lunes, 24 de abril de 2023

 

D.L.V.D. Construir, Paz. (6)

 

                                      Aprender a mantenernos en calma en medio de la actividad,

y a estar llenos de vida cuando descansamos. Indira Gandhi.

 

 

                                                                   El recuento que podemos hacer en relación a lo que nos propicia y vincula con la paz, es muy amplio. Hemos entrado de lleno al valor de los textos, una parte de la vida que no todos disfrutamos por igual (y es muy válido que así sea) mas no podemos dejar de mencionar que su fuerza en nosotros sí que puede ayudar a tener ese ánimo tan deseado y necesario, mucho más en estas épocas de tanta información. Es un hecho que todo lo escrito nos impacta y mucho se queda en nosotros para siempre, de unas lecturas surgen otras volviéndose enorme la espiral. No importa que pasen los años, porque al correr de éstos, nuestras preferencias irán cambiando, lo que tenga que quedarse para volver a leerse seguro permanecerá y lo que hay que observar es que nos implemente para propiciar paz en nosotros y por ende en los demás.

En los siguientes textos hablaremos de cómo nos pueden inquietar algunos asuntos de la vida diaria y que adecuaciones podremos hacer para que eso no suceda, es una cuestión de como interpretamos la realidad y como lo que nos vamos proponiendo va lográndose dándonos así la posibilidad de que las satisfacciones sean como bálsamos para continuar una vida fluida. La perspectiva de que nada es tan importante como para crear una inquietud irreversible se hace parte de nuestro pensar y lograr que todo sea determinante para que estando enteros y pacíficos podamos hacer lo que nos corresponde. No dejarnos llevar por el canto de sirenas, habrá lecturas y acciones que se cierren y terminen su paso, dejando una estela de positividad.

La frase de Indira Gandhi es muy clara, de entrada, nos invita a que nunca posterguemos el momento de reponer fuerzas, aunque la vida de hoy nos lleve a no poner fin a acciones que de pronto nos toman más tiempo del que habíamos previsto, es importante saber que debemos parar y luego retomar.

En lugares de clima caluroso es recomendable cuidarnos de los excesos cuando lo que estamos haciendo se da al aire libre, caminar, bajarnos y subirnos del transporte, con los estados cambiantes de temperatura. Mantener la calma en medio de cualquier actividad, es lo primero.

Así pues, es muy válido reenfocar el concepto que tenemos de tiempo. A nadie le importa que hacemos con nuestro tiempo más que a nosotros mismos, mas lo que si impacta en los demás es cómo estamos pendientes y respetar los tiempos de los demás. Un concepto muy trastocado hoy día es el de la puntualidad. Habremos de tener en cuenta que aun con usos y costumbres (ejemplo: pensar que el llegar tarde es lo de menos, o algo de buen tono) hay que saber propiciar y respetar los horarios que se han propuesto. Se entiende que hay lapsos de tolerancia (que en general los médicos en sus consultorios no conocen) lapsos razonables y aceptables. La puntualidad es necesaria no porque no haya tiempo suficiente, sino tan solo porque propicia una mejor fluidez en las actividades de todos. Si llegamos temprano al lugar al que hemos sido requeridos, siempre es mucho mejor que estar con carreras tratando de no llegar tarde y tal vez entrar en momentos de caos. Llegar antes de lo previsto puede ser muy positivo para aprovechar revisar el celular y no hacerlo en medio de la convivencia. Respecto a esto del teléfono es muy importante entender que por más urgente que sea algo, no es conveniente estar solucionando asuntos a voz en cuello y tomándonos el tiempo de otros, una muy buena costumbre por principio habría de ser apagar el teléfono apenas entremos a la convivencia grupal, así sea la familiar y saber que ya le llegará su momento a otros asuntos que estamos teniendo entre manos. Antiguamente era menor la ansiedad, porque sabíamos que el teléfono no estaba tan cerca, no era parte de la vida activa de convivencia, y si era menester hablar, se sabía en qué momento se darían las comunicaciones. Mucha de nuestra esencia pacifica se ha perdido hoy día por estar en esa imperiosa necesidad de estar comunicados, querámoslo o no. Es un hecho que con un celular en la mano se resuelve todo (o casi) mas hay que ser conscientes que también con estos adelantos hay que tener medida y educación (no de modales, sino más bien del sentido de convivir) nada es más importante que el ser humano que está conviviendo con nosotros y por ende el teléfono debe tomar un segundo plano.

Así pues, el tiempo es valioso, y también es el mejor aliado para estar del mejor humor y ánimo y más que nada fuera del ámbito de la ansiedad. Si nos damos cuenta, todos estos adelantos de los que afortunadamente disfrutamos, se han dado para mejorar la vida y los intercambios de ésta, no para hacernos esclavos de ellos y creer que tienen prioridad. Es lo mismo en relación a lo que se da en la concepción de lo que somos, un ejemplo de esta época es cuando vivimos para la productividad sin sentido humano, podremos estar creando bienes, mas hay cuidar que en estos procesos no se deje de lado el lado humano de las acciones.

