De la vida diaria.
Construir, Paz. (1)
Volver a los
libros que nos han marcado, revisarlos.
Es un asunto
de Paz. MJ
De pronto, a
todos los mortales que amamos los libros de papel nos llegó como una inquietud
muy realista: el hecho de que éstos pudiesen desaparecer. Quienes creemos en
los cambios como algo muy positivo estamos abiertos a asumir, mas no todo se
asume de inmediato, ha sido tanto lo que la tecnología nos ha dado, que a veces
sin decir agua va optamos por sus
propuestas sin chistar. Creo sin temor a equivocarme que hay que decantar y
saber qué partes de esa tecnología nos son afines y en verdad nos agilizan la
vida. Mucho se me ha propuesto leer en pantalla, y no me niego porque yo sea
retrógrada, me niego más bien por el amor que les tengo a los libros de papel.
He depurado mi librero N veces, tan solo para donar libros a recintos que los
tendrán en más uso que yo misma, así mismo mi librero personal ha tomado nuevo
vigor, cambios que noto en el orden, la manera como los organizo y por supuesto
como observo el canto de todos los libros con sus coloridos especiales.
Nuestra paz, solo es nuestra.
Cómo se manifiesta lo pacifico en los entornos
que nos rodean es otra cosa, mas la
vivencia tranquila solo incumbe a cada ser en su interior.
Releer los libros que nos marcan, esos que
amamos y que ocupan un lugar especial en nuestros libreros, puede ser un camino
de reconstrucción interior.
Aun con mucho que revisar de lo leído durante
muchos años de vida o en un periodo cualquiera, habremos de tener siempre
libros que están en espera de ser leídos por primera vez.
Algo así me ocurrió con textos del filósofo
Bertrand Russell, él habla de temas diversos y que de pronto se puede enfocar
en los que son más del día a día y no por ello menos importantes.
Lo había leído y utilizado para la preparación
de las clases que impartí sobre Filosofía de la Ciencia finalizando el siglo
pasado y con la misma volvieron al librero. Sin más.
Esos textos los he guardado por el gozo que me
dieron en las aulas y más que nada compartiéndolos con jóvenes que se formaban
cerrando el siglo pasado. El verlos me rememora mis días de dar clases y de
compartir con jóvenes que daban pie a jugosas disertaciones en camino a sus
vidas profesionales.
Pasados los años, hoy día una apreciadísima
amiga y vecina (a quien veo poco, y aprecio muchísimo, más cuando nos
encontramos siempre comulgamos en muchos temas y preferencias) me sugirió a
Russell cuando leyó lo que les compartí en estos días por mi interés en el
sentido de la felicidad. Con el título de –La conquista de la felicidad- me
reencontré con este autor y pude percibir todo lo que hay que aprender de sus
propuestas más vivibles y no tanto en los ámbitos filosóficos, reflexiones
personales en torno a lo que es ser feliz.
Es así mismo que nos vuelve a dejar claro:
“La felicidad, esto es evidente, depende en
parte de circunstancias externas y en parte de uno mismo.”
El autor plantea clara y serenamente, que la
felicidad depende de lo que vayamos concretando, que se logre armónico el
quehacer sencillo y bien trabajado en el día a día.
En lo personal lo percibo como un limo que se
asienta, y aunque a veces no tengamos tan claro que es lo que va quedando como
pasado, querámoslo o no, nos da estructura.
Construir nuestra paz personal, no solo es parte
de un slogan propuesto por muchas
vertientes del conocimiento para mejorar como seres humanos y que hoy día tiene
muchísimas expresiones en doctrinas varias que se proponen, así como tampoco
hay que verlo como un producto de las modas actuales en el pensar, sugeridas
por caminos espirituales, sino hay que percibirlo más bien como una necesidad
insoslayable y necesaria para poder discernir y convivir en el mundo actual. En
esta era de la tecnología avanzada todo cambia muy rápido y nada nos espera, a
veces hasta nos podemos sentir rebasados, asunto que no es tan real cuando nos
detenemos y podemos ver más claro.
Ese sentir que debemos saber todo, hacer todo y
experimentar todo es lo más falaz de esta era. Tampoco hay tiempo
desperdiciado, es por eso que ante todo hay que saber que todo aporta. La paz
personal es muy diferente a la paz del grupo en el que convivimos y más aún es
otro asunto el de la paz mundial, pero todas invariablemente convergen en que
todo lo que se pacifica toma un sentido más de avance y de evolución de la
especie.
El concepto de paz ha ido cambiando. Se ha ido adaptando
a las circunstancias culturales.
Al comenzar la jornada de cada día, quien no
tiene bien puesta la paz, puede que no rinda en su total potencial con todo lo
que se ha propuesto para el día y pueda que esté más propenso a discrepancias
en vez de asonancias más propositivas.
