma tan solo como parte de nuestra naturaleza
determinada nos puede ayudar a estar más atentos a como respondemos, a no creer
en destinos oscuros sino en planteamientos razonables y posibles. Esa palabra
que no es tan clara a veces, podrá tener buena resonancia si así nos lo
proponemos.
Varias definiciones nos podremos ir encontrando de este
actuar karmatico. No importa cuál de ellas nos suene mejor, cualquiera que nos
aleje de incongruencias, será la adecuada. A veces nos preguntamos porque volvemos a
vivir cosas que ya creíamos superadas, lo asertivo es aprender a neutralizar,
cerrar, o lo que es lo más positivo, tomar el aprendizaje, si eso no se logra
es seguro que la acción regrese. Nunca
responder con reflejos condicionados, asunto que se logra siendo más
observadores.
Continuando con el pensamiento de los mandalas, podríamos
decir que estar cerca de estas figuras nos proporciona un sentimiento que puede
considerarse con sentido religioso si nos atenemos a la definición de religión que
en pocas palabras significa: apartarse, relegarse y buscar armonía con un fin.
Así es como, un mandala requiere de un desarrollo tan armónico
como el que se requiere en cualquier acto religioso. Lleva un orden interior,
tiene secuencias y ritmos que al fluir le dan toda una redondez. No
todos los mandalas se desarrollan en circularidad, pueden estar dentro de
cualquier figura cerrada y seguir teniendo redondez y plenitud.
Hablamos de plenitud al pensar en un mandala y ésta generalmente
se comprende mejor cuando entendemos que las aristas solo contienen, no separan
la integridad. Esto lo observamos también en los modos de las relaciones
humanas, cuando tenemos buenos entendimientos, no tendríamos por qué estar
limando asperezas de más, con malos entendidos o acciones no comprendidas.
Las esquinas de las cosas tienden a interrumpir y el balance
se puede desajustar, mas a la vez toda línea de contención da estructura, por
lo que hay que saber observar en donde conviene contener y en donde la acción
ha de ser más fluida. Cuando se pierde la continuidad bruscamente pueden darse
algunos regresos o paradas obligadas. Al regresar, habremos de estar más
atentos ya que en algunas ocasiones es cuando se aparece el dolor. Un ejemplo
son las discusiones sin necesidad, a veces el mayor valor lo tiene el silencio.
Lo vemos mucho en las canchas de tenis, se dice: Se ha perdido el timing.
En lo personal, algunas mañanas realizo un circuito de
ejercicio físico en bicicleta. He de confesar que, en el retorno, es cuando más
me pesa el aire en contra o el sol de frente. Me encanta estar consciente de
esto, porque pongo mayor énfasis en no desmotivarme para no bajar el ritmo del
pedaleo, apoyada en el beneficio de tal adversidad.
La vida ideal nos presenta el vivir redondo como muy
posible y lograble. Tenemos claro que en
la realidad nunca se da del todo así, y no porque vivir íntegramente no sea
posible, sino por lo cambiante de todo. Observar nuestra propia evolución podría ser
el ideal máximo y así mismo tener más presentes los tiempos personales.
José Emilio Pacheco, el escritor mexicano tiene un poema alusivo
a caer en las realidades y no pretender de más, y por estos rumbos nos habla de
los recuerdos. dice:
-No tomes muy en serio lo que te dice la memoria
A lo mejor no hubo esa tarde
Quizá todo fue autoengaño
La gran pasión solo existió en tu deseo
Quién te dice que no te está contando ficciones
Para alargar la prórroga del fin
Y sugerir que todo esto
Tuvo al menos algún sentido-.
Podrá tener razón el poeta mexicano, más en realidad si
nos ponemos alerta ante el flujo de la vida y damos valor a lo que nos
corresponde como acción responsable, podremos percibir que ahí se asienta la
realidad que fluirá mejor y será mucho más vivible, realista y disfrutable,
aunque a veces esto, cueste más trabajo.
Nadie se libra de tener reacciones a las acciones, lo que
habremos de tener claro es que, reaccionar de tal o cual forma, importa e
importa mucho. Ese refrán tan mentado:
-A palabras necias oídos sordos- Si nos han parecido necias algunas palabras,
pues ¡necias serán! y aunque la intercomunicación se rompa, hay que aceptar
para no entrar en batallas sin fin.