En los escritos que reviso de pronto me topo con que en el año cuando yo cumplía 45 (cuarenta y cinco) años de edad, me hacia la pregunta y quería saber mejor quién era exactamente mi madre, mi padre, y saber un poco más de sus porques en la vida. ¿Qué tanto nos damos tiempo para saber quiénes son en la realidad y que tanto habremos de interactuar con ellos teniendo presentes los asuntos de sus particularidades, sobre todo cuando se van haciendo mayores de edad? me iba percatando que la idea de su partida eterna ya estaba más cercana, y esto me rondaba la mente y  en cierta forma me trastocaba la paz, no porque hubiera dependencia mutua en lo físico, sino que empezaba a preocuparme de cómo iba a asumirse emocionalmente por ambas partes, cuando ellos ya partieran para siempre. De pronto tuve una imagen de mi madre como si fuera uno de esos equilibristas que van sobre un alambre, le percibía demasiado preocupada por momentos sin mayores razones aparentes y como que ausente e inmersa en resoluciones que se le dificultaban. Me propuse cruzar a verle (vivía enfrente de mi casa) y hasta hacer unos misterios del rosario (más por ella que por mí misma, que no soy tan afecta a ese rezo) porque me daba cuenta como ese rezo especifico le daba paz. Observé que en casa de mis padres si hubo momentos de ansiedad, que de pronto aparecían como parte de un modo que no se superó, porque venían de generaciones en las que no se planeaba propiamente la vida, todo se daba por sentado y más que nada prever no era lo suyo, sino resolver cuando se aparecía el asunto problemático. Trate de hablar de esto con mi madre, pero me di cuenta que hacerlo propiciaría mas ansiedad en ella. Es un hecho que, a cierta edad, es mucho más difícil cambiar los modos de desempeñarnos. En lo personal me di cuenta que haber tratado bastante con una persona que me enseñó mucho del buen sentido del orden, me había dado un valor que hasta hoy practico. Saber ver de antemano que es lo mismo que prever y tener una agenda previa al día que vamos a vivir. Ni que decir de tener un plan estructurado de las acciones vitales.

A mediados del año 2000, yo con 45 (cuarenta y cinco) años de edad, me quedaba claro que aún me faltaba mucho por afinar en las percepciones que propiciaran una paz asentada y mas o menos duradera, esa misma que yo había elegido para toda la vida. La entrada del siglo, a todos nos marcó. Los conceptos en general fueron tomando nuevas acepciones, la vida de relación en el mundo entero fue tomando nuevos giros.

Herman Hesse dijo: -Como cuerpo, cada hombre es uno; como alma, jamás. –

¿Qué es lo que quiso diferenciar? Yo creo que nos quería decir que la vida espiritual nos une como un todo y que en la medida que la conciencia se va haciendo más abierta, los humanos seremos más afines a lo que en realidad somos. No somos una especie que propicie todos sus bagajes posibles, sabemos que mucho del cerebro humano aun nos es desconocido y hay muchísimo aun por aprender.

Mucho de nuestro sufrimiento compartido (guerras, descontrol de grupos, ignorancia) proviene de que no todos nos hemos puesto las pilas para saber más en función a lo que en realidad somos y que nos toca hacer.

La vida en general se va a dar en función a las ideologías que permean el grupo social al que pertenecemos, y a veces asumimos cosas que son muy injustas, cuidar que no se asienten como naturales es todo un tema.

En estos tiempos en mi mente se afinaba un concepto que luego ya comprendí mucho mejor: El de justo medio. Se va haciendo claro en la medianía de la edad, y eso que vislumbramos como perfecto, es algo que no existe ni existirá nunca, que con los elementos de que disponemos habremos de hacer el verdadero diseño de la vida que queremos vivir.

Para muchos de nosotros el entendimiento de la contingencia en Dios nos va dando el color de la vida, la fuerza para saber que suceda lo que suceda hay mucho que no podremos controlar.

De pronto nos va quedando claro que no hay recetas para vivir, y eso que se llama ser gente normal, no es tan normal cuando vemos que a veces se vive mucho con pantallas que no son realistas. Estar creyendo que los demás llevan vidas mucho más tranquilas que nosotros, es falaz, la vida tranquila es algo que se aprende a propiciar y aunque parezca a veces lograda, es asunto que se trabaja a cada momento.

Lo que podemos observar del mundo de nuestros padres, es tan solo una parte que se asienta en la propuesta de su propia vida y de ahí hay que partir para no repetir lo que no ha funcionado y poder ser más creativos a la hora de vivir la propia vida.

Percibir la realidad personal como un proceso de maduración es muy positivo, sin comparaciones de ninguna clase.

La parsimonia de ser,

Serenamente.

En el solaz de vivir,

Tranquilamente.

Constancia de lo que se da,

Pausadamente.

En el devenir,

Armónicamente. MJ

 

 

 

 

 

 

 

 

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