Varios puntos encuentro compartibles y válidos a
comentar dentro del texto de Russell, y así lo haré.
Me vino muy bien irlas encontrando mientras voy
escribiendo las revisiones de mis textos personales porque en mucho me doy cuenta
que he tenido como una constante el implementar en mi paz personal. Lo he
venido sintiendo como el factor que me permite mirar mejor el entorno, en donde
las personas con quienes convivo también dan su granito de arena para una paz
compartida.
Cuando revisé mi libreta número cuarenta y cinco
(45) (observo la coincidencia que vivía yo, estaba en mis cuarenta y cinco años
de vida) no había conseguido la plenitud de ese concepto tan depurado de la paz
en mi vida. Veía y percibía que la vida diaria me lo exigía a ratos, mucho más
intensamente por momentos.
Nunca dejamos de tener conocimiento para vivir,
mas la paz que merecemos y esa vertiente de tenerla más en la acción no ceja, y
no lo hará hasta que la paz más amplia forme parte de nosotros. Un día
dejaremos el cuerpo y nos iremos a otra dimensión para seguir con lo que se nos
requiera.
Vivir, es una concreción constante de la paz.
En mi libreta número cuarenta y cinco (45) vertí
como importantes para compartir algunos conceptos aprendidos de la Cristología:
Sanar. ¿Por qué habríamos de sanar algo? El
concepto abarca mucho más que lo que tal vez creamos que es sanar (abatir algo
enfermo) es más bien ir cada día cambiando lo que se presenta con el signo de
calamidad.
Las calamidades salen de escena. Entonces no es
que tengamos encima una enfermedad propiamente, sino que sanación es sinónimo
de que las calamidades cada vez sean menos.
La Cristología mediante el estudio del Dios de
Jesús (en las doctrinas convencionales del catolicismo nunca se nos distingue
que el mismo Jesús tenía su concepto y vivencia de Dios) ese Dios es fuente de
buena energía y nos lleva a dignificar los hechos de la vida, más que nada los
de la vida diaria, que son a fin de cuentas de lo que está compuesta la pasta
del verdadero vivir. La vida cotidiana se dignifica, y todo lo burdo que pueda
parecernos, así como todo lo que podríamos considerar fastidioso, puede y debe
tomar otros planos. Somos nosotros mediante nuestra percepción y mediante
nuestra paz que podremos refinar nuestros modos en función de ser más asertivos
y felices. La vida diaria puede y debe estar plena de gozo y por la gracia de
Dios esto no se vive mediante recetas, más bien es mediante la práctica de
percibir al Dios que honramos como una fuerza positiva.
Vivir, no es estar en piloto automático. Vivir
en plenitud quiere decir asumir todo lo bueno, lo malo, lo mediocre y lo sutil,
para construir la vida que nos ha tocado.
La vida que nos toca en parte la hemos elegido.
Y continúa la cristología: Si la reflexión que
logremos es buena, nos dará resultados y nos llevará hacia la metanoia (griego), esa acción que a la
letra se dice que es: -El proceso de transformación que cambia la forma de
pensar, sentir, de ser o de vivir de alguien. - Dios es un inspirador mucho más
que un moralista. Es un ser que propone para que uno ponga y disponga de
acuerdo a lo personal. Esto no quiere decir que solo nos dirijamos a lo que
convenga, más bien quiere decir en poder asumir lo que tenemos, cómo lo tenemos
y para qué lo tenemos.
En este camino, la decisión de a quién vamos a
asumir como prójimo es relevante: El prójimo está cerca, sea quien sea que
esté. por eso la discriminación es negativa.
Para completar el conocimiento de todo esto he
de compartir que tan importante es saber el sentido de las parábolas en estos
caminos. Las parábolas son textos construidos con un sentido de choque, es
decir que en la espiritualidad nos sintamos movidos y conmovidos para una
reflexión más profunda.
El sentido de los milagros que a veces se
percibe como si fuera un asunto mágico, de pronto aparece. No es tan mecánico,
lo milagroso tiene su proceso y es más bien producto del don de la fe. Cuando
entendemos lo que es la fe, que es saber aceptar lo que no se ve, pues es más
conducente que algo se pueda volver un milagro.
Cada ser con la tradición elegida y las
creencias personales tiene un concepto de Dios y eso es lo más válido. Cuando
decimos a alguien: Dios te guarde, no
es más que desearle al ser que recibe nuestro deseo que se fortalezca su
interior, sin importar si es budista, católico o hinduista.
Lo más bello del
concepto de resurrección es: Visualizar el futuro reivindicado. Sabemos que lo
más incierto es el futuro, así que, si podemos percibir parte de él con esa
virtud de ver más allá, será una promesa que se cumplirá siempre. (Continuará)
MJ
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