Diría yo misma
-Chillan los pájaros, o es que ¿Cantan? ¡viva es
la voz de natura!
El corazón lo sabe, lo percibe
Late la vida
Al palabrerío necio oídos más bien sordos
Resuenan las palabras,
o es que ¿Comunican? ¡fuerte es la voz del ser! - MJ.
La religión va
tomando nuevos visos en la comunidad humana.
Conceptos nuevos entran en la evolución de las
conciencias y nos hacen repensar dos veces si lo que hemos visto u oído por
algún tiempo, nos convence del todo o no es así. Ya los prelados habrán de
tomar medidas para que, al lanzar sus palabras al viento en los púlpitos, lo
hagan mas responsablemente y teniendo cuidado de la intención. Me ha tocado en
algunas iglesias católicas escuchar, cuando se sienten tan seguros estos ordenados,
que su ordenación puede sacarlos de orden. Espetar con tonos muy obtusos en los
discursos no es la acción que se espera de quien guía y conduce. La feligresía
no es un niño malcriado a quien hay que reprender.
A decir verdad, ya a ningún niño se le regaña
propiamente, mucho menos como antaño, hemos crecido mucho en eso y a cualquier
crío se le razona a su nivel, y se les comparte el buen saber.
Amiel nos dice ya
desde muchos años ha:
-Postular una iglesia de libre examen, de absoluta sinceridad, es lógico.
Realizarla es otra cosa-.
El teísmo es un asunto que debe pensarse para vivirse
como tal. No es un asunto para todos y debemos estar claros en esto. Y dice
Amiel:
-Si Dios es solamente la categoría del ideal; la religión
se desvanece de derecho como las ilusiones de la adolescencia. Si el ser puede
ser sentido y amado al mismo tiempo que pensado, el filósofo puede hacer acto
de religión-.
-Vive para los demás, se justo y bueno; haz del monumento
o tu gavilla lo necesario y obtén el perdón del cielo, antes de ir dormir bajo
la hierba-. Amiel
Era finales del
2003 cuando empecé el cuaderno número 63. Había cambiado el formato para los
escritos tan personales que venía redactando, las libretas y los cuadernos han
variado en su forma. Los colores de la tinta que elijo para el texto manuscrito
me son muy importantes y van cambiando con las etapas. Los tamaños del formato del papel me importan
y ni que decir de las plumas, son mi pasión. Iba sintiendo una integridad muy
especial porque visualizaba no muy lejos la década de los 50 (cincuenta) años
de vida. Veía venir hacia mí esa temporalidad implacable, esa misma que si nos
descuidamos puede tomar un tono de inquietud. El tiempo, y sus demandas siempre
me ha propiciado muchos momentos de reflexión, al grado que mi obra plástica en
acrílicos, tiene ese tema central. Veía, cómo ese quinto escalón de vida se
acercaba y habría de subirlo con el mejor animo posible. Apuntaba mis baterías a darme esa serenidad
tan deseada con la observancia decidida y fuerte, tal cual lo fui logrando.
Si algo nos va robando la paz, es ahí mismo en donde
habremos de dar la media vuelta.
Irnos maravillando cada día es una tarea del ser noble
que quiere una vida con luz. El mandala
personal y los colores se pueden percibir más nítidos, más brillantes. La
gracia tan grande otorgada por el mismo universo se va haciendo patente y vemos
que cada ser somos tan únicos como nos lo explica el Dr. Del Castillo.
¿Si la vida es
breve y para algunos mortales se termina para siempre ¿no tendríamos un permiso
abierto de desgastarla sin más? Aquí podríamos volver apelar a lo karmatico: Ser
vividores es un asunto de karma. Cuidar la intensidad no es poca cosa, lo
inconsciente dista mucho de ser el unto de la magdalena. Poder estar lo
más seguros posible de que cuando nuestros ojos se cierren para siempre, lo hagan
en paz. Es muy loable saber que a
cualquier edad podremos reenfocar la vida personal.
Nunca he estado de acuerdo de que quien comete errores
crea que su sanidad será completa al confesarlos, no lo creo así. Tal vez
sentir que expiamos es beneficioso, mas quedan las consecuencias en nosotros
para siempre si no se trabaja en los entuertos espirituales. (Continuará).
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