jueves, 25 de abril de 2024

 

Vivir como un mandala que fluye. (12)

                                                                        La responsabilidad vital y primaria, está íntimamente relacionada con el karma. MJ

 

                                                                    Hablar del karma, es un asunto que asusta a muchas personas. En algunas ocasiones es como percibir que este concepto no pertenece a nuestro bagaje cultural, casi como todo eso que encierra cierto hermetismo o falta de claridad, por no ser parte de nuestra tradición de vida. Nos puede causar escozor. Escuché esta palabra desde mi juventud y, a decir verdad, no empezó a interesarme propiamente hasta mucho más tarde cuando noté que la centralidad de su significado era algo mucho más positivo de lo que la simple palabra parece significar. Es normal que cuando estos términos utilizados por otras tradiciones culturales, religiosas y filosóficas, nos empiezan a resonar, crean o pueden crear incertidumbre y ruido, cuando en realidad es tan solo saber aclarar. Voy a poner en términos facilísimos esto del karma: Toda acción tiene una reacción. Las reacciones han de ser lo más claras y con respuestas asertivas, ya que de otra manera podrán revertirse. No es en realidad nada difícil de comprender que, a lo hecho, siempre le seguirá una reacción que, de no ser la justa y necesaria en energía e intención, podrá repetirse. Cuando nos damos cuenta que entender mejor no solo nos hace crecer sino evolucionar, es necesario apoyarnos de términos que algunas tradiciones de pensamiento nos ponen a la mano y nos permiten estar mejor informados con los significados.

 Todas las acciones es obvio que determinan a nuestro ser.  En los ámbitos de algunas culturas se piensa que uno nace con una condición karmatica, se da como algo natural. Para todo ser, la condición básica que tenemos al nacer, se determina tan solo con lo que somos y las variantes se dan en la personalidad, afinar lo emotivo será trabajo terrenal pensante.  Acción y reacción que se acumula sin buen sentido y sin fluidez, nos puede llevar a percibir energías innecesarias.

 La acción vital es dialéctica, se combina entre lo que se vive inevitable y lo que se elige, en esa dinámica es que nos desenvolvemos.

No es necesario pensar que hemos vivido vidas anteriores o que volveremos a la tierra en otro momento después de morir, eso dejémoslo a quienes lo creen así. Pensar como simples mortales siempre es algo que nos ha de permitir tener más en cuenta el sentido de lo que hacemos y cómo esas acciones repercuten. Para algunas personas las repercusiones no son importantes. Es así, que entender el karma tan solo como parte de nuestra naturaleza determinada nos puede ayudar a estar más atentos a como respondemos, a no creer en destinos oscuros sino en planteamientos razonables y posibles. Esa palabra que no es tan clara a veces, podrá tener buena resonancia si así nos lo proponemos.

Varias definiciones nos podremos ir encontrando de este actuar karmatico. No importa cuál de ellas nos suene mejor, cualquiera que nos aleje de incongruencias, será la adecuada.  A veces nos preguntamos porque volvemos a vivir cosas que ya creíamos superadas, lo asertivo es aprender a neutralizar, cerrar, o lo que es lo más positivo, tomar el aprendizaje, si eso no se logra es seguro que la acción regrese.  Nunca responder con reflejos condicionados, asunto que se logra siendo más observadores.    

Continuando con el pensamiento de los mandalas, podríamos decir que estar cerca de estas figuras nos proporciona un sentimiento que puede considerarse con sentido religioso si nos atenemos a la definición de religión que en pocas palabras significa: apartarse, relegarse y buscar armonía con un fin.

Así es como, un mandala requiere de un desarrollo tan armónico como el que se requiere en cualquier acto religioso. Lleva un orden interior, tiene secuencias y ritmos que al fluir le dan toda una redondez. No todos los mandalas se desarrollan en circularidad, pueden estar dentro de cualquier figura cerrada y seguir teniendo redondez y plenitud.

Hablamos de plenitud al pensar en un mandala y ésta generalmente se comprende mejor cuando entendemos que las aristas solo contienen, no separan la integridad. Esto lo observamos también en los modos de las relaciones humanas, cuando tenemos buenos entendimientos, no tendríamos por qué estar limando asperezas de más, con malos entendidos o acciones no comprendidas.

Las esquinas de las cosas tienden a interrumpir y el balance se puede desajustar, mas a la vez toda línea de contención da estructura, por lo que hay que saber observar en donde conviene contener y en donde la acción ha de ser más fluida. Cuando se pierde la continuidad bruscamente pueden darse algunos regresos o paradas obligadas. Al regresar, habremos de estar más atentos ya que en algunas ocasiones es cuando se aparece el dolor. Un ejemplo son las discusiones sin necesidad, a veces el mayor valor lo tiene el silencio. Lo vemos mucho en las canchas de tenis, se dice: Se ha perdido el timing.

En lo personal, algunas mañanas realizo un circuito de ejercicio físico en bicicleta. He de confesar que, en el retorno, es cuando más me pesa el aire en contra o el sol de frente. Me encanta estar consciente de esto, porque pongo mayor énfasis en no desmotivarme para no bajar el ritmo del pedaleo, apoyada en el beneficio de tal adversidad.

La vida ideal nos presenta el vivir redondo como muy posible y lograble.  Tenemos claro que en la realidad nunca se da del todo así, y no porque vivir íntegramente no sea posible, sino por lo cambiante de todo.   Observar nuestra propia evolución podría ser el ideal máximo y así mismo tener más presentes los tiempos personales.

José Emilio Pacheco, el escritor mexicano tiene un poema alusivo a caer en las realidades y no pretender de más, y por estos rumbos nos habla de los recuerdos. dice:

-No tomes muy en serio lo que te dice la memoria

A lo mejor no hubo esa tarde

Quizá todo fue autoengaño

La gran pasión solo existió en tu deseo

Quién te dice que no te está contando ficciones

Para alargar la prórroga del fin

Y sugerir que todo esto

Tuvo al menos algún sentido-.

Podrá tener razón el poeta mexicano, más en realidad si nos ponemos alerta ante el flujo de la vida y damos valor a lo que nos corresponde como acción responsable, podremos percibir que ahí se asienta la realidad que fluirá mejor y será mucho más vivible, realista y disfrutable, aunque a veces esto, cueste más trabajo.  

Nadie se libra de tener reacciones a las acciones, lo que habremos de tener claro es que, reaccionar de tal o cual forma, importa e importa mucho.  Ese refrán tan mentado: -A palabras necias oídos sordos- Si nos han parecido necias algunas palabras, pues ¡necias serán! y aunque la intercomunicación se rompa, hay que aceptar para no entrar en batallas sin fin.

Diría yo misma

-Chillan los pájaros, o es que ¿Cantan? ¡viva es la voz de natura!

El corazón lo sabe, lo percibe

Late la vida

Al palabrerío necio oídos más bien sordos

Resuenan las palabras, o es que ¿Comunican? ¡fuerte es la voz del ser! - MJ.

                               La religión va tomando nuevos visos en la comunidad humana.

Conceptos nuevos entran en la evolución de las conciencias y nos hacen repensar dos veces si lo que hemos visto u oído por algún tiempo, nos convence del todo o no es así. Ya los prelados habrán de tomar medidas para que, al lanzar sus palabras al viento en los púlpitos, lo hagan mas responsablemente y teniendo cuidado de la intención. Me ha tocado en algunas iglesias católicas escuchar, cuando se sienten tan seguros estos ordenados, que su ordenación puede sacarlos de orden. Espetar con tonos muy obtusos en los discursos no es la acción que se espera de quien guía y conduce. La feligresía no es un niño malcriado a quien hay que reprender.

A decir verdad, ya a ningún niño se le regaña propiamente, mucho menos como antaño, hemos crecido mucho en eso y a cualquier crío se le razona a su nivel, y se les comparte el buen saber.

 Amiel nos dice ya desde muchos años ha:
-Postular una iglesia de libre examen, de absoluta sinceridad, es lógico. Realizarla es otra cosa-.

El teísmo es un asunto que debe pensarse para vivirse como tal. No es un asunto para todos y debemos estar claros en esto. Y dice Amiel:

-Si Dios es solamente la categoría del ideal; la religión se desvanece de derecho como las ilusiones de la adolescencia. Si el ser puede ser sentido y amado al mismo tiempo que pensado, el filósofo puede hacer acto de religión-.

-Vive para los demás, se justo y bueno; haz del monumento o tu gavilla lo necesario y obtén el perdón del cielo, antes de ir dormir bajo la hierba-. Amiel

                               Era finales del 2003 cuando empecé el cuaderno número 63. Había cambiado el formato para los escritos tan personales que venía redactando, las libretas y los cuadernos han variado en su forma. Los colores de la tinta que elijo para el texto manuscrito me son muy importantes y van cambiando con las etapas.  Los tamaños del formato del papel me importan y ni que decir de las plumas, son mi pasión. Iba sintiendo una integridad muy especial porque visualizaba no muy lejos la década de los 50 (cincuenta) años de vida. Veía venir hacia mí esa temporalidad implacable, esa misma que si nos descuidamos puede tomar un tono de inquietud. El tiempo, y sus demandas siempre me ha propiciado muchos momentos de reflexión, al grado que mi obra plástica en acrílicos, tiene ese tema central. Veía, cómo ese quinto escalón de vida se acercaba y habría de subirlo con el mejor animo posible.  Apuntaba mis baterías a darme esa serenidad tan deseada con la observancia decidida y fuerte, tal cual lo fui logrando. 

Si algo nos va robando la paz, es ahí mismo en donde habremos de dar la media vuelta.

Irnos maravillando cada día es una tarea del ser noble que quiere una vida con luz.  El mandala personal y los colores se pueden percibir más nítidos, más brillantes. La gracia tan grande otorgada por el mismo universo se va haciendo patente y vemos que cada ser somos tan únicos como nos lo explica el Dr. Del Castillo. 

 ¿Si la vida es breve y para algunos mortales se termina para siempre ¿no tendríamos un permiso abierto de desgastarla sin más? Aquí podríamos volver apelar a lo karmatico: Ser vividores es un asunto de karma. Cuidar la intensidad no es poca cosa, lo inconsciente dista mucho de ser el unto de la magdalena. Poder estar lo más seguros posible de que cuando nuestros ojos se cierren para siempre, lo hagan en paz.  Es muy loable saber que a cualquier edad podremos reenfocar la vida personal.

Nunca he estado de acuerdo de que quien comete errores crea que su sanidad será completa al confesarlos, no lo creo así. Tal vez sentir que expiamos es beneficioso, mas quedan las consecuencias en nosotros para siempre si no se trabaja en los entuertos espirituales. (Continuará).

 

 

 

 

 

 

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